Los textiles de lana son toda una tradición en el municipio de San Juan Chamula del estado mexicano de Chiapas, donde los indígenas tzotziles crían ovejas exclusivamente para obtener su pelaje y convertirlo en bellas prendas típicas, pues las consideran animales sagrados.
El más tradicional de los trajes que confeccionan de manera artesanal con técnicas antiguas es la nagua (falda) de la mujer y el chuj (camisola) del hombre.
Los trajes que se usan en las festividades y ceremonias tradicionales pueden alcanzar un precio de entre 15.000 y 20.000 pesos (752 y 1.002 dólares) cada prenda.
No es para menos el precio debido a que el proceso de elaboración es muy costoso y lleva alrededor de cuatro meses después de que ya se le cortó el pelaje a la oveja. Una vez trasquilado un animal se debe hacer lo propio con todo el hato para que no se desconozcan entre ellos.
Después del primer corte de pelo a una oveja deberán pasar ocho meses para que vuelva a crecer el pelaje, lo que sumado a los cuatro meses de elaboración representa un año completo para poder tener listos los textiles.
El pelaje de un animal se vende en 2.500 pesos (125 dólares) y se necesitan cuatro de ellos para hacer una falda.
Con el pelaje ya cortado en casa sigue la desmenuzada de la lana, la selección de los hilos, la lavada y la secada. Luego se lava otra vez pero con atole de maíz criollo y de ahí se tiñe con tierra negra o lodo hirviendo con yerbas de chatec, una planta que sirve como fijador del color.
Juana es una de las artesanas de lana de oveja, quien se dedica desde los 10 años a este oficio para ayudar a la manutención de su familia.
Su madre le enseñó la técnica del telar de cintura con la que se van confeccionando los textiles, y ahora ella les enseña a sus dos hijos. Uno de los extremos de estos telares, que ya aparecían en los códices prehispánicos, se sujeta a un árbol o a un tocón, y el otro al talle de la tejedora.
Las telas resultantes poseen detalles y texturas que las máquinas no logran.
"Mi nombre es Juana Hernández Méndez. Vivo aquí en la comunidad de Chicton, municipio de San Juan Chamula. Trabajo lo que es la lana de borrego. Primero se trasquila la lana de borrego luego se lava. Ya una vez lavado se va escogiendo lo que son las prendas de nosotros y prendas artesanales lo que se hace a venta", cuenta la tejedora.
Con la lana también se elaboran artesanías que las mujeres tzotziles venden a los turistas, particularmente muñecos que también van vestidos al estilo chamula, pero también los más diversos animales, desde gatos o monos hasta leones y elefantes.
"También yo me dedico a hacer artesanía; hago mi prenda y hago artesanía para venta para el sustento de mi familia. Yo crecí con escasos recursos, estaba descalza, no tenía buena ropa. Sufrí mucho con mis papás", refiere Juana.
Ahora quiere hacer prendas y artesanías de lana que gusten a la gente. "Lo que hago yo junto a mi esposo (es) trabajar como un equipo. Mi mamá, mi hermana, una prima, somos alrededor de seis. Nos coordinamos y tengo mujeres que a veces vienen a pedir trabajo en mi casa. Lo que hago yo es repartir los telares y trabajar lo que es la lana también", cuenta.
"Lo que estoy tratando de hacer es dar a conocer el procedimiento desde como inicia hasta como termina la prenda, cómo se hace. A veces dice la gente que está muy caro el trabajo, pero es muy laborioso", explica la mujer.
Los indígenas tzotziles de Chamula son los únicos de Chiapas que se dedican a la crianza de ovejas exclusivamente para aprovechar la lana. El borrego en San Juan Chamula no se sacrifica ni se consume como alimento como sucede en otros lugares del país, pues es sagrado para sus habitantes.
La antropóloga Juana Pérez explicó que hay dos versiones de las ovejas de San Juan Chamula: una que fueron introducidas por los españoles durante la colonización, y el aspecto mitológico, la cosmovisión del borrego de que habita sólo en este pueblo indígena, el más representativo de Chiapas, que conserva su cultura y tradiciones.
La cría de ovejas constituye una importante actividad económica de las familias tzotziles, que además de aprovechar su lana utilizan el estiércol como abono natural para los cultivos de maíz, frijol y hortalizas en los que la población indígena basa su subsistencia.
Juan Martín Rojas Chávez, investigador del Museo Nacional de Antropología, dijo que acaso en ello radique el gran valor que los tzotziles de Chamula confieren a estos animales. "Es posible que se deba a que se obtiene mayor beneficio de su cría por la lana hasta que mueren que de utilizar su carne, y lo ritualizan para evitar su sacrificio en temporadas de escasez", explicó.
Fuente: EFE