Nicolás Maduro fue el más incondicional del presidente, Hugo Chávez, junto al que estuvo en las buenas y en las malas durante los últimos 20 años y a quien prometió lealtad hasta más allá de la muerte.
Hoy convertido en presidente encargado luego de una polémica decisión del Tribunal Supremo de Justicia, Maduro se ha convertido en el hombre fuerte del chavismo, y es por boca del mismo Chávez su heredero en el poder.
Algunos lo tildan de radical y todos coinciden en su indiscutible lealtad al proyecto de Chávez, del que no se separó en los últimos 20 meses mientras el presidente luchaba contra un cáncer que acabó con su vida.
A él lo ungió Chávez como su sucesor y a él le correspondió dar la noticia de la muerte del líder de la revolución bolivariana.
Quienes le conocen aseguran que es un hombre de equipo, que sabe apoyarse en los grupos con que trabaja y tiene grandes dotes de negociación aprendidas durante su pasado sindicalista, del que también sacó una profunda y estructurada formación ideológica maoísta.
CHOFER DE BUS Ex líder sindical, de 50 años, antes de ser la cara de Venezuela en el exterior fue durante muchos años chofer de autobús, se ha codeado en la alta política internacional sin complejos y sin ocultar con naturalidad que no habla más que español.
Después de convertirse en 2006 en el ministro de Exteriores más joven de la era Chávez, Maduro fue nombrado vicepresidente en octubre pasado, centrando todas las miradas y erigiéndose de facto, y sin demasiadas sorpresas, en el hombre fuerte del chavismo.
Nacido en Caracas en 1962 y criado en la popular barriada de El Valle, Nicolás Maduro es un convencido izquierdista que se inició en grado medio como líder estudiantil.
Sin pasar por la universidad, trabajó como chofer de autobuses del Metro de Caracas llegando a ser un destacado líder sindical en los años 90.
Conoció a Chávez mientras este cumplía condena en prisión por su fallido golpe de Estado de 1992, en un momento en que varios grupos se acercaban al teniente coronel.
En ese contexto también conoció a su pareja, la abogada y actual procuradora general del país, Cilia Flores, (nueve años mayor que él) una de las letradas que asesoraban a Chávez.
HOMBRE DE CONFIANZA De sonrisa amplia bajo su bigote, contribuyó a la fundación del partido que llevó al mandatario al poder, el Movimiento V República (MVR), siendo elegido diputado en 2000 tras haber participado en la redacción de la nueva Constitución Bolivariana de 1999.
En enero de 2006 fue designado presidente del Parlamento, un cargo que le duró escasos siete meses ya que en agosto de ese mismo año recibió el cargo que le daría proyección internacional: el Ministerio de Exteriores.
Es una persona en el trato personal muy cordial, con buen sentido del humor, pero cuando tiene que apretar aprieta y con el adversario es duro, por supuesto, asegura el periodista y ex viceministro de asuntos Exteriores hasta 2007 Vladimir Villegas, quien además fue a la misma escuela que el delfín de Chávez.
Colaborador histórico y beneficiario de una gran confianza presidencial, tomó las riendas del país cuando Chávez estaba en Cuba sin poder contener, en muchas ocasiones, el torrente de lágrimas.
Sus detractores le acusan de haber destrozado la Cancillería sacando a diplomáticos de carrera y colocando a gente que le había acompañado durante su vida laboral y que terminó entrando en el Ministerio de Exteriores junto a él.
Ayer juró como presidente encargado y ya se prepara para las próximas elecciones. En frente tendrá al líder de la oposición Henrique Capriles. Sin duda será su reto más grande. En este enfrentamiento se verá el poderío del chavismo, hoy huérfano de su líder.