(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Alfredo Torres

Las “lunas de miel” de los presidentes con la ciudadanía en el Perú son cortas. Si definimos operativamente el fin de la luna de miel como el momento en que la desaprobación supera a la aprobación presidencial, estas duran en promedio poco más de 6 meses. La duración fue menor en el caso de , mayor en los casos de y a y exactamente 6 meses en el caso de . En el caso del presidente , el fin de la luna de miel ha ocurrido antes de haberse cumplido el primer trimestre.

La caída ha sido sorpresiva y abrupta. Se esperaba que el respaldo popular se extendiese hasta Fiestas Patrias –Mundial de Fútbol de por medio– pero no ha sido así. Según las encuestas de El Comercio-Ipsos, su aprobación ha caído de 52% en mayo a 37% en junio y su desaprobación se ha disparado de 24% a 48%. Algo similar ha ocurrido con el primer ministro . Su aprobación ha bajado de 30% a 21% y su desaprobación ha subido de 33% a 47%. Ninguno de sus predecesores –Fernando Zavala y – tuvieron tan bajo apoyo popular en sus primeros meses de gestión.

Cuando se pregunta por las razones de desaprobación del presidente, las respuestas son de dos tipos: las que se refieren –con cierta impaciencia– a los escasos avances en materia de economía, seguridad ciudadana y lucha contra la corrupción; y las que critican su capacidad para el cargo: algunos lo califican de poco preparado, otros cuestionan su falta de liderazgo y de manejo político.

Sin duda era previsible una caída en el apoyo al gobierno luego del incremento en las tasas de los (ISC) y, más aún, luego de la renuncia del ministro de Economía y Finanzas, pero la magnitud de la caída revela que el desencanto no se limita al ámbito económico, sino que lo que se cuestiona es el estilo de gobierno. Como se sabe, el ministro de Economía renunció luego de que el gobierno cediese ante una presión de los transportistas para que les devuelva parte del ISC y esta cesión se suma a otras ante diversos grupos de presión en los meses previos.

La percepción de que el gobierno carece de liderazgo se hace evidente cuando se pregunta por sus relaciones con el Congreso de la República. El 64% piensa que el Ejecutivo está siguiendo lo que quiere la mayoría parlamentaria mientras solo 12% que hay una relación equilibrada con el Congreso y 16% de liderazgo del Ejecutivo. En contraposición, 54% quisiera que haya una relación de cooperación mutua entre ambos poderes, 31% de liderazgo del Ejecutivo y solo 8% de liderazgo del Congreso.

La imagen de un gobierno que procura seguir lo que desea la mayoría parlamentaria es particularmente dañina para el gobierno dado que el Congreso pasa por su peor momento. Actualmente, solo 14% aprueba su desempeño mientras 79% lo desaprueba. Este mayor rechazo puede atribuirse a la compra de equipos como televisores y frigobares en vísperas del Mundial de Fútbol, pero también a la percepción de que numerosos parlamentarios actúan en defensa de intereses particulares, como ocurrió esta semana con la oposición al proyecto de ley que plantea que la Superintendencia de Banca y Seguros supervise a las cooperativas de ahorro y crédito.

Otro que enfrenta el mayor nivel de rechazo desde el inicio de su gestión es el presidente del Congreso . Su aprobación es de apenas 13% y su desaprobación de 70%. En su caso, sus destempladas y amenazantes declaraciones en contra de la prensa, cuando lo cuestionaron por el mayor gasto del Congreso, pueden explicar en gran medida este agudo deterioro de su imagen.

La debilidad del gobierno es una realidad. El presidente Vizcarra no triunfó directamente, sino que llegó al poder como vicepresidente. La bancada oficialista no solo es pequeña, sino que no lo apoya con entusiasmo. La bancada de Fuerza Popular lo ha respaldado inicialmente debido a que promovió la salida de Kuczynski, pero tampoco se siente comprometida con su futuro. Menos aún las demás bancadas. En ese contexto, el presidente viene tratando de gobernar con lo que Jaime de Althaus ha llamado “la razón armoniosa”, pero, como el analista sugiere, esta puede ser fácilmente confundida con una actitud de temor y terminar siendo doblegada por diversos grupos de presión.

El gobierno debe saber que la ciudadanía espera más firmeza en el comando. La concertación es el mejor camino, pero no es el único. Si algunos sectores políticos o ciertos grupos de presión no piensan en el bien común, el presidente es el llamado a convocar a la opinión pública en su respaldo.

*El autor es presidente ejecutivo de Ipsos Perú.