Alberto Fujimori fue internado en la clínica Centenario este sábado por un cuadro de arritmia. (Foto: EFE)
Alberto Fujimori fue internado en la clínica Centenario este sábado por un cuadro de arritmia. (Foto: EFE)
Diana Seminario

La Nochebuena del 2017 será recordada como el día en que el presidente indultó a , cuando se comprobó que el ex mandatario nunca dejó de hacer política y que se jugó todas sus cartas el jueves 21 de diciembre teniendo a su hijo Kenji como el principal ejecutor de su estrategia.

Lo paradójico es que quienes defendieron la permanencia de PPK tras el pedido de vacancia, levantando la bandera del ‘anti’, son los mismos que con su activismo dijeron haber “vencido al fujimorismo” poniendo en Palacio de Gobierno a Ollanta Humala primero y a Kuczynski después. Sí, esos mismos son los que a la larga terminaron jugando a favor de lo que más temían: el indulto a Alberto Fujimori.

Con un presidente destituido, la posibilidad de la liberación que estamos viendo hubiera sido muy poco probable, o al menos no habría sido tan rápida. Con las 10 abstenciones puestas en bandeja de plata por Kenji y las llamadas telefónicas desde la Diroes, Alberto Fujimori no solo se jugaba la libertad, sino que volvía a hacer lo que más le gusta: política.

Interesante escenario para quienes desde su falsa superioridad moral jugaron para Alberto y ahora llaman traidor a PPK. ¡Qué rápido olvidaron que hasta hace menos de una semana lo estaban salvando de un “golpe de Estado”!

¿Será que ahora mirarán con otros ojos el perverso conflicto de intereses de Kuczynski ministro y a la vez dueño de Westfield que asesoraba a Odebrecht mientras negociaba con el Estado?

“Ningún gobierno podrá hacer realidad las legítimas aspiraciones de todos los peruanos si mantenemos el ambiente polarizado y hostil en el que vivimos hoy”, dijo el viernes Kuczynski como un preámbulo a la decisión que asumió ayer.

Ahora más que nunca resuenan con fuerza sus palabras: “Ha llegado el momento de que, como país, nos demos la oportunidad de una sincera reflexión y de abrir una verdadera nueva etapa. Reflexión, reconciliación”.

¿Es posible conjugar los verbos ‘reflexión’ y ‘reconciliación’ cuando ni bien se da el indulto las amenazas a Kuczynski no se hacen esperar de los mismos que lo defendieron hace cuatro días?

Ya lo dijo el cardenal Juan Luis Cipriani el sábado en su programa “Diálogo de fe”: “La palabra ‘reconciliación’ no puede ser un ruido. Reconciliarse duele; si no duele, no hay reconciliación”.

¿Estamos dispuestos los peruanos a aceptarnos desde nuestras diferencias, o seguiremos siendo rehenes de nuestros propios resentimientos? ¿Estaremos siempre en la vereda de medir la moralidad del otro de acuerdo a si es mi amigo o mi adversario? Perdonar no es fácil, pero odiar es peor.

Hoy no es un lunes cualquiera, es Navidad y celebramos el nacimiento de Jesús. Quizás es el momento de liberarnos como país de ese ‘anti’ que nos persigue desde hace más de 15 años. Será muy difícil. Esto recién empieza.

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