Introspectiva Tercera sinfonía de Mahler a cargo de la OSN
Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
La Orquesta Sinfónica Nacional inició su última temporada del año que trae cinco conciertos, los mas complejos y mas esperados del año por la calidad del repertorio. La inician con una obra grande y muy exigente como es la Sinfonía no. 3 de Gustav Mahler, una de las mas inspiradas y grandiosas de sus obras.
Para este programa se contó con la dirección del director brasileño Fabio Mechetti, con amplia experiencia internacional. Destacó su buena técnica, excelente sentido musical y de introspección que la obra requiere. Me sorprendió verlo dirigir esta gran obra de mas de 100 minutos sin partitura, totalmente de memoria.
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La orquesta, de mas de ochenta músicos, interpretó esta que es una sinfonía de sinfonías, ya que cada movimiento, por su duración y complejidad, es un poema sinfónico en sí. El primer movimiento, Kraftig. Entschieden.-Con Forsa. Deciso, de media hora de duración, es todo un viaje musical. El mismo Mahler lo llamó “(El Dios) Pan despierta, el verano se inicia” en el que los metales se lucen de manera especial, con una marcha fúnebre que nos pone en completo recogimiento y nos lleva por un viaje pastoral, algo parecido a la sensación que da “Muerte y transfiguración” de Richard Strauss.
Usualmente la sinfonía se divide en dos partes, con el primer movimiento en la primera y el resto después. Al final de este largo movimiento, se indica hacer una larga pausa, que usualmente es de 15 a 30 minutos. En esta versión, como algo poco frecuente, Mechetti decidió interpretar la sinfonía de corrido sin intermedios.
Los movimientos segundo y tercero son temas graciosos y alegres, Tempo di Menuetto y Comodo (Scherzando), descriptivos de la naturaleza y su belleza. En sus melodías podemos encontrar el sonido totalmente Mahleriano, que destaca en sus lieder y mayoría de obras. Es el respiro que el autor le da a esta dantesca obra introspectiva.
Luis José Roncagliolo, en la notas al programa del concierto, hace muy bien en mencionar tanto a la Sinfonía Alpina de Richard Strauss como a la película “2001″ de Stanley Kubrick para describir esta sinfonía y su efecto. En estos primeros movimientos encontramos muchas referencias de la obra de Strauss, sobretodo en el efecto de los instrumentos, percusión y trompetas, fuera del escenario, y esa atmósfera rural atemporal, propia de los Alpes.
La participación vocal es breve. La contralto aparece en el cuarto movimiento, Sehr langsam—Misterioso (Muy lento, misterioso), llamado por Mahler “Lo que el Hombre me cuenta…” es una fantástica narración del texto “Canción de medianoche” de “Así habló Zaratustra” de Nietzche.
¡Oh hombre! ¡Pon atención! – - ¿Qué dice la noche profunda? – ¡Yo dormí! – ¡Y desperté de un sueño profundo! – ¡El mundo es profundo! – ¡Y mas profundo de lo que el día recuerda! – ¡Profundo es su sufrimiento! – ¡La alegría es aún más profunda que la pena!. El sufrimiento dice: ¡Marchate! – Toda alegría quiere eternidad. – ¡Quiere una profunda, muy profunda eternidad!.
Josefina Brivio supo darle ese carácter religioso a la interpretación, con una voz lírica, timbre preciso y caracter muy sentido. La orquesta acompañó con una finura extraordinaria.
Las voces femeninas del Coro Nacional y el Coro Nacional de Niños, dirigidos por Javier Súnico y Mónica Canales, interpretaron el quinto movimiento, Lustig im Tempo und keck im Ausdruck (Alegre en tiempo y pícaro en expresión). En este caso tomando frases del texto Des Knaben Wunderhorn (El cuerno mágico de la juventud), obra muy recurrente en otras sinfonías y sus famosas canciones. Mucho mas breve que la participación de la contralto, la ejecución es precisa a la mano del director, y con muy buen gusto acoplada al ensemble orquestal.
El sexto y último movimiento, Langsam. Ruhevoll. Empfunden. (Lento. Tranquilo. Con sentimiento profundo) inicia el camino al fin con resignación y esperanza. Si bien mencionamos a Strauss y su “Alpina” al inicio de la obra, este movimiento me recuerda mucho mas al “Parsifal” de Wagner, ese que para el no era una ópera, sino un “Festival sacro”, ya que musicalmente suena mas a un enorme oratorio. Aquí la orquesta dirigida por Mechetti, nos lleva, con unos finísimos pianissimi, durante varios minutos, y con toda la masa orquestal in crescendo hacia un desenlace espectacular. Aquí vuelvo a recordar a Kubrick, y su final de “2001″, gracias a Roncagliolo, con el bebé mirando hacia la Tierra, que nos obliga a pensar sobre el por qué de nuestra existencia y nuestro propósito actual. Las mejores obras son las que nos dejan pensando. En este caso el efecto fue completo.
Esta grata interpretación continúa el ciclo de sinfonías de Mahler que la OSN decidió emprender en 2013 y continuará en 2015 con las sinfonías 4, 5 y 6. Para cualquier orquesta estas obras son todo un reto y la OSN ha sabido manejarlo y afrontarlo exitosamente. Sólo nos queda seguir apreciando a este gran compositor en la inmensidad e introspección de su obra.
Debo recomendar los próximos conciertos de la OSN esta temporada, donde destaca el estreno del concierto para cello y orquesta de Jimmy López, y la llegada del mas grande compositor vivo del mundo, Krzysztof Penderecki, para dirigir sus propias obras. Todo un evento histórico.