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Lava Jato: sabíamos casi todo y no hicimos nada [CRÓNICA] - 3
Fernando Vivas

Antes del , la película pasó ante nuestra cara pelada. Pero no la vimos: en el 2005 Odebrecht (en consorcio con Graña y Montero y JJ Camet Ingenieros) ganó la licitación para hacer los tramos 2 y 3 de la Interoceánica Sur, mientras que Camargo Correa y Queiroz Galvao se hicieron del tramo 4. El proyecto se declaró de interés nacional y se lo eximió de controles fundamentales, hasta se dio una ley para derogar otra que impedía que empresas en litigio con el Estado, como Odebrecht, pudieran ser contratistas. Un monumento al destrabe nacional.

El proyecto ya era polémico al nacer. Las proyecciones de tránsito de productos y de viajeros, entre dos países que estábamos históricamente de espaldas, no justificaban a primera vista el costo de cerca de US$850 millones del proyecto. Peor aun, sucesivos incrementos habían llevado el costo, hacia el 2008, a US$1.350 millones (al final, llegó a los US$2 mil millones). Más de 60% de incremento que, ya no solo Toledo, sino el gobierno de García, tenían que cubrir y justificar.

Habría que ser muy ingenuo como para no sospechar que algo se pudría en la IIRSA. Por eso, la bancada nacionalista, la ‘antisistema’; la aprista, la oficialista que tenía ojeriza al predecesor Toledo; y la fujimorista, que lo alucinaba, lanzaron arengas de pesquisa. En el 2007 se formó una comisión para investigar actos de corrupción durante el toledismo. La presidió el humalista Fredy Serna y puso un hito: acusó irregularidades en contratos y adendas de la IIRSA Sur. El portal Convoca ha evocado esa comisión en un artículo sobre Lava Jato y Castillo de Arena (el escándalo que liga a Toledo con Camargo y Correa) y destaca, por ejemplo, que la comisión calculó que cada kilómetro en promedio estaba sobrevaluado en 79,11%, respecto a obras similares. Serna se batió por su informe –el entonces peruposibilista Carlos Bruce lo tildó de figuretti– y tuvo oposición en su propio grupo de trabajo.

Una página del informe de la comisión investigadora de la Interoceánica Sur. (Fuente: El Comercio)

Una página del informe de la comisión investigadora de la Interoceánica Sur. (Fuente: El Comercio)

Lo peor estaba por venir. El 17 de abril del 2008, se formó la Comisión Investigadora del Proyecto Corredor Interoceánico Perú-Brasil IIRSA Sur. ¿Para qué investigar mil obras del toledismo, si la serpiente kilométrica prometía tanto? El grupo lo presidió la humalista Margarita Sucari, el vicepresidente fue el entonces fujimorista Renzo Reggiardo, el secretario fue el aprista Luis Wilson, y los otros dos integrantes fueron el pepecista Juan Carlos Eguren y el también humalista Juvenal Silva. Si alguien esperaba que la comisión se abocara a la combativa judicialización de la política, se equivocó de plano.

—¡No te metas!——
Al día siguiente de instalada, la comisión tuvo una primera alteración. El congresista Wilson fue reemplazado por Aurelio Pastor. Y empezaron, según me cuenta Renzo Reggiardo, las presiones y las dilaciones. Se hizo evidente que, si en un primer momento la bancada aprista había decidido investigar por puras ganas de mellar al toledismo, luego, como dice Reggiardo, “el gobierno de García había decidido expedir un certificado de buena conducta a Odebrecht”. Al leer el benévolo informe, queda clarísimo que los tres congresistas que lo firmaron hicieron suya la consigna oficial de seguir adelante con el contrato y sus adendas, costaran lo que sobrecostaran.

El difunto contralor Genaro Matute objetó el proyecto. Es conmovedor leer cómo los congresistas pasan por alto la posición de Matute de cancelar y volver a licitar, porque estiman que una paralización de la obra nos haría perder la carrera transoceánica: citan un artículo de “El Clarín” sobre un tren entre Argentina y Chile que no llegó a hacerse [ver documento adjunto].

La ministra de Transportes en ese momento, Verónica Zavala, invitada por la comisión, también mencionó la posibilidad de volver a licitar, pero prefería –era la consigna del régimen– seguir adelante. Según señala el informe, la hermana del actual primer ministro consideró que no había sobrevaluación indebida, sino que la cifra inicial, los US$850 millones, se basaba en un estudio de factibilidad, mientras que el precio ajustado tras adendas a US$1.350 millones se basaba en PID (proyectos de ingeniería de detalle), que encontraron distintos metrados, elevaciones de terreno, accidentes y huaicos. Por lo tanto, no era un sobrecosto injustificado, sino “un sinceramiento de precios reales”.

Cuando se acercaba el fin del breve plazo de 60 días para investigar, ocurrió algo extraordinario: un reportaje dominical reveló que Margarita Sucari le había descontado el sueldo a una asesora, y fue sancionada con 60 días de suspensión. La comisión se quedó sin cabeza.

El nuevo presidente del grupo, Reggiardo, cuenta que las postergaciones de sesiones le impedían seguir adelante: “Sentía como si mis colegas fueran abogados de Odebrecht –me dice– y preferí renunciar [ver carta adjunta] antes que avalar un informe entregado después de que la comisión había terminado su plazo”.

La carta de renuncia de Renzo Reggiardo a la comisión investigadora. (Fuente: El Comercio)

La carta de renuncia de Renzo Reggiardo a la comisión investigadora. (Fuente: El Comercio)

Llamé a Eguren y me dijo que “las supuestas irregularidades fueron explicadas por los invitados” y precisó: “Yo no podía votar contra un proyecto tan importante para mi región [Arequipa]”. Agregó, justificando su benévola firma, la existencia de un estudio de la Universidad del Pacífico, citado en el informe, que señala que el beneficio de la obra sería superior a eventuales encarecimientos.

También llamé a Pastor y fue más lacónico: “Soy abogado y si la ministra dice que no hay irregularidades, no hay razón para insistir en lo contrario”. Silva no es fácilmente ubicable, pues ha sido denunciado por el Minedu.

Ya lejos del fujimorismo, Reggiardo me cuenta que Odebrecht presionaba tanto que hasta un tío que trabajaba en una subcontratista de los brasileños lo buscó para hablarle de las bondades de la IIRSA. Y hace esta revelación: “En mi bancada me dijeron ‘no te metas, no investigues’”. La jefa de los 13 naranjas de aquel entonces era Keiko Fujimori. ¡Que levante la mano la bancada que no haya tenido trato con Odebrecht!

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