"13 Reasons Why": los puntos débiles y fuertes de la serie
"13 Reasons Why": los puntos débiles y fuertes de la serie

Aunque cueste creer, "" no es la producción más fuerte que se pueda encontrar en televisión sobre temas como el bullying y el suicidio. Ahí está la segunda temporada de la visceral "American Crime", de visión obligada si una buena dosis de realidad se requiere. La serie de Netflix, protagonizada por la debutante Katherine Langford, envuelve el problema en un empaque de color rosa, con una historia por momentos edulcorada y revestida de ese drama adolescente que puede parecernos irrelevante a los que ya pasamos esa etapa hace tiempo.

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Nada de esto quiere decir que "13 Reasons Why" sea una mala serie. Todo lo contrario, los primeros episodios comienzan con fuerza apostándolo todo a su mejor carta: la historia de una joven que, antes de suicidarse, graba varios casetes explicando las decisiones que las llevaron a quitarse la vida. Cada cinta tiene un protagonista y el que guía al televidente en la serie es Clay Jensen (Dylan Minnette). Lo especial de estos primeros capítulos es que, si dejamos los prejuicios a un lado, nos daremos cuenta que no estamos ante una típica serie adolescente, sino ante una historia de suspenso: ¿quién provocó la muerte de Hannah Baker (Langford)? ¿Qué ocultan los jóvenes que escucharon las cintas antes que Clay?

Quizás el primer escollo a superar mientras se ve "13 Reasons Why" sean las típicas situaciones adolescentes que presenta cada capítulo. Algunas decisiones puedan parecernos inexplicables, algunos problemas -en nuestra opinión- podrían parecer simples, pero... ¿si fuéramos adolescentes sería tan fácil? Hay un ejercicio de empatía interesante que hay que realizar mientras se ve la serie. ¿Pero la serie no debería sostenerse por sí sola? Por supuesto, en un momento más hablaremos de eso.

Pero detengámonos un momento en las preguntas que nos deja "13 Reasons Why". ¿Estamos los padres prestando suficiente atención a los hijos? ¿Acaso el mundo escolar es inexpugnable para ellos? ¿Cuán trivial le puede parecer a un profesor o consejero el problema de un adolescente? ¿Cuánto daño hemos hecho con nuestras acciones? La principal fortaleza de la serie de Netflix es el potencial que tiene para generar identificación, pero esto a su vez demanda empatía, cualidad cada vez más difícil de encontrar.

Ahora sí, hablemos de los problemas de la serie. Son 13 razones. 13 larguísimas razones. Quizás se pudo contar la historia de Hannah Baker en menos episodios (los 8 de "Stranger Things" son perfectos, por ejemplo) y por momentos, entre los episodios 4 y 10 todo se vuelve un poco aburrido, debido al bajo nivel de la historia de cada protagonista de las cintas, los cuales terminan siendo poco interesantes. En esa etapa solo queda aferrarnos al misterio: ¿culpará a alguien Hannah? ¿Cómo terminará la serie?

A diferencia del libro de Jay Asher que la inspiró, la serie al parecer tendrá segunda temporada. Por ende, tuvo un final abierto. Quizás demasiado. En ese sentido es un poco decepcionante llegar al final y no sentir esa conclusión que uno esperaba como televidente. Se dejan muchos cabos abiertos que seguramente servirán como insumo de la siguiente entrega, pero todo apuntaba a que "13 Reasons Why" debió quedar ahí.

La televisión manda que los éxitos deben ser exprimidos, así que crucemos los dedos para que la segunda sea una temporada decente.

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