Alfonso Barrantes: El recordado ‘tío frejolito’
Un 30 de noviembre de 1927, Alfonso Barrantes Lingán vio la luz en el pueblo de San Miguel, en la verde Cajamarca. Este abogado de pequeña estatura, hablar pausado y muy galante con las damas llegó al sillón municipal de Lima en 1983, considerado el primer alcalde de izquierda de la capital. Huellas Digitales rememora sus 85 años a través de fotografías históricas y algunos pasajes de la vida del conocido ‘tío frejolito’.
Antes de ser el ‘tío frejolito’ fue ‘El Cuervo’. Se ganó ese apelativo al guardar un riguroso luto de 10 años por la muerte de su madre. De familia muy religiosa, aprendió gracias a su abuelo los himnos religiosos, que cantaba en la iglesia del pueblo. De adulto se confesó cristiano, la fe en Dios lo llevó a decir en algunas oportunidades frases como: “Que Dios nos libre de la intolerancia” o “Que sea lo que Dios y las bases de Izquierda Unida quieran”.
‘El tío frejolito’
Precisamente fue con el apoyo de la Izquierda Unida, fundada en 1980, que llegó al sillón municipal tres años después. Desde allí creó el programa nacional del Vaso de Leche, una de sus obras más significativas. Para lograrlo tuvo que tocar muchas puertas, y varios de sus partidarios fueron testigos de ello.
Fue por esos años donde también se hizo conocido como “Frejolito”, sus seguidores decían que ese apelativo lo pinta como un hombre popular, porque el frejol era el plato del pueblo. Otros decían que era por su pequeña estatura. Lo cierto es que Barrantes supo llegar a la gente, tanto así que es considerado como uno de los mejores alcaldes de Lima y uno de los más honrados.
Su compañero y amigo Henry Pease contaba admirado que “nadie ha podido presentar una denuncia sobre su gestión. Él demostró que el camino de la honradez es el único que tiene vigencia”.
Pasado aprista
Antes de ser partidario de la izquierda nacional, perteneció a las filas de la estrella. Su tío Augusto Lingán, dirigente de la base aprista en Cajamarca, se encargó de empaparlo hasta que el joven Alfonso decidió inscribirse como militante. Ya en Lima cursó estudios de Educación, Filosofía y Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; 10 años en total. Presidió la Federación Universitaria, en la época en que el aprismo contaba con el apoyo unánime de los estudiantes.
Sin embargo, la mañana del 8 de mayo de 1958, los estudiantes sanmarquinos mostraron su lado más rebelde ante la visita del político norteamericano Richard Nixon. Entre ellos estuvo Barrantes, y según cuenta la leyenda, fue él quien lanzó el escupitajo al visitante del norte, motivo por el cual habría sido separado del partido aprista. Al final, nadie pudo comprobarlo.
La izquierda legal
En 1960 se inscribió en el Partido Comunista Peruano y desde ese momento comenzó su historia en la izquierda peruana. Al poco tiempo, este cajamarquino supo lo que era la prisión. En 1963 ingresó en el penal El Frontón al ser considerado por los altos mandos del Ejército de ese entonces “un subversivo que obedecía a las órdenes del comunismo internacional”.
En 1978 fundó la Unión Democrática Popular (UDP), pero dos años más tarde creó la Alianza Revolucionaria de Izquierda para postular a la Alcaldía de Lima, pero no prosperó. Fue con el apoyo de la Izquierda Unida, un frente que unió a los diversos grupos de izquierda peruanos, que pudo llegar a la alcaldía de Lima.
Con el mismo partido en 1985 postuló a la Presidencia de la República, pero renunció a participar en la segunda vuelta, dejándole la vía libre al líder aprista Alan García.
En 1990 volvió a ser candidato presidencial, pero sin suerte. Dos años después la Izquierda Unida se disolvió. Una de sus últimas apariciones políticas fue en 1996, cuando Alberto Andrade lo llamó para presidir nuevamente el programa del Vaso de Leche de la Municipalidad de Lima.
La Paloma de ‘Frejolito’
Sin embargo, un cáncer silencioso en el páncreas hizo que se alejara por completo de la vida pública. Cuando se enteró de la noticia, cuenta su amigo el desaparecido periodista Manuel Jesús Orbegozo, dijo: “Y ahora, ¿qué va ser de mi mamita?”, se refería a doña Susana, su tía madre, quien siempre lo acompañó.
Orbegozo también recuerda los viajes juntos y los desayunos en su casa de la urbanización La Capullana en Surco, donde comía sus tres huevos con rocoto molido. Allí mismo tenía una nutrida biblioteca, que luego fue donada a la Biblioteca Nacional, y sus pinturas personales como la que le hizo el pintor ecuatoriano Osvaldo Guayasamín.
Para muchos, Alfonso Barrantes gozaba de grandes virtudes, entre ellas la galantería con las mujeres. ¡Cómo no recordar a su entrañable amiga la cantante española Paloma San Basilio! Una fotografía de 1984 delata la cercanía que había entre ambos. Cada vez que venía a Lima lo visitaba y él la atendía lo mejor posible.
El 2 de diciembre del 2000, en la calurosa Cuba, dio su último suspiro. En el recuerdo quedará el hombre que recorría con su vaso de leche en mano los barrios populares de Lima, manejando su viejo Volkswagen celeste de los años 70, leyendo a César Vallejo o cultivando rosas, sus otras pasiones.
(María Fernández Arribasplata)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio