IÑIGO MANEIRO
Junto a la Panamericana, la central es la carretera más importante del país y, como todas las vías transversales que cruzan el país de este a oeste, está llena de contrastes. Gran parte del recorrido va paralelo al río Rímac, siendo su parte baja, entre las provincias de Huarochirí y de Lima, comercial, densa en tráfico y con una amplia oferta de servicios, donde destacan recreos campestres y pollerías. La Carretera Central o PE-22 conecta la costa con la despensa del Perú: el valle del Mantaro y la selva central, además de las ciudades de Huancayo y Huancavelica. Su punto más alto, a 4.818 m.s.n.m., es Ticlio o abra Anticona, nombre de uno de los tres nevados que se encuentran en ese lugar (Meiggs, San Andrés y el propio Anticona).
Hasta hace poco, ese punto geográfico era el tránsito ferroviario más alto del mundo, hasta que llegó el ferrocarril que conecta Xining con Lhasa, en el Tíbet, y que sube hasta los 5.072 m.s.n.m.
LAGUNAS Y MINAS Tras recorrer la avenida Ramiro Prialé y pasar Huachipa, los puntos de mayor interés en la parte baja del viaje son Chaclacayo y Chosica, lugares de clima seco y agradable, donde se mantienen en pie casonas de finales del siglo XIX y principios del XX.
A medida que ascendemos, y sobre todo a primeras horas del día, podremos observar los Andes que por el efecto de la luz se vuelven casi transparentes. La carretera es punto de conexión a otros destinos de gran interés. Tras pasar la central hidroeléctrica de Moyopampa y Ricardo Palma, conectamos con Santa Eulalia y Marcahuasi, y desde Matucana podemos acceder a San Jerónimo de Surco y a Tambo de Viso. Este último lugar es una pequeña localidad de casas de adobe, con el aire más puro que podamos respirar, está situado en un valle verde y estrecho. A medida que ascendemos, la geografía cambia, se pasa por lugares como El Infiernillo, un accidente natural formado por la erosión del agua.
Las partes altas, antes y después de Ticlio, nos muestran el paisaje característico de la puna. Amplias extensiones de pasto, donde se ven alpacas pastando, se unen a hermosas lagunas de color azul, como Churuca. Comenzamos el descenso hacia la vertiente occidental. La belleza paisajística de los espejos de agua, las montañas de tonalidades diversas y los campos de cultivo contrastan con los lugares que vienen después, en los que la actividad minera y metalúrgica marca un paisaje que parece de otro planeta.
La carretera comienza a entrar en el amplio y luminoso valle del río Mantaro con el que nos acercamos hacia Jauja y su desvío a la Reserva de Nor Yauyos, Concepción y Huancayo, y todos los lugares a los que podemos llegar desde ellos: Huancavelica, Satipo y Pangoa, o la selva central de Chanchamayo y La Merced. Otros destinos, otros viajes.
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