MARTHA MEIER MIRÓ QUESADA Enviada especial a Rio de Janeiro
La Conferencia de las Naciones Unidas Río+20 ha defraudado a muchos por la falta de compromiso, voluntad política y las confrontaciones entre los líderes mundiales para tratar la problemática ambiental. Sin embargo, en Río de Janeiro se encontraba Jane Goodall para transmitir un mensaje que deja abierta la esperanza.
— ¿Qué sensación le deja Río+20? Estaría defraudada de haber tenido alguna expectativa. Tras los fracasos de las conferencias de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de Copenhague y Cancún, era obvio este desenlace. Han pasado veinte años desde la Cumbre de la Tierra y la gran mayoría de las metas no se han alcanzado, ni se han tratado de hacerlas.
— ¿Y usted llegó con su propio mensaje? Estoy aquí solo porque, junto al empresario Richard Branson, fui anfitriona de la reunión paralela “Avanzando alianzas público-privadas para una agricultura sostenible libre de deforestación”. Cada año millones de hectáreas se pierden por malas prácticas agrícolas. Lo óptimo es una agricultura que interactúe con la dinámica del bosque. Para poder proteger y estudiar a los chimpancés de Gombe es fundamental recuperar el ecosistema del que dependen, crear corredores biológicos hacia otros puntos de la selva no alterada. Lo mismo para el resto de especies.
— Estudia a los chimpancés hace más de medio siglo. ¿Cree que hubieran sido más colaboradores entre sí que los líderes de Río+20? Los chimpancés son muy parecidos a nosotros. Se abrazan, se besan, se toman de las manos, se enfadan y luego se reconcilian. Tienen también fuertes conflictos y pueden llegar a luchas sangrientas. A diferencia de nosotros, no destruyen el ambiente que los alberga. Cuando su territorio está amenazado, los machos lo defienden y procuran que las hembras y las crías queden bien protegidas. El ser humano tiene la ventaja de la palabra, lamentablemente la sociedad materialista aleja el cerebro del corazón.
— Bueno, pero la tenemos a usted recorriendo el mundo y propagando palabras sabias y tocando muchos corazones. Viajo casi diez meses por año dictando charlas, especialmente a jóvenes. Ellos mejorarán el planeta. Los niños y jóvenes heredarán un desastre y tendrán que encargarse de arreglar lo que nosotros no estamos logrando. Debemos estimular todo lo bueno que tienen y ayudarlos a concretar cambios en su entorno cercano. En ese espíritu desarrollamos el proyecto Roots and Shoots (Raíces y Brotes), implementado en decenas de países. Lo que han logrado los niños y jóvenes es impresionante.
— ¿Logran influir en sus familias, escuelas y comunidades? Uno de los grupos de Roots and Shoots, en Chicago, logró que la empresa Perrier cumpliera los requerimientos ambientales que había obviado, para construir su embotelladora. ¡Perrier debió hacer un estudio de impacto ambiental (EIA) por la investigación de estos pequeños de 10 años! Ellos analizaron cómo la planta afectaría el paisaje, a los pescadores de la zona, a las familias a lo largo del curso de agua, a las especies dependientes de esa agua que podía reducirse, entre otros. Sin duda un buen maestro los guio, pero lo importante es que el informe llevó a que las autoridades y la empresa hicieran lo correcto. Y de eso se trata, de que todos hagamos lo correcto.
— ¿Cómo se logrará un cambio? Aquí en Río hemos visto que los gobiernos, los políticos y las conferencias de las Naciones Unidas últimamente no aportan mucho… Estoy convencida de que el cambio vendrá de abajo hacia arriba, de la gente, de las nuevas generaciones. Los niños y jóvenes tienen mucha energía y muchas ganas de hacer cosas buenas. Algunos se preocupan por los animales, otros por la niñez y los ancianos más pobres, no faltan los que quieren ver su barrio más bonito o los que se concentran en la temática ambiental desde un enfoque científico. A través de Roots and Shoots trabajamos con ellos para que sientan que pueden cambiar las cosas.
Un programa que nos encantaría implementar en el Perú… Sé que el Diario que representa es líder en difusión de la conservación y que, desde hace largos años, contribuyen a crear conciencia entre sus lectores. Sin duda podremos apoyarnos mutuamente.
— El embajador peruano en Estados Unidos, Harold Forsyth, la ha invitado formalmente a visitar nuestro país, a sugerencia de nuestro Diario… Así es. Visitaré el Perú a mediados del próximo año, “o a más tardar en el 2014” [añade su imprescindible asistente, la argentina Susana Name].
— Como sabe, el Perú enfrenta problemas socioambientales por los proyectos extractivos y de energía… Esto ocurre en todo el mundo. En América del Sur pasa en Chile, en Argentina, en el propio Brasil. Las personas no quieren ser desplazadas de sus lugares de origen. Muchas empresas, lamentablemente, solo ven sus beneficios a corto plazo y dejan como huella sitios estériles, desiertos y contaminación.
— ¿Qué hacer? Primero hay que tener cuidado, pues hay mucho dinero dando vueltas para confundir y agitar a las poblaciones y, a través de eso, deslegitimar a todo el movimiento ecologista. Hay que difundir entre la población las herramientas económicas existentes para que desarrollen sus propios proyectos sostenibles. Como la iniciativa REDD para los bosques o los bonos de carbono.
— ¿Cómo terminar con la desconfianza? Bastaría que una sola empresa minera que opera en el Perú abrazara la causa ambiental. Quizá gaste un poco más o gane un poco menos, pero demostraría que es posible otro tipo de emprendimiento, que no altere dramáticamente el ambiente ni afecte la salud de las personas. Esa empresa tendría a la población de su lado. Ahora, habrá que ver quién quiere abanderar ese cambio.
— Requiere mucho coraje… A mí se me critica por conversar con grandes empresarios, con los CEO de las grandes corporaciones del mundo. ¿Por qué no hacerlo si están dispuestos a escuchar? Apostar por operaciones verdes y sostenibles genera buenos dividendos y mejor imagen. Es irracional no reinventarse ambientalmente. Y lo mejor de todo: basta una persona sincera y de buenos sentimientos para que toda una organización gire 180 grados. Un caso emblemático es Unilever. Paul Polman, su director ejecutivo, ha logrado grandes cambios, tiene todo esto internalizado. Cada individuo puede marcar una gran diferencia.
— Como usted, capaz de dejar la comodidad para irse a vivir a la selva virgen… [Sonríe y se le ilumina la mirada] Fue mi sueño desde niña. Mi familia era pobre y sufríamos la Segunda Guerra Mundial.
— ¿Cómo nació ese sueño? [Estalla en risa] Por un libro de Tarzán. Mi mamá me lo regaló cuando tenía 10 años.
— ¿La inspiró Jane de la selva? ¡Qué va! Le tenía celos porque era la novia de Tarzán. Y vieras cómo sufrí cuando mi mamá me llevó al cine a ver una de las películas de Johnny Weissmuller. Vi a ese hombre en la pantalla que no se parecía en nada al rey de la selva que yo imaginaba, al que había creado en mi mente. Ese no es Tarzán, le dije bastante acongojada a mi mamá. Mi sueño era ir a vivir a África con todo tipo de animales.
— Hasta que llegó al África… Terminé la escuela y ni siquiera teníamos dinero para la universidad. Pero mi madre, Vawnn, una mujer de origen galés, no permitía que dejara mis sueños de lado y me dijo que estudiara secretariado.
— Fue entonces cuando conoció al paleontólogo Louise Leakey… Fue gracias a haber estudiado secretariado, un tiempo después. Llegué al África a visitar a una compañera de colegio. Viajé por barco porque era más barato. Me enteré de que el doctor Leakey requería una secretaria y me presenté. Conseguí el puesto que al tiempo se convirtió en el de observadora de chimpancés, en Gombe. Solo teníamos presupuesto para seis meses, así que mi primera “asistente” fue mi mamá [Ríe]. Yo estaba feliz en medio de la selva, viendo todo tipo de animales. Ella me acompañaba en mi sueño cumplido. La importancia de una buena madre es fundamental hasta para un chimpancé. Una buena madre cría a un chimpancé que lidera.
— La maternidad humana está algo devaluada últimamente Es una lástima porque los niños necesitan mucho afecto. Y hay que enseñarles a relacionarse con la naturaleza, a maravillarse con los bosques y todo lo que albergan, porque por millones de años, sus árboles, flores y animales han interactuado para preservar la vida. No hay que acercarlos con una mentalidad materialista, ni de los servicios ambientales que brindan. El mejor servicio que brinda el bosque a la humanidad es el de despertar su imaginación.
PERFIL JANE GOODALL Profesión: Primatóloga y etóloga inglesa, naturalista y activista. ÁFRICA Ir al continente africano fue siempre su sueño. Hace más de 50 años llegó como secretaria y con el tiempo se transformó en la pionera en la investigación de grandes simios en estado salvaje.