Emanuel Herrera salió goleador de la Liga 1 del 2018 y 2020. (Foto: GEC)
Emanuel Herrera salió goleador de la Liga 1 del 2018 y 2020. (Foto: GEC)
/ JESUS SAUCEDO OLORTEGUI
Miguel Villegas

En los 90, daba miedo. No solo por lo que jugaba (fue tricampeón) o producía en la cantera (el Chorri, Maestri, Pablito); también por lo que podía comprar. Si había un pichón emergente del fútbol peruano o un extranjero de números notables en un rival, Cristal pagaba. Era el millonario que podía complacer todos sus caprichos. Así, por ejemplo, se llevó a Oblitas de la ‘U’ para hacerlo su técnico, compró a Marquinho cuando era el mejor 10 del país y, desafiando los hinchajes, contrató a Waldir.

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Por eso, por el tino con el que antes gastaba la billetera, los años recientes marcaron una tendencia que en el Rímac no se conocía: shopping caro y baja producción. Ninguno de los últimos cuatro delanteros que fichó el club (Diego Ifrán, Picante Pereyra, Cristian Ortiz y Rolando Blackburn) consiguió en un año lo que Emanuel Herrera, el ‘9’ que trajo en 2018, ha inspirado: pánico en los arqueros. O lo que es lo mismo, 43 goles en 44 partidos en su primer año, 20 goles en 34 partidos en el último. Y en esos dos, cuando estuvo entero, fue el goleador del campeón.

¿Qué tipo de delantero es Herrera? De arranque, habría que decir que es un killer, es decir, un atacante cuya única misión en la vida es el gol. Todo el manual completo lo sabe de memoria: define de primera, ataca con ambos perfiles, no le huye a los penales, va bien por arriba. Y es tan sensato que, cuando el equipo pide juego, apenas sale del área para distraer y vuelve a entrar para anotar. Su calidad no se mide solo en el San Martín ante su gente; también ante la ‘U’ o Alianza, con 90% del estadio en contra. Solo recuerdo algo parecido cuando, en los 90, Luis Alberto Bonnet salía del túnel de la tribuna sur y entonces uno daba por descontado que iba a sufrir sus goles. Uno daba por cerrado que ellos iban a ganar. Que gracias al Pelado, Cristal era mejor. Como ahora.

La buena noticia, entonces, más allá de la apuesta por haberlo fichado dos años y la chance de haberlo extenderlo uno más (tiene contrato vigente), es la recuperación de una vieja escuela en Cristal. Una lección que no está en el manual de estilo: Cristal volvió a contratar bien. La mala es que algunas circunstancias lo han empujado a tomar la decisión de irse. Su futuro parece estar en Argentinos Juniors, de su país. Deja un mejor Christopher Olivares, una antología para Percy Liza y deja, sobre todo, un ejemplo: los vestuarios campeones se construyen con buenas personas pero, sobre todo, con goleadores.

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