Dueos de ese carisma especial que envuelve a los graduados en la universidad de la vida. Hbiles en el transporte zigzagueante de platos calientes y botellas heladas. Amigos de la libreta y el lapicero, pero ms del delantal. Duchos en el arte de la comunicacin interpersonal con el que est sentado a la mesa. Los pocos mozos adultos mayores que an quedan en los ms icnicos restaurantes y bares del Centro de Lima atesoran en sus recuerdos personajes, ancdotas y modales que hoy son imaginados en color sepia por las nuevas generaciones de sus colegas y comensales.

EL TOLEDO DE HURFANOS Esquina de Puno y Azngaro. Principios de los aos 80. De pronto, a eso de las 2 de la tarde de un da cualquiera, llegaba el entonces presidente Fernando Belaunde a la Antigua Pastelera y Panadera Hurfanos. Al entrar, alzaba recta la mano derecha hasta la altura de su rostro. El saludo del arquitecto era para todos al mismo tiempo, recuerda Esteban Manrique Espinal, a quien los asiduos a los Hurfanos conocen como Toledo, en alusin a otro ex presidente y primo directo suyo.

Al amable Esteban le sienta bien el blanco de su uniforme. Mientras evoca tiempos idos no puede evitar sonrer. Belaunde llegaba de sorpresa. Siempre peda ravioles y su infaltable copa de vino tinto. Se tomaba su tiempo para almorzar. Una vez, cuando el terrorismo empezaba, lo escuch decir sobre s mismo: Si me matan, matan a un viejo. Era humilde, pero a la vez elegante, rememora Esteban, de 72 aos y natural de Cabana, ncash.

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Esteban Manrique Espinal es el mozo ms reconocido, querido y experimentado de la panadera y pastelera Hurfanos. (Foto: Paul Vallejos / El Comercio)

Esteban naci en la misma tierra que su famoso primo, al que solo ha visto en una fiesta de paisanos en Zrate, a principios de este siglo. Es el mozo ms experimentado del centenario local, especializado en pastas. Trabaja ah desde 1965, ao en que lleg a Lima. Se hizo mozo luego de 18 aos de estar sentado tras la caja. No se puede discutir con el cliente. Hay que ser su amigo, y muy educado, advierte.

En Hurfanos tambin hay platos criollos. Tiene fresco en su memoria el garbanzo con bacalao que cada Jueves Santo peda Alfonso Barrantes cuando era alcalde de Lima, tambin en los ochenta. Un caballero, Frejolito,comenta.

EL RECIO DEL QUEIROLO Mirada intimidante y ceo fruncido: as, Alfonso vila Garca, de 65 aos, toma la orden con la voz de un militar que pasa lista a su tropa. Pero entre apunte y apunte, en medio de la Bodega Queirolo, fundada en 1920 en el cruce de los jirones Quilca y Caman, su dureza tiene la extraa cualidad de arrancar tmidas risas entre los comensales. Ello, por lo jocosos que pueden resultar sus Espere, la comida despus, primero las aguas! Gaseosas? Cervezas?, No pida eso, hoy no vino el cocinero que lo hace bien y Bueno, mientras piensan, ya regreso.

Ay de aquel cliente que proteste por su trato y subestime su metro y medio de estatura. Una vez, un cliente se me puso machito. Intent darme un cachetadn, pero antes de que su mano llegue a mi cara, le met un tremendo patadn que lo tumb de la silla. Otro me dijo: Cuidado, es un fiscal!. Qu fiscal ni ocho cuartos!, repliqu.

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Alfonso vila Garca es un baluarte del Queirolo. De carcter imponente, es conocido por su rapidez y pragmatismo en la atencin.(Foto: Paul Vallejos / El Comercio)

Alfonso es mozo del Queirolo desde hace 38 aos, interrumpidos brevemente por tres renuncias. Pero desde hace 22 aos sirve de corrido en ese bar, refugio de escritores, pintores, periodistas y msicos.

Pero as, recio, la gente lo quiere y l se jacta de ser el mejor vendedor del local. Un mozo debe tener voz de mando. Eso s, nada de lisuras. Si les incomoda a los clientes, les explico que si no les pregunto rpido, sus platos demorarn, dice el hombre que en los aos 80 y 90 acompaaba de noche, con un fierro casi de su tamao, a los clientes pasados de copas a la plaza San Martn para que tomen taxi. Por ac los choros ya me conocen. Me respetan, jura el huanuqueo.

Para l son inolvidables los sancochados que peda Luis Alberto Snchez, las cervezas del pintor Vctor Humareda y las medias reses (medias botellas de pisco) del declamador Hudson Valdivia, quien ms de una vez recibi la ayuda de Jorge para enamorar a damas de otras mesas: el mozo les llevaba versos que el mejor recitador de la poesa de Vallejo les escriba en servilletas.

LA LEYENDA DEL CORDANO Hace dos aos Rafael Cerna Gonzlez le dijo a El Comercio que solo dejara el Cordano cuando suelte un plato. Y ese da lleg hace un mes. Tras ms de medio siglo trabajando en el histrico local de la cuadra 1 de Carabaya, frente a Palacio de Gobierno, una dolencia lo ha obligado al retiro definitivo a sus 79 aos. Pero jams olvidar a Belaunde tomando a pico su Coca-Cola, a Alan Garca devorando tacu tacu con apanado y a Martn Adn tirando al suelo servilletas en las que haba escrito poemas.

Los mozos de antes tenan sus clientes. Cuando el cliente no encontraba a su mozo, se iba, volva al otro da. Eran fieles, dijo aquella vez. Tena razn.

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Los recuerdos de presidentes comiendo en el Cordano son recurrentes en Rafael Cerna Gonzlez, hoy retirado por enfermedad. (Foto: Paul Vallejos / El Comercio)