Los científicos se quedaron impresionados cuando, al mirar en el microscopio la superficie de un huevo del ave marina arao común (en inglés Guillemot), vieron que se parecía a los Himalayas.
Vimos unas estructuras, como conos a nanoescala, de dijo el doctor Steven Portugal a Victoria Gill, de la BBC.
Esa característica es la que le confiere a estos huevos una propiedad única: se autolimpian, según las conclusiones de un nuevo estudio que se presentó esta semana en Valencia, España, durante una conferencia sobre biología experimental.
La investigación surgió como por casualidad, a raíz de un pequeño incidente en el laboratorio.
Accidentalmente derramé agua destilada sobre un lote de huevos, recuerda Portugal.
Y noté algo diferente en los huevos de Guillemot, al ver cómo las gotas de agua reaccionaron al contacto con su superficie, dijo el investigador, del Royal Veterinary College de Londres.
HIDROFOBIA NATURAL La formación de las gotas de agua en círculos perfectos es típica de las superficies hidrofóbicas.
En la naturaleza el ejemplo más conocido es de las hojas del Loto.
Se ha copiado en ingeniería, porque se auto limpia, dijo Portugal.
Estas esferas de agua se caen y se llevan con ellas toda la suciedad, describió.
Para entender por qué la superficie de estos huevos era distinta, los investigadores examinaron los cascarones utilizando un microscopio de exploración con laser de una gran sensibilidad.
Fue así como descubrieron esa estructura en forma de cono en la superficie de los huevos.
Pero cuando Portugal examinó los huevos de otras especies de aves:https://elcomercio.pe/tag/13211/aves marinas que anidan en hábitats similares no encontró ese mismo paisaje microscópico.
Eso sugiere, según el investigador, que los huevos del arao común evolucionaron este tipo de superficie para mejorar las perspectivas de supervivencia en el medio ambiente en el que son depositados: las repisas de los acantilados.
AL FILO DEL ABISMO El arao común es una especie de la familia de los álcidos (Alcidae), nativa de Europa y común en las repisas de los acantilados en verano.
Esta especie de aves marinas es inusual, en el sentido en que no se molestan en hacer un nido.
Sólo dejan los huevos en la cara de los acantilados, dijo Portugal.
Sus huevos tienen una forma cónica que los hace menos proclives a rodar por los peligrosos bordes de los precipicios.
Y se congregan en densas colonias. De manera que necesitan tener un mecanismo para lidiar tanto con la sal que llega del mar como con el hecho de que hay muchos desechos alrededor (de otras aves), apuntó el investigador.
Eso es lo que hacen estas estructuras, concluyó.
Según el investigador, estos cascarones que se autolimpian hacen que los embriones que están dentro de los huevos puedan respirar, al permitir el flujo de oxígeno y dióxido de carbono a través de la cáscara libre de sal y de suciedad.
Las estructuras microscópicas también hacen que los cascarones sean más ásperos o rugosos. Portugal todavía está investigando si eso ayuda a prevenir que los huevos se caigan por el acantilado.
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