El 15 de agosto, en conferencia de prensa, el ministro de Salud, Hernando Cevallos, declaró que se había lanzado una alerta temprana ante el eventual inicio de una tercera ola. La positividad aumentó desde finales de julio, principalmente en jóvenes y adultos, y crece en todos los lugares donde se ha detectado la variante delta. La tercera ola se avecina, y si bien se han aumentado los recursos, estos aún resultan insuficientes.
En mayo del 2021, el gobierno de Francisco Sagasti aseguró que en julio se contaría con 3.000 camas en las unidades de cuidados intensivos (UCI). Si bien se ha pasado de tener 247 camas al inicio de la pandemia a 2.289 a la fecha, no se ha llegado a la cifra prometida. Además, estas camas UCI resultarían insuficientes, pues el informe técnico del Ministerio de Salud sobre la proyección de una tercera ola advierte que, en un escenario conservador, unas 19.869 personas requerirían de camas UCI y en un escenario crítico, más de 33 mil llegarían a necesitarlas.
Además, se requiere de personal especializado a cargo. “La estimación de cuidados intensivos no solo pasa por la cama misma, sino también por los recursos humanos que pueden estar ligados a ellos”, especifica el epidemiólogo Edward Mezones, investigador principal de la Universidad San Ignacio de Loyola.
Por cada seis pacientes, se necesitan como mínimo un médico intensivista, tres enfermeras y dos técnicos en enfermería. Sin embargo, existen apenas 766 médicos intensivistas registrados en el Colegio Médico del Perú, los que podrían solo atender a 4.596 pacientes. La Sociedad Peruana de Médicos Intensivistas ha señalado, desde el inicio de la pandemia, que se requieren al menos 1.400 de estos especialistas.
El doctor Miguel Palacios, decano del Colegio Médico del Perú, explica que como no existe el número suficiente de intensivistas, se ha recurrido a neumólogos, emergenciólogos y anestesiólogos para que puedan ayudar a los pacientes UCI.
“No tenemos más especialistas y además hay médicos intensivistas sancionados por trabajar en dos lugares. Hay que considerar que este personal es escaso y suele trabajar en dos lugares y aun así no nos damos abasto”, sostiene Palacios, quien ha pedido al Minsa encontrar un mecanismo legal para emplear dicha modalidad.
Décadas de abandono
Pese a las innumerables promesas de fortalecerlo, el primer nivel de atención médica ha estado abandonado durante más de 20 años. Según el último diagnóstico de brechas de equipamiento e infraestructura realizado por el Minsa, solo el 3% de los 8.783 establecimientos del primer nivel se encuentra en condiciones óptimas.
El número de centros de salud del primer nivel construidos, reparados o acondicionados bajo compras estatales durante la pandemia solo ascendió a 35.
Edward Mezones recalca que es necesario dotar a estos establecimientos de salud con instrumentos que permitan identificar y tener un manejo adecuado de la situación. “Se necesita de terapia temprana y de manejo adecuado de oxígeno, que permita estar al pendiente de la caída de la saturación del paciente”, expresa.
¿Plantas óptimas?
Si bien se cuenta con alrededor de 332 plantas de oxígeno operativas, ubicadas en diferentes regiones del país, la contraloría ha identificado más de 100 situaciones adversas en la adquisición de algunas instalaciones.
En 20 de ellas, el máximo órgano de control advirtió que la producción y distribución de oxígeno medicinal era insuficiente para abastecer la demanda. Además, 5 plantas no habían sido puestas en funcionamiento, 4 no habían sido entregadas, 3 no contaban con registro sanitario, 4 habían sido adquiridas a un proveedor sin autorización y 4 brindaban oxígeno con menor concentración de la requerida.
“Hay plantas paradas, porque el Perú no tenemos una política de mantenimiento. Hay plantas de oxígeno que se malogran y no hay presupuesto para comprar las piezas que faltan”, asegura el doctor Miguel Palacios.
Además, subraya que si bien se ha dado un aumento en la cantidad de plantas con las que se cuenta en el país, aún hay diferencia en su distribución por regiones. Según explica, se ha previsto aumentar la cantidad de plantas a 340 o 350. Estas producirían en total 630 toneladas de oxígeno. Si el tamaño de la tercera ola es mayor que el de la segunda, las 630 toneladas que están previstas como oferta van a quedar cortas. “Hay tiempo para corregir el mantenimiento de las plantas y hacer una distribución equitativa de ellas en las regiones”, enfatiza.
Por otro lado, la distribución de las plantas no es equitativa. Mientras que Lambayeque, con tres provincias y 12 distritos, cuenta con 11 plantas de oxígeno medicinal; Tumbes, con 3 provincias y 13 distritos, sólo tiene una. Arequipa, con 8 provincias y 109 distritos tiene 17 plantas; Ayacucho, con 11 provincias y 114 distritos tiene 8. La cantidad promedio de plantas por distrito es de 24%. La cantidad de plantas adquiridas por Gobiernos locales y regionales es mínima. Hasta mediados de julio, sólo 19 municipalidades distritales habían adquirido una planta. En Lima, solo un distrito adquirió 3 plantas de oxígeno para la tercera ola: Ventanilla (Callao).
Por su lado, Mezones asegura que no sólo basta con las plantas, también es importante que dentro de los establecimientos del primer nivel de atención se cuente con los dispositivos de oxígeno adecuados para no llegar a una UCI. “Tener suplementación de oxigenoterapia en el primer nivel de atención podría ser una alternativa” menciona. Del mismo modo, dentro de los hospitales se debería contar con camas que tengan una entrada de alto flujo de oxígeno y con los medicamentos adecuados para la ventilación, que muchas veces tienen costos muy elevados que las familias de los pacientes deben asumir.
En esa línea, el decano del Colegio Médico menciona que se requieren tanques criogénicos que logran acumular una gran cantidad de oxígeno líquido, que se puede almacenar de forma fácil. “No se necesitan grandes balones, ocupa poco espacio y cuesta cinco veces menos que el oxígeno en gas. Hay más, pero se debe seguir impulsando su adquisición”, expresa.
Cifras en descenso
Desde que inició el proceso de vacunación, la cantidad de dosis diarias de vacunas administradas iba en aumento. Pasamos de colocar en promedio 70 mil dosis al día en mayo a 180 mil en julio, debido también al éxito de las vacunatones. No obstante, hasta la quincena de agosto esta cifra había disminuido a casi 165 mil dosis.
El ministro de Salud declaró que se habían dado retrasos en la llegada de las vacunas negociadas por la anterior gestión al país. Por su lado, el exministro Óscar Ugarte y el excanciller Allan Wagner señalaron que tener un contrato firmado y un cronograma de llegada no garantiza que las vacunas vayan a arribar en los plazos establecidos y que las actuales autoridades deben estar detrás de los laboratorios de vacunas para asegurar su envío.
“Es muy importante no perder el ritmo ni la velocidad de la vacunación, ya que es una de las formas en las que se podrá reducir el tamaño e impacto de la tercera”, sostiene Miguel Palacios, quien asegura que este es un método de contención que logrará más población vacunada, y menos población expuesta al contagio y menos hospitalizaciones.
Palacios también pide acciones sanitarias. “Hay pequeños brotes en Piura, en Ica. El gobierno debe hacer pequeños cercos epidemiológicos para evitar que esto se propague, sobre todo la variante delta”, menciona.
Por su lado, el infectólogo Juan More-Bayona explica que se deben analizar a profundidad donde están los grupos de personas que no se han vacunado. “Deberíamos centrarnos en conocer dónde están ubicadas estas personas y en caso tengan una distribución homogénea es importante enfocarse en vacunar esas zonas”, explica.