Claro, uno puede decir que no tuvo miedo, que abrió los ojos y que confiaba ciegamente en lo que él hacía frente al volante. En el 2013, antes de que el Perú fuese el anfitrión del famoso Rally Dakar ese año, la escudería Mini invitó a un grupo de periodistas a San Bartolo. Pero no al lado de la Playa Norte o cerca al mercado. La cita era en el otro extremo, detrás de los cerros, en la zona árida.
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Allí, en un pequeño campamento especialmente armado, estaban varios pilotos que días después recorrerían la ruta por Perú, Argentina y que terminó en Chile.
Siete máquinas del Mini Moster X Raid Team estaban para una demostración de su destreza y habilidad. Un piloto top con un pasajero escogido al azar. En estos casos, la paciencia es una virtud, mientras uno va tratando de controlar las palpitaciones, al ver lo empinado que eran esos cerros, y lo que estaba por venir.
Si de suerte se trata, me tocó el ‘Monsieur’ Stéphane Peterhansel. A duras penas entré en el coche. La robustes de mi anatomía, la de aquellos días, debo admitirlo, apenas me permitía contornearme para ingresar a un espacio pequeño. Eso sí, súper cómodo por dentro. Casco puesto, arnés bien amarrado y a preparar la garganta. No hubo, en ese momento, una presentación formal. Apenas si alcancé a mencionar mi nombre, en la única frase en francés que dominábamos por entonces. “Yo soy Patrick” alcancé a decir cuando la máquina arrancó a toda velocidad.
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En segundos estábamos a las faldas de un cerro que, a primera vista, parecía una pared infranqueable. Hizo un movimiento veloz entre el embrague, el acelerador y la caja de cambio y comenzó a trepar. Parecía el auto fantástico después de que Meteoro había marcado uno de los botones de su timón especial.
Las ruedas, aún con el peso extra del pasajero ocasional, tuvieron un agarre único y en apenas unos segundos (que dieron la impresión de ser una eternidad) alcanzamos la cima. Los otros Minis estaban allí, siguiéndole el paso. Mientras alcanzaba la ruta de regreso, lancé la pregunta. “¿Va por otro título? Ojalá el Perú le traiga suerte”.
“Las etapas del Perú son complicadas. El año pasado fueron muy difíciles e imagino que este año pondrá a prueba a todos los pilotos, en especial a los que hemos venido para ganar la prueba”, le dijo a Deporte Total, en esa exclusiva.
Peterhansel había sido campeón en el 2012 por décima vez. Y ese 2013, lograba su título 11.
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El tiempo pasa y hace unos días apenas, ya no en Sudamérica, sino en la lejana Arabia Saudí, conseguía su corona 14 en el Dakar. Sí, ese conductor implacable, estira su dominio, el que comenzó en 1991 ganando en la categoría motos, que luego repitió en el 92, 93, 95, 97 y 98. Después ganó en Automovilismo el 2004, 2005, 2007 (con Mitsubishi), 2016 y 2017 (Peugeot), 2012, 2013 y 2021 (con Mini).
A uno que gana dos veces se le llama bicampeón; al de 3 tricampeón, pentacampeón para el que se lleva 5 títulos, heptacampeón al de 7… pero al de 14, allí si se complica todo. Los griegos dirían tetradeca campeón. Suena extraño, imponente. Suena a la categoría del Señor Dakar.
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