LUIS SILVA NOLE

Dice que se acuerda de que es un adulto mayor solamente cuando le ceden el asiento en la combi. Que convertir las calles en espacios atractivos llenos de arte, música y deporte es una fórmula infalible para alejar a los jóvenes del pandillaje y de las drogas. Que lo que más detesta es el desprecio que muchas veces siente el ser humano por su prójimo.

A sus 63 años, José Ignacio Mantecón Sancho, padre ‘Chiqui’ para todo el mundo, es uno de los personajes más queridos de El Agustino, y la tiene clara: “Muchos tratan a los pandilleros como animales y no se dan cuenta de que son seres humanos que solo quieren una mano amiga. Entendí que la mejor manera de ayudarlos es meterse en su contexto, saber sus carencias, sus necesidades”.

Este sacerdote jesuita llegó al Perú en 1984 para trabajar en los colegios Fe y Alegría, pero fue en el popular ‘Agucho’ donde afianzó no solo su labor pastoral como puntal de la parroquia Virgen de Nazaret, sino también su eficaz trabajo para alejar del vicio y la violencia a las barras bravas, pandilleros y drogadictos canalizando positivamente con música y deporte su energía mal llevada.

Luego de más de dos décadas enderezando caminos, ‘Chiqui’ sigue siendo el principal motor de la Asociación de Grupos Juveniles de El Agustino Martin Luther King (MLK), que formó a mediados de los noventa con ex integrantes de la pandilla Los Picheiros. El fútbol fue y es la principal manifestación de la asociación. Su equipo mayor es habitual protagonista de campeonatos de liga en canchas de tierra. Sus divisiones menores, gracias a los contactos y diligencias de ‘Chiqui’, se codean con técnicos de la Fundación Real Madrid tanto en Lima como en la capital española.

“En El Agustino he visto a chicos que conocía muertos por balazos o pedradas. Eso es muy doloroso. Aunque eso ya bajó, igual hay mucho por hacer. Por eso impulsé la práctica del fútbol y de la música con el Agustirock, para que estos muchachos tengan un sentido. Felizmente la policía también apoyó la labor”, evoca el sacerdote para El Comercio.

“Me siento peruano. En El Agustino está mi gente, mi vida. Si algún día la Iglesia me mueve –exclama–, me gustaría que sea a un sitio donde también haya necesidades”. Aunque nació en Zaragoza, España, el padre ‘Chiqui’ hoy tiene DNI peruano y confiesa que nostalgia es lo último que siente en las visitas que hace a su país natal. Así sucedió la semana pasada cuando estuvo en Madrid, encabezando la delegación peruana que participó en un triangular Sub 13 de fútbol 7, con un equipo chileno y el mismísimo Real Madrid.

La mayor parte de la delegación estuvo integrada por el equipo del colegio Fe y Alegría N°3 de Pamplona, que logró su pasaje al Viejo Continente tras ganar al MLK en la final de la tercera Copa Endesa. Ese torneo se dio gracias al apoyo de la empresa de generación y distribución de energía eléctrica, y a la Fundación Real Madrid, que impulsa el deporte entre chicos de escasos recursos gracias a un convenio firmado con la asociación MLK, de ‘Chiqui’.

A él no le gusta que lo traten de usted y viste camisetas manga cero. El arete que sobresale en su oreja izquierda y su contagiante ritmo de rock que comparte cada vez que le alcanzan una guitarra demuestran su espíritu juvenil.

“Seguiría jugando fútbol si no fuera porque hace unos años me rompieron los ligamentos del tobillo”, asegura el religioso. Y lamenta que muchas veces la Iglesia olvida buscar a la oveja perdida y dejar a las otras noventa y nueve, como el mismo Jesús pregonó.