IÑIGO MANEIRO LABAYEN
Tarapoto está rodeado de tres valles: uno es el que nos lleva a Chazuta, que es frondoso y está atravesado por los ríos Mayo y Huallaga. Otro, más amplio y luminoso, que conduce a Lamas y en el que en sus cerros se aprecia la intervención humana pues hay menos árboles y más pastizales. El tercero es pequeño, boscoso, parece encantado y está formado por pueblos pequeños con nombres de santos. El río de este valle es el de Cumbaza.
En San Antonio de Cumbaza vive Manolo de la Cuba, empresario, trotamundos y ex profesor. Él decidió dejarlo todo para levantar un pequeño lodge de madera que mira al río. Es un lugar rodeado de vegetación, aves multicolores y una piscina azul que contrasta con el verde de la selva.
Con Manolo he llegado hasta una de las cataratas más bellas de la región, Huacamaillo, escondida en un ramal del río con playas de arena blanca. Esta caída de agua forma una especie de cueva donde nos bañamos. Manolo también me muestra una panadería donde devoramos exquisitos panes recién salidos del horno para, después, visitar a El Químico, y probar los mejores macerados de aguardiente de la zona.
PROYECTOS VERDES Armando Rodríguez y Johanne Delisle viven en un antiguo pastizal de 14 hectáreas que lo van transformando en una pequeña selva llamada Tambo Ilusión. Cuando entré vi la laguna y el aguajal brillar con la luz de la tarde.
Sus cabañas de madera se encuentran dispersas en ese terreno que cada vez es más verde. Son vegetarianos, hacen yoga, apicultura y lombricultura, y tienen un huerto en el que participan todos.
La calle Lamas de Tarapoto concentra la mayor oferta nocturna de la ciudad. Sus bares y restaurantes no diferencian los días de la semana. En esa calle vive Cindy Reátegui. Joven, sonriente y apacible hace que me pregunte cómo puede manejar todos los negocios de una familia que es la más carismática de Tarapoto.
Dirige una operadora turística que te lleva a todos los rincones de San Martín, el hotel y restaurante La Patarashca, el mejor de la ciudad y el café bar Suchiche.
Gennaro Lettieri es un italiano que siempre está de buen humor y que no conoce el estrés. Dejó su puesto de banquero exitoso en Londres para venir a Tarapoto, y desde hace 4 años dirige Tabacalera del Oriente, la única empresa que hace puros en Perú de una calidad que compite con las potencias centroamericanas.
Amante de los habanos, me muestra este proceso artesanal que parece que no ha cambiado desde hace siglos, dando trabajo a la gente de la región para producir, todos los años, más de un millón de puros que se reparten por el mundo entero.