"La grandeza de dos países hermanos", por Fdo. de Trazegnies
"La grandeza de dos países hermanos", por Fdo. de Trazegnies
Redacción EC

FERNANDO DE TRAZEGNIES

Profesor principal de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú

Y “finalmente” llegamos al “fin”. Lo pongo entre comillas porque veremos que se pretende estirar aún más un elástico muy delgado que ya no tiene fundamento. La se pronunció de manera muy inteligente, sin darle toda la razón a ninguno de los dos países y buscando establecer una plataforma jurídica equitativa sobre la cual pueden el Perú y Chile reconstruir –o quizá, profundizar– sus relaciones como países hermanos. 

Hay quienes sostienen que el Perú y Chile son dos países tradicionalmente en pugna, desde el tiempo de los incas, pasando por las luchas entre Pizarro y Almagro, la Guerra del Pacífico y las desavenencias sobre el mar. Sin embargo, esta es una visión equivocada y perniciosa. Perfectamente podríamos voltear la perspectiva y encontrarnos que los incas unieron lo que hoy es el Perú y Chile (así como Bolivia, parte de Argentina, Ecuador y algo de Colombia). Por tanto, tenemos eso en común. Por otra parte, lo que hoy es el Perú y Chile fue conquistado por los españoles, quienes nos proporcionaron a ambos la cultura occidental; y las luchas entre Pizarro y Almagro son las divergencias que normalmente se presentan entre los conquistadores pero que no cambian el legado cultural común. La Guerra del Pacífico fue una herida muy fuerte, pero Alemania, Bélgica y Francia no dejan de sentirse muy europeos a pesar de que han pasado por dos guerras terribles que alcanzaron una dimensión mundial.

El Perú y Chile se habían ya reencontrado tanto en sus bases culturales comunes como en el campo de los negocios y de la vida social en general. Y ello había incluido borrar las secuelas de la . Solo quedaba pendiente un problema concreto, constituido por la frontera marítima que es hoy en día un tema importante debido a la novedad de la pesca industrial, lo que hasta hace pocas décadas no era preocupación para nadie.

La Corte de La Haya nos ha solucionado también ese problema de manera muy clara y de forma tal que no hay vencedores ni vencidos: ambas partes reciben lo que equitativamente les corresponde. Deberíamos estar muy satisfechos y agradecidos a los jueces de La Haya, por haber logrado curar la última herida que quedaba de ambos lados de la frontera.

Lamentablemente, de pronto ha surgido una diferencia que no estaba en la agenda. Chile pretende que el triángulo terrestre formado por el Punto de la Concordia, el mar y el Hito 1 les pertenece. Sin embargo, esto nunca fue así ni Chile presentó ningún reclamo sobre este punto, ni podía hacerlo dado que la frontera terrestre estaba definitivamente resuelta con el .

El error en que incurre Chile al hacer este planteamiento es considerar que la frontera terrestre ha variado porque la frontera marítima comienza ahora en el Hito 1. Pero ninguna de estas dos afirmaciones es verdad: ni la frontera terrestre ha variado ni el Hito 1 marca el inicio de la frontera marítima según La Haya.

La Corte de La Haya empleó el no en su función dentro de la frontera terrestre sino únicamente para determinar el paralelo en discusión para efectos de la frontera marítima. En forma muy clara dice en su acápite 196 que la conclusión de la Corte es que el límite marítimo entre las partes comienza en la intersección del paralelo de latitud que pasa por el Hito 1 con la línea de bajamar.

El planteamiento de La Haya es absolutamente claro. Utiliza el Hito 1 no para establecer la frontera terrestre y ni siquiera la frontera marítima sino exclusivamente el paralelo de latitud que se va a tomar en cuenta. Es un uso geográfico para determinar una latitud que más abajo, en su contacto con el mar, constituirá la frontera marítima. Así, la frontera marítima comienza en el cruce entre ese paralelo y la línea de baja marea; por tanto, ese límite marítimo, como es lógico, comienza al borde del mar y no en tierra como ahora pretende Chile.

Por consiguiente, Chile definitivamente no tiene razón y se equivoca en su lectura del fallo de La Haya. Ese triángulo terrestre es peruano y así ha sido reconocido desde el año 1929.

Por otra parte, ese triángulo no encierra sino el equivalente de tres manzanas de la ciudad: un terreno pequeño absolutamente deshabitado, constituido simplemente por arena. Y ¿es por algo así que Chile quiere replantear –sin posibilidades de éxito– la interpretación del fallo de La Haya? ¿Es por esas tres hectáreas de arena que algunos chilenos quieren que se vean afectadas las relaciones entre el Perú y Chile cuando están precisamente en estado de recuperación? ¿No les importa a esos chilenos poner en peligro las buenas relaciones económicas y tanto la inversión chilena en el Perú como la inversión peruana en Chile?

Creo que ha llegado el momento para ambos países de demostrar su grandeza, es decir, su elevación de espíritu, su excelencia moral (DRAE). Y ¿en qué puede consistir tal grandeza? En no buscar afanosamente puntos de desacuerdo sino puntos de encuentro y de unión.

Ser grande significa que Chile reconozca la verdad, se deje de discutir nimiedades y acepte que no hay duda de que ese triángulo es peruano. Y ser grande para el Perú significa convertir ese triángulo de territorio peruano en un parque que celebre la amistad y la vinculación entre nuestros dos países hermanos.