DIEGO CASTILLO

Julio es un perro labrador de 12 años, que cuenta con el grado honorífico de ‘capitán’, que le otorgó la Policía Nacional y la Junta Vecinal de Miraflores. Recientemente, el can recibió un homenaje de sus colegas en la Comisaría de Miraflores, quienes han colocado una estatua de él en el frontis de dicha dependencia, en reconocimiento a su valor como protector de vecinos y transeúntes.

Con el cuerpo desnutrido, la piel color marfil y cándidos ojos rojos, Julio era todavía un cachorro que deambulaba por las calles de Lince hasta que Carlos Iglesias, por ese entonces Superior de la Comisaría de Lince, lo encontró merodeando por el distrito y lo rescato de una vida callejera al notar en él condiciones naturales para ser adiestrado. “Julio tenía un instinto policial innato. Desde pequeño estaba cerca de la policía, ladraba a todo tipo de personas sospechosas y ayudaba a capturar delincuentes o frustrar crímenes sin necesidad de ningún tipo de entrenamiento”, recordó Iglesias, quien ahora es jefe de grupo de patrullaje de la Comisaría de Miraflores.

Bajo el liderazgo de Iglesias, Julio destacó por encima de otros perros protegiendo a los ciudadanos. En el 2005, cuando Iglesias pasó a la Comisaría de Monterrico, Julio ayudo a capturar a varios delincuentes. “Los ciudadanos de Monterrico recuerdan especialmente cuando en medio de una balacera, sin vacilación, Julio se abalanzó sobre un delincuente que había herido de bala seriamente a un oficial. El maleante no tuvo oportunidad de reaccionar porque Julio lo derrumbo de una fuerte embestida, originando su captura”, recordó el agente.

En el 2010, Julio también se consagró en Miraflores cumpliendo su vocación natural: detener a los villanos y borrachos que amenazan la tranquilidad de la zona. A comienzos de año, por sus antecedentes en las comisarias de otros distritos, la Junta Vecinal coordinó con la Dependencia de Miraflores nombrar a Julio con el cargo de ‘capitán’ por su incondicional compromiso con la seguridad.

Dos años después, a la entrada de la dependencia miraflorina, sentado en posición de vigilia y con la mirada al frente, yace inmortalizado Julio, en una estatua dorada, valorizada en US$ 1.000, que el empresario Carlos Carreño instauró por la profunda admiración que siente por el can, desde que se enteró de sus hazañas en Monterrico. Ese mismo día, en una pequeña ceremonia, Julio fue condecorado como ‘capitán’ y reconocido por los vecinos y oficiales policiales de Miraflores como un héroe.

El gran logro de Julio y también la razón por la que fue premiado como ‘capitán’ ocurrió en diciembre de 2012, a pocos metros de la Comisaria de Miraflores. Carlos Carreño, Jefe de Servicio Técnico de la tienda Hiraoka cercana a la dependencia revive el hecho con orgullo: “Julio estaba en la entrada de la comisaria, cuando nadie más que él vio que la puerta del conductor de un carro estaba siendo forzada por un hombre con una palanca. Apenas lo detectó, valientemente se lanzó encima del delincuente, lo tumbó y ladró de inmediato para que los policías lo capturen”, indicó.

Con doce años en el lomo, Julio pasó de una vida callejera a ser todo un héroe. Tras sus proezas policiales en distritos como Lince, Monterrico y Miraflores, Julio se ha ganado el cariño y la gratitud de sus vecinos y colegas. Con algunos cortes en el rostro y en el pecho, producto de sus luchas con malhechores, hoy Julio goza de un retiro silencioso que todavía no da tregua a la delincuencia: recostado y manso en la entrada de la Comisaría de Miraflores, espera al acecho de los maleantes que se atrevan para estamparles su huella.