Joshua Bell y la ASMF dejan huella en Lima
Ciclo Sinfónico de la Sociedad Filarmónica de Lima. 11 de junio, Gran Teatro Nacional. Academy of St. Martin in The Fields. Joshua Bell, director. Programa: Mozart, obertura de “Le nozze di Figaro”; Mendelssohn, Concierto para violín y orquesta en mi menor, Op. 64; Beethoven, Sinfonía no. 3 en mi bemol mayor, Op. 55 “Eroica”.
Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
Los que asistimos al último concierto del Ciclo Sinfónico de la Sociedad Filarmónica de Lima en el Gran Teatro Nacional pudimos disfrutar de una orquesta célebre y muy reconocida. La Academy of St. Martin in The Fields probablemente es una de las orquestas mas famosas debido a la inmensidad de grabaciones que han hecho y conocemos desde hace décadas, hechas junto a su legendario director fundador, Sir Neville Marriner. El fundó esta orquesta en 1958 y desde entonces han realizado mas de 500 grabaciones, todo un récord. Marriner se desempeñó tanto como director y concertino, y junto a este elenco de solistas londinenses de primer nivel, logró un elenco con sonido de clase mundial.
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Luego de varias décadas frente a este elenco, Marriner se retiró con lo que dió paso a Joshua Bell como su nuevo director artístico. Bell no necesita presentación, ya que es probablemente el violinista mas famoso y uno de los mas grandes virtuosos del mundo. Como solista ha brillado en los grandes escenarios clásicos y populares, siendo considerado una superestrella por la versatilidad de su talento y llegando a participar en películas y eventos multitudinarios. Esta es la tercera vez que Joshua Bell nos visita, ya no como solista en recital de cámara, sino al mando de este legendario elenco, que alguna vez ya había llegado a nuestro país hace varias décadas, según me comentó la manager del tour.
El programa fue uno “clásico” y muy conocido por todos los públicos. Aunque este es un programa virtuoso e interesante, me causó suspicacia saber que venían con un programa algo “predecible”. El año pasado, entrevistando al director Vladimir Ashkenazy, quien vino a Lima dirigiendo a la Orquesta Philharmonia, me dijo que escogieron un programa fácil para no “asustar” al público. Pensando en esto, y considerando la empatía entre la Philharmonia y la ASMF (prácticamente ambas orquestas trabajan juntas) me hizo pensar que hay cierto prejuicio de estos elencos ingleses con nuestro continente. Mas allá de esto, el programa se ejecutó de una manera virtuosa.
Una de las características mas destacables de esta nueva etapa con Joshua Bell es que encontramos una orquesta mucho mas dinámica y energética, ya que el estilo de Marriner era menos exhuberante y mas tradicional, como nos muestran decenas de grabaciones. Ese estilo de interpretación fuerte, virtuoso y dramático es el que hoy las orquestas de cámara tienen como norma. En las últimas décadas se ha optado por revisar los orígenes de estilo en la interpretación de música barroca o neoclásica. Sin embargo la juventud de los músicos de hoy le impregna una energía diferente, la seguridad en la interpretación logra un sonido mas grande y estos ensembles suenan incluso del tamaño de orquestas filarmónicas.
Joshua Bell es una estrella que brilla sola, así no interprete, eso ya lo ha demostrado varias veces. Cuando agarra el violín es otra cosa, pues electriza e hipnotiza. Quizá consciente de ese efecto de rockstar que produce en el público, por lo cual siempre los aplausos a sus entradas son mas eufóricos de lo normal, optó por un perfil mas bajo para no opacar el talento de la orquesta. Sus entradas y salidas fueron muy sobrias. Luego de una enérgica obertura de “Le nozze di Figaro” en que Bell tomó el puesto de concertino, se levantó para interpretar el famoso Concierto de Mendelssohn, el cual grabó en estudio en el año 2000 junto a la Camerata de Salzburgo. El sonido que Bell sacó de su Stradivarius de 1713 fue directo y lírico, sin abusar del volumen y con un canto pastoral infantil. Mas que exhibir virtuosismo, Bell optó por hacer hablar a la música y al instrumento, ya que ambos tienen la última palabra en esta famosa obra. Destacó especialmente la precisión y contundencia de todos los músicos, y la perfección de la ejecución debida a una exhaustiva preparación del programa.
En mi opinión la parte mas virtuosa y entusiasmante llegó en la segunda parte, con la famosa sinfonía “Eroica” de Beethoven. Nuevamente con Bell como concertino, interpretaron cada uno de los movimientos con mil detalles, adornos, rubatos, crescendos y diminuendos perfectos, mas por producto de la práctica y cohesión que de la dirección. A pesar del sonido potente de la orquesta, pudimos notar un estilo camerístico, que nos hace pensar en cómo sonaban estas obras en la época del compositor. Me gustó especialmente cómo los cuatro capos de las cuerdas interpretan un pasaje como cuarteto de cámara. Hace pocas semanas escuchábamos a una agrupación de igual número, la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen, interpretando la Primera Sinfonía de Beethoven con el mismo estilo.
A pesar de que no hubieron bises, el resultado de este programa fue soberbio y emocionó a un teatro casi lleno. Luego de este concierto pudimos disfrutar de un coctel con los músicos y su director. Bell me comentó que agradecía la oportunidad de volver a Lima y debutar en el Gran Teatro Nacional. Para el fue una grata experiencia, que seguro no será la última.