Pietra Possamai (Ciudad Bento Gonçalves, Brasil, 1995) llegó a Lima en 2018 sin hablar ni una palabra de español. Después de caminar varios meses con el currículo bajo el brazo, fue contratada por la Bodega Murga en 2019. Tras defender con éxito su tesis en Brasil sobre su experiencia en Perú, las uvas pisqueras y la vinificación no convencional, regresó a Perú y la pandemia la confinó en la Hacienda Murga, en el valle de Pisco, donde convivió con la belleza del valle, su perrita Campanita, sus uvas y la soledad de vivir apartada de cualquier ciudad y a miles de kilómetros de su lugar de origen.
Es fanática de la Fórmula 1, pero no maneja. Su mayor tesoro es la colección de Hot Wheels (carritos de juguete) que tiene en Brasil y comenzó a comprar desde los 10 años. “Tengo 373 carritos además de los 50 que tengo en Perú. Me encanta el universo de los autos, mi papá es un gran fan y a mi familia le gusta ir a ferias de autos antiguos o nuevos”, comenta Possamai –en perfecto español– sobre esta afición compartida entre sus dos países.
Se entusiasma al hablar del verano limeño, del Centro de Lima y las catacumbas a las que baja cada vez que puede. Y sus anécdotas las narra con mucho humor, como los detalles del origen de su nombre: “Mi papá estudió filosofía porque iba a ser cura y contó que cuando estudiaba para el sacerdocio, leía la palabra ‘pietra’ y decía: ‘Me gustaría tener una hija con ese nombre’”. Lee mucha poesía, ama a César Vallejo y a Blanca Varela. Dice que su idea de felicidad sería estar “con mis libros, mi música, mis escritos, mis vinos y la moda, y crear listas de canciones en Spotify”, afirma entre risas mientras come un delicioso croissant dulce en su nueva oficina de Barranco donde la encontramos para esta entrevista, pero se pone seria cuando comienza a hablar de vinos:
-¿Cómo así comenzaste una especialidad entorno al vino desde tan joven?
Mi ciudad es la capital del vino de Brasil. Hay como 120 mil habitantes y una cantidad de bodegas impresionante. Hacen mucho vino, jugo de uva, espumantes. A los 13 años, mi tía Remi me preguntó si quería inscribirme en una prueba para ingresar al instituto de enología. Entonces, a los 14 ingresé al IFRS - Instituto Federal de Educação, Ciência e Tecnologia do Rio Grande do Sul, Campus Bento Gonçalves. En Brasil puedes hacer secundaria técnica, en la mañana tendrás una educación tradicional y, en la tarde, como en mi caso, tenía clases de viticultura y enología.
-Naciste alrededor de las uvas, pero pudiste dedicarte a otra profesión. ¿Qué te hizo elegir la enología?
Pienso mucho en qué camino me llevó porque nadie de mi familia tiene nada que ver con los vinos, algo que en nuestra región es una excepción total. Mi mamá es peluquera y mi papá estudió filosofía, pero trabajó en ventas. Siempre me pareció muy interesante el paisaje de los sitios con vino, son únicos e inigualables.
-¿Cómo llegaste a la Bodega Murga?
Alberto Di Laura (destilador) y Arturo Inga (ingeniero, catador oficial de pisco y sommelier) tienen como amigo a Marco Tecchia de La Gastrónoma. Arturo iba con frecuencia y comentó que quería contratar a un enólogo de una vez, Marco le dijo: “No vas a creer en la suerte, hay una chica de Brasil y tiene experiencia con vino natural”. Con Murga tuve un super match mental y creativo, su filosofía, la manera en que miran muchas cosas. En dos semanas estaba en Perú y arrancamos. Todo 2019 viví en Miraflores e iba a la bodega en Pisco dos o tres veces a la semana, a veces me quedaba. En 6 meses ya tenía un conocimiento de la zona sorprendente. Siempre me gustó mucho viajar en carro porque mi papá fue representante comercial gran parte de su vida y para mí era lo mejor viajar con él.
-¿Cómo es la vida de una enóloga?
Tienes que conocer mucho el concepto de pluralidad. Tengo amigas y amigos que prefieren manejar solo producción, otros prefieren la postproducción, venta, explicar el trabajo que el colega hizo y yo me encontré en el camino. Me encanta estar esos 4 o 5 meses metida, ‘sin vivir’ y tener el vino listo, ir a la cata, hablar del vino, contar sobre él.
-¿Cómo es tu trabajo en Pisco?
En Pisco tenemos un clima donde nos falta un poco de frío, entonces yo busco un punto de acidez, una ventana de tiempo de 5 a 9 días para cosechar eso donde tenga una acidez interesante y sea un vino curioso, con personalidad, carácter y una cantidad de azúcar (que será alcohol) que no sea aburrida. Por esos días selecciono la uva, elijo el campo, pienso en el suelo y en cómo va a ser ese vino en la botella, quién lo va a tomar. Cuando veo la uva sé qué nombre tendrá el vino. Una de mis cosas favoritas de Murga es que recibieron abiertamente mi lado creativo, es mi pasatiempo poner los nombres de los vinos. Me siento plena con este trabajo porque ejerzo mi función que es elaborar un vino correcto con la mejor expresión de la uva. El enólogo debe tener mucha paciencia. Duermo muy mal porque no uso ningún producto en los vinos, entonces me preocupo y los cuido mucho, quiero que estén bien, quiero embotellar todo hoy para no arriesgar.
-Si una persona que todavía no elige su profesión lee esta entrevista, ¿cómo podrías definir la enología?
Creo que la enología y la viticultura te va a abrazar sea tu pasión la química, comunicar una bebida tan única y universal como el vino o la agricultura sostenible consciente o megaproducciones. Es un mercado muy interesante con muchas posibilidades. Muy temprano tenemos que tomar muchas decisiones y me doy cuenta que la enología fue positiva para mí porque me dio varios universos en un gran universo: me gusta comunicar el vino, socializar, hablando de por qué se llama Coral o Alejandría.
Me gusta estar metida a las dos de la mañana embotellando Petnat con la densidad para embotellarlo, me gusta estar metida en la bodega, arriba del tanque, oliendo la uvita que acaba de llegar fresquita a las 8 a. m. Uno siempre piensa que tiene que enamorarse rápido de lo que estudia y su profesión, pero la verdad es que el éxito está hecho de pequeñas victorias y un día te despiertas y te encantan lo que estás logrando. Se trata de estar contento con sí mismo y lo que tu trabajo está concretando.
-¿Cómo es desarrollar vino en un país que no consume mucho vino peruano?
Es un reto y además algo muy chévere, estoy muy agradecida de poder estar en el despertar del vino peruano, voy a llamarlo así porque diría que hace unos 15 o 20 años arranca con fuerza y desde el primer día que puse un pie en Perú tomé vino peruano, me gusta mucho consumir vino nacional. Así como en Brasil soy una abanderada de tomar vino brasilero, desde el comienzo soy hincha de la producción del vino nacional. Ahora que soy parte de eso me emociona mucho estar ayudando de la manera más sencilla y humilde que pueda tener en ese escenario. Siento cada vez más que las mesas tienen más vinos peruanos, es muy lindo. Murga tiene un destaque interesante y único que es un vino natural de uva criolla pisquera patrimonial. Entre esas uvas antiguas y rescates, la vida me puso en el camino, y ahí estamos vinificando Sophias y Campanitas.
-Cada etiqueta tiene una historia divertida detrás. ¿Nos comentas cuáles son?
Yo soy hija única entonces tuve que ser una niña muy creativa y eso lo manifiesto en mi trabajo. El primer vino al que le puse nombre fue el Barrel White y llegó la misma semana el Sophia L’Orange, dos estrellas, una de la música y otra del cine, vinificadas. Me divierte que tengan nombre y sean individuos, para mí es mucho más fácil tratar el vino cuando le pongo una personalidad, una cara, sé cómo se porta, con quién va.
-¿Cómo nació Sophia L’Orange, uno de los más exitosos de Bodega Murga?
Siempre me hablaban mucho del vino naranja; entonces, dije: “Hagamos un vino con nombre naranja, color naranja, etiqueta naranja, uva naranja (porque la quebranta es una uva que me gusta llamar pelirroja), sexy y divertido”. Todo fue natural y vi que tenía aceptación mi lado creativo. Después, vino Dríade, de los vinos que hice pensando mucho en lo que me gustaría encontrar al pedir un vino así. Es una albilla con barrica de roble, bien serio, bien viejo mundo, va en contra de todo lo que venía produciendo. Coral es un vino de playa y de verano, súper adaptable, es uno de nuestro únicos vinos que tienen una carga para carnes, cosas más contundentes. Alejandría es un homenaje porque la moscatel de Alejandría es nuestra uva de la niñez, la comemos helada y me gusta darle esa memoria afectiva y que la gente sienta que está comiendo uva Italia en casa de la abuela.
-La etiqueta de Campanita tiene la ilustración de una perrita con alas. ¿Qué hay detrás?
Cuando llegué a Murga en enero de 2020, en mi primera noche llegó una perrita beige caramelo con una pita rosada en el cuello y los ojos más temerosos del mundo. Pensé que estaba teniendo visiones y le empecé a hablar. Los guardianes me dijeron que era Campana. “Y ¿por qué Campana?”, les pregunté, y me dijeron escúchala, y es que ladra fatal. Después Campana solo quería quedarse conmigo y así empezó nuestra amistad. Es muy desconfiada, diplomática, me gusta mucho su personalidad, su carácter y quise hacerle un homenaje. Mi papá la llamaba Campanita por videollamada y así nació el nombre del vino. Ella está muy orgullosa de su homenaje. Amistad con humanos tenemos siempre, pero siento que un animal te elige, por eso era algo grandioso para mí.
-Según tu experiencia, ¿cuál es actualmente el papel de la mujer en el mundo del vino?
Hoy y siempre nuestro papel como mujeres en el mundo del vino creo que es tornar ese mundo aún más profesional, competente, más libre sin duda. Es importante reforzar que siempre estuvieron grandes mujeres en el mundo del vino y gracias a ellas, a ese camino que abrieron hace muchos años, conquistamos espacios. No puedo decir que es sencillo o natural porque demanda mucho esfuerzo y pruebas de capacidad y competencia, todas sabemos de eso en distintos rubros. En mi rubro hay que comprobar que sabes y entiendes las cosas, es interesante que la gente se siga sorprendiendo cuando escuchan que es una enóloga mujer, está muy incrustado el relacionar al profesional del vino con una figura masculina. Sigamos conquistando espacios y creando cosas con nuestra manera, nuestra cara, nuestra forma de ver las cosas y mirar la vida.
Bodega Murga: detalles de los vinos
-Sobre los vinos que producen, ¿cuáles son sus características?
Producimos vinos naturales. Usamos materiales de primera calidad, tanques de acero, ninguno de plástico, barricas de roble francés y de acacia. Acacia es otro tipo de madera que en los vinos naturales es largamente utilizada porque tiene un aporte más sutil. Tenemos huevos de concreto, piezas únicas sin metal que vienen de Francia, son de microoxigenación más delicada, no va a aportar aromas terciarios como pasaría con la barrica que te va a traer notas olfativas. Las ánforas de arcilla que tenemos vienen de un pueblo de Toscana (Italia), conocido por la pureza de los minerales de su suelo, por dentro revestidos de cera de abeja para que tengan mayor vida útil.
¿Maridajes?
Los vinos de Bodega Murga son versátiles, los pienso siempre en platos marinos, con carne y sin carne, en preparaciones que usen vegetales y legumbres de maneras inesperadas e insólitas. Siempre que pruebo el Blend 2021 pienso en una carapulcra. El mollar es nuestra uva con más dominancia, interesante en boca, a ciegas podría pasar por un tinto ligero, tiene una buena astringencia y aguanta platos más contundentes como un cordero, una carne sin tanta grasa. La Italia va bien con el ceviche. Me sorprende la versatilidad de los vinos que encajan muy bien con la riqueza y autenticidad de la gastronomía peruana. Es un súper match.
-La ubicación de la bodega, en un valle y cerca al mar, ¿cómo influye en la uva y los vinos esta geografía?
Estamos hablando de una zona extremadamente franco arenosa, pura piedra y un poco de arena. Tenemos vinos súper minerales, salinos, brisa del mar, algunas albillas son casi saladas al final. Son vinos inesperados, mucha gente se sorprende por eso y pasa porque no lo corrijo, es el vino correcto, siempre quiero entregar un producto que esté bien, de calidad, sano. No porque es un vino natural tiene que tener fallas o defectos. No son filtrados ni clarificamos entonces todos traen un poquito de sedimento en la base, está bien, es natural. Me gusta que tengan sus colores delicados, no tenemos todavía un vino muy tinto que te pinte los dientes. Tengo blancos, rosados, el mollar puede ser un clarete, en el futuro puede que tengamos, la planta va a responder eso.
Como información, ¿qué es lo que hace caro --o barato-- un vino?
Primero miraría el precio histórico, los vinos carísimos lo son porque tienen una historia súper antigua, son vinos de muchos años, son caros porque vienen de muy lejos, son hechos en poca cantidad y la uva es cuidada. Pero el precio de un vino está en el cuidado que tienes desde el campo, la manera en que lo vas a vinificar, la cantidad que vas a producir y los materiales que usa. En mi experiencia tienen un buen corcho, una linda botella, cuidado de etiquetas, tanque de acero… son elecciones, en cada elección renuncias a algo.
Más datos
- Bodega Murga trabaja actualmente con 5 uvas: mollar, albilla, italia, quebranta y negra criolla. Además, tienen un minicampo experimental de moscatel e italia rosada.
- Los viñedos y la bodega están ubicados en el mismo corazón del Valle de Pisco, en el distrito de Humay, a unos 25 kilómetros del mar.
- “Arturo Inga es ingeniero de formación, pero, más que eso es catador oficial de pisco, sommelier y es nuestro gran maestro que coordina que toda la ‘orquesta’ esté sintonizada. Alberto Di Laura es nuestro destilador. Cuando los conocí sentí que éramos los tres mosqueteros, estoy muy agradecida, hicimos una amistad inigualable”, agrega Possamai.
- Piscos y mistela: “Tenemos piscos con una destilación única, reposo mínimo de 30 meses. Los 4 piscos que tenemos tienen 48 meses de reposo en tanque de acero. La mistela, que es nuestra preciosidad total, es una mistela en general 60% mosto fresco y 40% aguardiente de vino de la misma uva”.
- Los vinos de Bodega Murga se encuentran en restaurantes y por la página web: www.bodegamurga.com
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