Mauro Mina: recuerdos de un ‘duro’ del box peruano
El 22 de noviembre de 1933, en una hacienda de Chincha, un niño nació y le pusieron de nombre Mauro. Sería Mauro Mina Baylón, quien rindió un culto insobornable al box y se convirtió en el “Bombardero de Chincha” o el “Expreso de Chincha”. Fue un neto peleador semipesado (aunque apareció en 1953 como liviano) e hizo historia en la década de 1960. El 1 de junio de 1993, hace 20 años, murió este roble humano, de lejos el mejor púgil peruano, libra por libra.
Dicen que tomaba como refuerzo infalible un vaso de sangre de toro. La verdad es que a los 20 años de edad empezó a boxear profesionalmente, y lo hizo con una victoria ante el chileno Manuel Vargas. En su esquina lo asesoraba Otto Salas, y con él se mantuvo invicto durante algunas peleas en el Perú, hasta tener su primera derrota en Brasil, a manos de Luiz Ignacio.
Todavía era peso liviano y no tardaría en ser Campeón Sudamericano de esa categoría. Eso ocurrió en 1960.
Las peleas claves
Después lo entrenaría Joe de León, y durante la primera mitad de los años ‘60 sostuvo como semipesado choques fuertísimos; uno de los más recordados ocurrió el 17 de octubre de 1962, ya como el quinto del mundo. Ese día enfrentó al N° 1 de los semipesados, el entonces eximio y experimentado púgil norteamericano Eddie Cotton.
La pelea fue en el Estadio Nacional ante 40 mil espectadores, y el poderoso chinchano obtuvo una victoria -por decisión unánime- bajo el incesante grito de “túmbalo, túmbalo” de la afición boxística. Fue el primer escalón internacional de importancia y faltaban dos más para llegar a la cima.
(17/10/1962) Mauro Mina (D) durante la pelea en que venció a Eddie Cotton. Al fondo se distingue al árbitro José Salardi.
Para ello tuvo que ir al mismo Estados Unidos, la meca del boxeo mundial, para empezar a escalar. En ese trayecto se cruzó en la vida del noqueador estadounidense Henry Hank, de Detroit. Fue el 24 de noviembre de 1962, y ocurrió nada menos que en el mítico Madison Square Garden de Nueva York. Era el debut del peruano en ese espectacular escenario.
La pelea fue trasmitida a todo el país por América Broadcasting Company. Los diez rounds fueron tan emocionantes que la gente pasó del miedo al inicio -por la habilidad técnica del rival- a la tranquilidad de ver a Mina demostrar su potencia y dejar al borde del nocaut a Hank.
Hubo público peruano haciendo vivas de “¡Perú, Perú!” y la bandera nacional flameando entre los espectadores. El aliento peruano se dejó sentir.
La polémica
El 18 de enero de 1963 peleó la revancha con Eddie Cotton, y ya entonces se rumoreaba un mal en el ojo izquierdo que aquejaba al campeón. En marzo de ese año habría sido operado, algo que no fue confirmado por su cuerpo técnico.
El 3 de marzo de ese año, El Comercio dio la noticia de una operación ocular, la cual el equipo técnico de Mina no dio a conocer (aunque después su representante Oscar Terán trató de excusarse).
Pero, según contaron otros testigos, esa delicada lesión ocular provenía de mucho antes; incluso decían que se le había desprendido parte de la retina tras vencer en Lima, en 1962, al púgil cubano Lino Rendón, pese a ello peleó con Cotton en el verano del ’63, buscando posicionarse y asegurar la pelea de su vida para el campeonato mundial.
(15/07/1962) Mauro Mina (I) pelea contra Lino Rendon.
En 1963, luego de dominar y ganarle al ímpetu de un futuro campeón como Bob Foster, Mina había conseguido un sitial expectante en el boxeo internacional. Entonces le quedaba un solo peldaño para después enfrentar al campeón Willie Pastrano, quien en junio del ’63 había ganado el campeonato mundial al derrotar por puntos al favorito Harold Johnson. Ese último peldaño era Allen Thomas. Otra vez el Madison lo esperaba.
La fecha de la pelea estaba pactada para el 23 de noviembre de 1963. Nadie dijo nada de malestares o lesiones. Para sus representantes él estaba en inmejorable condición física.
La frustración
Pese a todo, el 20 de noviembre de ese año una comisión médica oficial detectó en el ojo izquierdo de Mina una operación de la retina, como se sospechaba antes y El Comercio había informado. Entonces todo se canceló. No se podía exponer la salud del boxeador nacional a un golpe fatal, aunque él todavía soñaba con el título.
Ese mismo día la portada del diario Decano fue contundente: “Por lesión en un ojo impiden pelear a Mina”. Y luego se editorializó comentando que “ha habido engaño y en consecuencia debe haber un responsable, que no es Mina”.
Ya para 1964 su carrera se acercaba al final. No era el mismo, pero su fuerza se mantenía aún intacta. Mina se quitó una espina el 19 de febrero de 1964 cuando enfrentó a Allen Thomas ya no en Nueva York sino en Lima. Fue un duro combate para un Mina que reaparecía luego de su problema ocular.
(12/11/1962) El Bombardero de Chincha junto al músico Nicomedes Santa Cruz, reciben un regalo de parte de la empresa Relojes Silvana.
Luego de los 10 asaltos de rigor, el veredicto fue empate. Mina terminó con el ojo izquierdo inflamado, casi desfigurado pero con fuerza aún.
Meses después se sintió con ganas para seguir boxeando, e hizo una pelea en el Luna Park de Buenos Aires ante el fuerte Gregorio “Goyo” Peralta, quien lo venció por decisión unánime (en 1970 ‘Goyo’ pelearía contra un George Foreman joven).
Casi fuera de la alta competencia, Mina se enteraría en marzo de 1965 de la derrota de Pastrano bajo los golpes del boricua José Torres, en el Madison Square Garden de Nueva York.
El 11 de noviembre de 1965, en Lima, peleó por última vez consiguiendo una victoria por decisión ante el italiano Piero del Papa.
Su récord fantástico para cualquier boxeador profesional fue de 58 peleas, 52 victorias (de estas 25 por nocaut), 3 derrotas y 3 empates.
(24/12/1981) Mina junto a su familia en vísperas de Navidad.
Mina no se alejó del boxeo, y en la calle Los Paujiles en Surquillo regentó por muchos años (décadas del ‘70 y ‘80) su propio gimnasio, donde preparó a nuevas figuras de los guantes gigantes.
En 1992 el IPD le otorgó los laureles deportivos. Y en Estados Unidos, donde los peruanos residentes nunca lo olvidaron, lo declararon Gran Mariscal.
Tras un preinfarto el 22 de mayo de 1993, Mauro Mina Baylón entró en coma. Falleció el 1 de junio de 1993. Aún no había cumplido los 60 años de edad.
(Carlos Batalla)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio