DANIEL MEZA @daniel_mz Redacción Online

Hace poco se revelaron fotos del dictador Kim Jong-il de Corea del Norte, nación considerada hasta entonces la más cerrada del mundo, económica y políticamente hablando. Según las fotos, extraídas de un libro que le enseñaba la vida del ‘Amado líder’ a los norcoreanos desde pequeños, Kim Jong-il era casi un semidiós, un mesías, un enviado del cielo que nació en condiciones adversas para traerle a Corea la felicidad, la abundancia y el buen humor. Amigo de cada uno de los norcoreanos, principal supervisor de cada una de las actividades de su pueblo, impulsor del ejército, solidario con los caídos en la lucha por la revolución y hasta conquistador de niños. Pero para el lamento de sus más acérrimos seguidores, el solo hablar de la atroz hambruna padecida desde los 90 hasta hace poco por el país peninsular desbarata todas estas teorías.

Es conocido que el espectacular estilo de estas conjeturas fue heredado de los dictadores megalómanos del siglo XX, era de las dos más grandes guerras mundiales y posteriores choques a nivel planetario en gran parte derivados de la Guerra Fría.

El principal hombre que se esmeró en construir la imagen de un líder de estas características –aunque algo más orientado a la guerra- fue Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolfo Hitler, quien cimentó la imagen de invencibilidad del ‘Fuhrer’ y el Tercer Reich (1934-1945), lo que impulsaba al ejército nazi a afrontar los retos sin miedo y con un aval cuasi divino (eso sí, con infames fines racistas y genocidas).

Lo de Josef Stalin es también grandilocuente. Del culto a su imagen mientras gobernó la U.R.S.S. (1924-1953) quedan estupendos registros. A menudo, un hombre alto en los posters propagandísticos y esculturas, pero la realidad era que no superaba la altura promedio de su país. Sus 1,67 no le contentaban y por ello se dice que usaba botas con alzas. En sus retratos también luce espléndido, elegante y adorado por todos. Es obvio lo que jamás se consignaría en esas imágenes: los asesinatos que le atribuirían las investigaciones posteriormente.

Las mismas características podemos ver en las imágenes grandiosas de Mao Zedong, el líder de la revolución comunista china. Mao no estaría contento con menos: él gobernó durante casi tres décadas (1949-1976) sobre la quinta parte de la humanidad y no era raro que le correspondan imágenes halagadoras y mesiánicas.

Con no menos culto a la personalidad, el gobierno ultraderechista de Francisco Franco, que aún genera polémicas en España, también abusó de la simbología para ensalzar a su líder, que ejerció un régimen dictatorial desde 1936 hasta 1975, período en que libró una batalla contra los comunistas, obreros y anticlericales.

Se hicieron conocidos sus abusos contra la humanidad, torturas y violaciones de quienes se le oponían, pero aún se conservan elementos de su época gloriosa.

¿Tras la muerte de Kim Jong-il, continuará este tipo de propaganda en el siglo XXI?