La semana pasada una exótica noticia llegó desde Caracas. Nicolás Maduro decretó la creación del Instituto de Altos Estudios del Pensamiento del comandante Hugo Chávez (IAEP), con el fin de profundizar en el análisis de las ideas del difunto líder (y de paso, por supuesto, reescribir la historia de los fracasos del comandante). Aunado a este reconocimiento, este pasado domingo el Foro de São Paulo (organización que reúne a un centenar de partidos de izquierda de América Latina) le rindió un especial homenaje durante una jornada en la que se instó a optar entre “el socialismo” o “la barbarie”.
Sería interesante imaginar los cursos que se podrían enseñar en este flamante instituto dedicado al estudio de los aportes de quien, en palabras de Maduro, fue el presidente “que encarnó a Cristo en esta tierra” como ningún otro.
Un material infaltable en la escuela chavista sería “Seminario sobre la democracia”. Consistiría en el análisis de una serie de casos prácticos tomados de la realidad venezolana. Por ejemplo, cómo usar los programas asistenciales y los medios estatales para ganar elecciones. Asimismo, la forma de impedir el voto en el Congreso a la oposición o incluso la manera correcta de agarrarla a golpes. También se podría estudiar cómo cambiar las leyes para copar el Tribunal Supremo o el mejor camino para perseguir a jueces “desleales”, como a la jueza Afiuni, a quien se encarceló por otorgarle libertad condicional a un opositor. En fin, casos de estudio sobrarían, pues no por nada Venezuela ocupa el último lugar en independencia judicial en el mundo según el Global Competitiveness Report y, de acuerdo con Transparencia Internacional, es el décimo país más corrupto.
Otro curso ciertamente sería “Libertad de expresión”. Bajo la ideología chavista, después de todo, se han cerrado 34 estaciones de radios opositoras y hace poco se logró que cayese el último canal de televisión independiente en el país.
Un curso imprescindible en su currículo también sería “Economía de la inflación y la escasez”. La política monetaria de Chávez, después de todo, ha logrado una inflación anualizada de 24,2%, tasa solo superada por las de Siria e Irán, y que se espera crezca hasta ser la más alta del mundo para fines del año. Además, los controles de precios y la persecución a los inversionistas han destruido la producción a tal punto que la escasez impera en el país llanero. Los venezolanos sufren para conseguir leche, azúcar, medicamentos, papel higiénico y otros productos básicos. Fuera de los supermercados se alquilan bancos para que la gente pueda esperar sentada que estos abran sus puertas, una vez que corre la voz de que finalmente llegaron a ellos los cotizados bienes de primera necesidad. Estas personas a menudo tienen que llevar las compras en sus carteras, pues el país ya no produce suficientes bolsas plásticas. Y hasta las iglesias han tenido que racionar el vino de la eucaristía porque este ni con un milagro alcanza.
El IAEP, por otro lado, seguramente dictará una cátedra llamada “Inversión petrolera”. Y es que este tema fue uno en los que el supuesto ‘Cristo encarnado’ más contribuyó a Venezuela. PDVSA redujo su producción de 3,3 millones de barriles por día en 1998 a 2,25 millones en el 2011 (año en el que dejó de publicar cifras auditadas). Durante el 2012, además, según su propio informe de gestión, esta empresa registró egresos por más de US$144,267 millones cuando sus ingresos fueron de US$63,225 millones.
No estaría de más tampoco que en el IAEP se dicte un curso sobre “Seguridad interna”. En 1998, cuando Chávez llegó al poder, se asesinaron a 4.550 personas y está cifra subió hasta 21.692 en el 2012, según la ONG Observatorio Venezolano de Violencia. Este número, dicho sea de paso, es mayor que la suma de los homicidios en Estados Unidos y los 27 países de la Unión Europea. Según el actual presidente, además, el 90% de los secuestros en Caracas se comete con la complicidad de policías o ex policías.
Igualmente, sería interesante que se dicte una clase de “Teorías de la conspiración”, en la que se enseñaría a inventar creativas hipótesis sobre complots de opositores. Por ejemplo, la que sugirió Chávez cuando anunció que Estados Unidos habría desarrollado una tecnología para inocular el cáncer en líderes latinoamericanos .
No queda duda. Los graduados del IAEP contribuirán a la causa de la revolución bolivariana.