Cien días es lo que dura el enjundioso embarazo de una leona, madre de reyes. En ese lapso este gobierno está muy lejos de haber parido un cachorro príncipe y promisorio. En cambio, ha sucedido lo de la fábula del parto de los montes: lo que ha venido al mundo es un pericote. Idónea representación animal de la insignificancia y la incompetencia. No hacen nada, pero joden.
Faltan calificativos para hacerle justicia a la sucesión de despropósitos y personajes inverosímiles que han ostentado el poder en estos largos y accidentados cien días. ¿Cómo nombrar las inmensas ínfulas que brotaban del pequeño, misógino y homofóbico Guido Bellido? ¿Cómo conciliar las bravatas cocaleras de Guillermo Bermejo con su salida tipo Yahaira Plasencia de la jarana Barranzuela?
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Lo preocupante es que estos primeros cien días sean los menos malos de los que aún le quedan a esta gestión.
Sobre el papel, aún faltan mil setecientos veinticinco días más de este mandato. Cuánto anónimo debe estar ahora mismo cortándose las uñas del pie sin imaginarse que pronto serán los protagonistas del nuevo escándalo, neologismo y meme de turno. A sus familiares, sangre en la cara cuando ese momento llegue.
Dicen los orientales que en toda crisis hay una oportunidad. Desde el razonamiento inverso los peruanos sabemos que la presa siempre viene con hueso. Aquí están esos cartílagos. Debidamente sazonados ofrecen conceptos que han quedado institucionalizados como rasgos, ojalá fallidos, de la peruanidad contemporánea.
· La picazón de Francke. - Está en la Biblia: Cuando la ofrenda de Abel agradó a Dios y la de Caín no, Caín mató a su hermano por envidia. Cuando Pedro Francke tuvo envidia de un auto, creó un impuesto.
En ese modesto pero significativo gesto el señor Francke ha revelado el sustrato que hace ineficiente a la izquierda, y en el caso local, inútil: la riqueza no se crea, se envidia.
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· Salvo el Mundial de globos todo es ilusión. - El presidente Castillo no ha dado una sola entrevista en su gobierno. Guardó pasmoso silencio en los momentos más decisorios, aunque nunca dudó en declarar insensateces no solicitadas que solo han favorecido al negocio de cambio de dólares.
Sin embargo, cuando la nación tuvo el indescifrable honor de ganar el primer campeonato mundial de globos, desde su investidura tuiteó celebrando la “digna representación del país”. Como dijera el influencer español que organizó el evento, qué cojones. En siglas anglosajonas: WTF. Es castellano, ni puede ni quiere.
· La vecina de Barranzuela. - Lo extraño no fueron el pelo escarlata, las cejas tatuadas, ni la toalla color pikachú. Tampoco resultó llamativa la coartada infantil con la que la vecina del ex Ministro Barranzuela salió a declarar, parlante en mano, una fantasía a la medida del vecino jaranero.
La epifanía fue la caca de perro desparramada en su patio. Esa ágora excrementicia le daba el contexto perfecto al embuste como estilo de gobierno. La madre de todas las metáforas.
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· Reunión de trabajo hasta las últimas consecuencias. La jarana criolla de Barranzuela es un eslabón más de esa cadena inaugurada como presidente electo en la casa de Breña. Ahí se inauguró la reunión de trabajo como espacio liberado para operar bajo el radar. Como por ejemplo rifarse el VRAEM al son de Eva Ayllón y un Cuba Libre.
Si mientras tanto los niños pasan 600 días sin pisar la escuela, la mina de cobre más grande del país sigue sin operar, y el resto de la república arde ante el acecho del narcotráfico y el vandalismo, qué importa.
Para eso están los militares en la calle con un fusil de asalto vigilando que el pueblo, el mentado pueblo, no se pase una luz roja. //