Si bien el panorama sobre la relación del presidente Kuczynski con Odebrecht sigue siendo bastante confuso, hay un par de cosas que sí están claras. La primera, que a pesar de haberlo negado categóricamente, está comprobado que sí mantuvo una relación comercial con esa empresa y que recibió dividendos por ello (aunque aún no sabemos si realizó alguna gestión inapropiada).
La segunda es que si bien recibir dividendos por asesorar proyectos concesionados cuando él presidía Proinversión constituye un evidente conflicto de interés, ello no parece haber sido un delito. Lo sería si fuese el pago por un acto de corrupción y no parece serlo, ya que el mismo Marcelo Odebrecht habría declarado que estas contrataciones fueron para “reparar la relación” debido a que Kuczynski se había opuesto al proyecto IIRSA. Así que, de corrupción, a lo más cabe una sospecha no comprobada.
Y eso es lo que se tiene contra el presidente: una mentira y una sospecha sobre hechos que sucedieron hace más de 10 años. La mentira es condenable y genera otras sospechas, ¿pero es causal de vacancia por incapacidad moral permanente? No, no lo creo. La vacancia solo debe proceder si se comprueba (hincapié en “comprueba”) un delito. Que el Congreso no sea el Poder Judicial no lo sustrae de aplicar el principio de presunción de inocencia. Argumentar lo contrario es pretender justificar el linchamiento (“lo botamos porque podemos”).
Lamentablemente, en un país con instituciones tan débiles como el nuestro, los congresistas actúan en función de lo que les conviene a ellos, no al país. Y hoy parecen creer que lo que les conviene son elecciones adelantadas.
En efecto, al fujimorismo le convendría forzar una convocatoria a elecciones lo más pronto posible debido a que la popularidad de Keiko es alta y nadie se vislumbra como alternativa. Ello tendría más sentido que esperar al 2021, cuando cualquier cosa puede suceder (inclusive que termine en prisión preventiva). A la izquierda de Marco Arana (que presentó la moción de vacancia) también le convendría porque su archirrival, la izquierda de Verónika Mendoza, aún está lejos de poder inscribir a su partido.
Pero un adelanto de elecciones le convendría, sobre todo, a Alan García, porque a pesar de que el Cristo de Odebrecht es la prueba tangible de su estrechísima relación con esta empresa, su juego en pared con el fujimorismo le ha permitido no ser acusado de nada demasiado grave. Y nada mejor que la perspectiva de poder facilitar que las constructoras brasileñas sigan operando para prevenir una colaboración, digamos, “demasiado” eficaz de su parte.
En estas circunstancias, lo único que podría salvar al presidente es que un número suficientemente alto de congresistas concluya que lo que le conviene a sus dirigencias no les conviene a ellos, y se abstengan de votar a favor de la vacancia. Pero eso está difícil.
No confío mucho en las habilidades presidenciales de Kuczynski, pero confieso que me daría pena que sea vacado con argumentos tan cuestionables. Aunque, la verdad, no tanta como la que me inspiran quienes se aferran a sus cargos porque dicen creerle pero evitan quemarse escribiendo siquiera un tuit en su defensa. Que Dios y la patria (y su consciencia) se lo demanden.