“Cambiar a Italia por dos selecciones sin mayor significación internacional constituye una vergüenza mayúscula” | OPINIÓN

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El Tigre suele cuidar cada una de sus palabras. En una entrevista reciente, Ernesto Arakaki, ex director de Menores de la Federación Peruana de Fútbol, señaló que detrás de esos discursos parecidos a un Mensaje a la Nación que solía brindar desde San Luis, “había un soporte”. Gareca tenía consciencia del impacto de su palabra y discutía con su equipo los temas que pensaba tratar. Sabía que necesitaba dejar un mensaje, no solo para la gente sino también para sus jugadores.

Pero del argentino se pueden decir muchas cosas, menos que es tonto. Últimas informaciones desde Chile señalan que su debut con la Roja ya no será ante el equipo de Mbappe, sino que tres días antes enfrentará a Albania. Si bien la selección que dirige el brasileño Sylvinho está considerada como una de las mejores de su historia -clasificó a la Eurocopa superando a Polonia y República Checa-, no es ni por asomo una superpotencia. Un partido para calentar motores siempre es mejor que enfrentar sin escalas a un cuadro de otro planeta como ‘les bleus’.

¿Hizo bien Fossati en cambiar Italia por Nicaragua, la selección 134 en el ránking FIFA? ¿República Dominicana (151 en el ránking FIFA), nuestro rival el próximo 26 de marzo, servirá para sacar conclusiones?

Si Chile y Gareca creen que Albania y Francia son los rivales adecuados para lo que necesitan, bien por ellos. Los partidos de preparación sirven para ajustar funcionamientos, apretar las clavijas donde falte y convencer. Enfrentar a uno de los mejores seleccionados del mundo agiganta los riesgos de una catástrofe para equipos en reconstrucción.

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En el caso nuestro, Fossati acertó al cambiar el rival. Devolverle la vida al peor seleccionado de Sudamérica demanda mejoras no solo en el plano futbolístico. Como hizo con Universitario en el pasado torneo Clausura, el uruguayo necesita que sus nuevos dirigidos vuelvan a creer en sus cualidades y recuperen su capacidad para ganar. Conseguirlo es difícil, más allá de que la bicolor esté integrada por treintañeros con más de 80 partidos encima. Recobrar la confianza demandará sus mejores armas de persuasión.

Ensayar nuevos automatismos en un encuentro que, presumiblemente, se presentaría cuesta arriba entrañaba un alto riesgo. ¿A quiénes serviría jugar ante Italia? A los nostálgicos de España 82 y los vampiros del click. Imaginen las notas que se hubieran puesto en línea: ¿Tim estaba deprimido? ¿Debió jugar Cubillas? ¿Fue gol del ‘Panadero’ o una fatalidad de Collovati? ¿Por qué Cueto no dio un pase bueno?

Sin embargo, cambiar la ‘azzurra’ por dos selecciones sin mayor significación internacional constituye una vergüenza mayúscula. ¿En cuánto ayuda jugar con Nicaragua y República Dominicana, de pobrísimo nivel futbolístico, que comparten grupo en la Liga de Naciones de la Concacaf con Barbados y Monserrat? Con rivales de esta calaña, la federación debió ser más sincera y organizar una ‘noche blanquirroja’ o una ‘tarde bicolor’. Hasta el Nasarawa hubiese sido un mejor rival. Al menos todos tendríamos claro de que se trataba de una burla.