La semana pasada la ministra de Salud le pidió su renuncia a Edmundo Beteta, jefe del SIS, cediendo a la presión del gremio médico y de sus representantes en el Congreso, que ya habían pedido la cabeza de Beteta y amenazaban con censurar a la propia ministra. Es una lástima. Beteta ha caído porque empezaba a ordenar el SIS, racionalizar tarifas y eliminar corruptelas. Y eso afectaba el statu quo ineficiente y plagado de intereses dedicados al desvío de recursos de los establecimientos de Salud.
El pecado de Beteta fue empezar a aplicar las recomendaciones del Informe de la Comisión Interventora del SIS que se creó luego del escándalo Moreno. Ese informe y luego el propio Beteta descubrieron la cantidad de milagros que el SIS había financiado: el parto de 194 hombres y de 143 ancianas y los de 34.812 mujeres que dieron a luz dos veces en menos de dos o tres meses. También la muerte, resurrección y nueva muerte de muchos que cobraron sepelio más de una vez, y 200 operaciones de catarata a un solo paciente, por ejemplo.
Beteta empezó a hacer auditorías a las prestaciones (no había control) y a poner tarifas que pagaran solo los gastos variables de las prestaciones, no los gastos fijos ni menos bonos remunerativos, que corresponden al presupuesto ordinario. Pero cometió sacrilegio cuando aplicó la recomendación del informe de cortar el incremento explosivo de los desvíos irregulares hacia clínicas privadas: el pago por atenciones en emergencias privadas había pasado de 1,7 millones de soles el 2014 a ¡114 millones! el 2016. Médicos de los propios hospitales aprovecharon para derivar pacientes que habían llegado a emergencias públicas, a sus clínicas privadas o a las de médicos amigos. O había muchos casos que no eran de emergencia u otros que se quedaban muchos días (28 casos de pacientes con estancias que se encuentran entre los ¡100 y 381 días!).
Beteta cortó todo eso: las emergencias en establecimientos privados bajaron abruptamente de 630 casos por un valor de 5,5 millones de soles en setiembre del 2016 a solo 5 casos por un valor de 10 mil soles en marzo del 2017.
Ya podemos ir entendiendo las razones de la protesta de la Federación Médica y de los congresistas galenos. Se acababa el negocio. Beteta estaba firmando convenios con hospitales y regiones con las nuevas reglas de juego. Se lo han tumbado cuando todavía faltaba firmar con la mayor parte de establecimientos y regiones. Adiós, reforma.
Es francamente desalentador. Es la consecuencia de un gobierno extremadamente débil que no ha sido capaz de buscar un acuerdo político con Fuerza Popular –que tampoco ha dado la menor señal de quererlo– para blindar procesos de reforma como este (el de la policía es otro) que afectan intereses poderosos y enquistados en el propio Congreso de la República. Me pregunto si todavía estamos a tiempo para rescatar un acuerdo como ese. De lo contrario, habremos perdido otros cinco años.
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