Empezó la nueva era Castañeda con una juramentación en el Teatro Municipal, el 1 de enero, acompañada de sus dos notables vecinos de barrio: Ollanta Humala y Juan Luis Cipriani.
Ahí aparecieron, como conejos de un sombrero, propuestas ausentes durante la campaña tales como: el Metropolitano por la avenida Javier Prado (Línea 4 del metro) y por Evitamiento (Línea 2), intersecciones semaforizadas con cámaras de seguridad, paso a desnivel entre las avenidas Garcilaso de la Vega y 28 de Julio, el túnel que conectará al Rímac con San Juan de Lurigancho, el ensanchamiento de la avenida Benavides, más escaleras, más hospitales. Ya no hubo ninguna mención al monorriel de la avenida Universitaria.
Estos proyectos, vistos aisladamente, pueden tener justificación. Se trata al fin y al cabo de obras, que es lo que ha identificado al alcalde.
Sin embargo, ubicados en el contexto de los graves problemas acumulados de Lima y sus tendencias, pueden ser de discutible prioridad. Porque el problema de fondo es el concepto de ciudad que está atrás. ¿Cuál es? Y la evidencia es que las demandas de Lima no se resuelven con un simple listado de obras, que serán siempre insuficientes por el modo como está organizada la economía de la municipalidad y el modelo de gobierno de la ciudad.
La juramentación tuvo mensajes rescatables: la apertura a la inversión privada, la convocatoria a los distritos para coordinar proyectos y la elaboración de megaproyectos compartidos con el Ejecutivo. Sin embargo, esta primera semana ha traído un preocupante aroma a “soy alcalde y hago lo que quiero”. Aquí algunas perlas:
Se reanudan las obras en la Costa Verde en pleno verano, dejando sin playa a miles de limeños. Los consiguientes desvíos de tránsito colapsarán Barranco, único paso al sur. ¿Cuánto se perderá en horas-hombre, combustible y por contaminación? ¿Es que sus técnicos no pueden encontrar otra solución? Pero lo esencial, además, es que la Costa Verde no es de Castañeda. Quien tiene que tomar un acuerdo sobre el tema es la autoridad autónoma conformada por los seis alcaldes ribereños y Lima. ¿Ha sido convocada?
Adicionalmente, el alcalde amenaza con no respetar el acuerdo firmado por la anterior gestión con la Federación Nacional de Tabla, que anula el tercer carril vial del circuito de playas de la Costa Verde puesto que pone en peligro todas las actividades que se realizan en las playas de Miraflores.
Finalmente, como si no hubiera nuevos problemas para enfrentar en la capital, regresan prácticamente los mismos funcionarios de su gestión anterior. Quiere decir que en materia de planificación urbana, vivienda, Costa Verde, centro histórico, transporte, seguridad ciudadana, cultura, participación vecinal o medio ambiente se mantendrían los grandes vacíos que hubo durante ocho años.
Solo queda estar atentos a las señales que aseguren que algo está cambiando y el próximo aniversario de Lima –este 18 de enero– escuchemos un mensaje renovado y alentador para la ciudad.