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Rezagos de El Niño costero: Carapongo sumido en la incertidumbre
Oscar Paz Campuzano

La huella que dejó el desborde del , durante las emergencias por , aún se puede ver en la casa de Antonia Navarro, una agricultora que vive en Carapongo hace casi 40 años.

Entre abril y mayo pasado, como cientos de damnificados del distrito de Chosica, Antonia se instaló con sus hijos y nietos en carpas. Pudo reasentarse en su terreno cuando una ONG le donó módulos prefabricados y su familia logró sacar el barro de su vivienda, una de las 2.242 que las inundaciones y huaicos dañaron en Lima Metropolitana.

Ayer, en la víspera del Año Nuevo, Antonia mostró los muros caídos de su casa y las pertenencias que siguen bajo los escombros. “Para recibir el año 2018, solo haremos una comida y nos reuniremos en familia. Lo que ha pasado ha sido lo peor que hemos visto”, dijo ayer mientras caminaba entre ruinas.

Así como Antonia, la mayoría de damnificados de Carapongo dejó los campamentos habilitados por la Municipalidad de Lima y ya están de vuelta en sus lotes inundados, pero con muchas dudas sobre su futuro.

—Zonas de riesgo—
Esa incertidumbre se debe, en parte, a que cientos de damnificados están viviendo en áreas de alto riesgo, según les informaron funcionarios del Ministerio de Vivienda y del Organismo de Formalización de la Propiedad Informal (Cofopri).

Noemí Leiva, de la asociación Marino Segovia de Carapongo, perdió su casa de material noble en marzo y ahora su familia se divide en un módulo prefabricado y en una carpa de plástico. “No queremos que un nuevo desborde se lleve todo lo que ya hemos conseguido gracias a donaciones”, dijo ayer Noemí. La llegada del nuevo año a ella la llena de nostalgia.

Para evitar nuevos desbordes en Carapongo, el programa Agrorural, del Ministerio de Agricultura, retirará 300 mil m3 de piedras y arena del cauce del Rímac y construirá un muro de cinco metros de alto en la margen derecha del río.

Las obras, valorizadas en S/4,7 millones, tienen un avance de 20% y deberían estar terminadas para el 20 de enero, antes de que se incrementen las lluvias en la sierra central y sea demasiado tarde para actuar.
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