Durante toda mi adolescencia estuve saltando de una dieta restrictiva a otra, buscando la forma de mantenerme delgada, porque pensaba que era una manera de encajar en la sociedad, de verme bien y sentirme bien. Pero, no fue así; ni siquiera en el momento en el que pesé menos estuve conforme con cómo se veía mi cuerpo, y eso sucede porque el valor que le damos a nuestro peso no está relacionado con nuestro autoestima ni salud. Además, tuve una relación muy mala con la comida, con culpa y miedo; hasta que entendí que existe la diversidad corporal y que, si bien el peso es un factor que predispone a enfermedades crónicas no transmisibles, no es lo único que debemos tener en cuenta. ¿A qué me refiero? Que es mejor tener hábitos saludables como comer de forma nutritiva y hacer actividad física, sin darle mucha importancia al peso, a comer solo lechuga para verte bien; siguiendo una dieta deficiente en nutrientes. Hoy hablaremos de la relación de la cultura dieta y la alimentación, para llevar una vida saludable sin caer en dietas restrictivas que ponen en riesgo nuestra salud hormonal y mental.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), define a la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Para lograrla, por supuesto, que hay que comer saludable, reducir el estrés y hacer ejercicio; pero muchas personas –sobre todo mujeres– son capaces de hacer dietas que prometen resultados mágicos en lugar de seguir una alimentación balanceada o hacer actividad física; a veces por la presión social, por comentarios desatinados o porque simplemente vivimos en una sociedad pesocentrista.
La cultura dieta
La nutricionista Yamile Zureyma Barrera-Carranza en su artículo “Ideal de cuerpo femenino y cultura de la dieta: retos y recomendaciones para la mujer de hoy” define a la cultura dieta como una que “no promueve un estilo de vida saludable, sino que promueve la salud como algo reduccionista, inmediato y pasajero”.
“Cuando la sociedad basa la salud solo en el cuidado del cuerpo, deja a un lado al resto de los factores individuales y colectivos que también la determinan y se deben abordar de una forma multidisciplinaria: psicológico, espiritual, social y medio ambiente”, se lee en el ‘paper’.
En la actualidad, la cultura de la dieta está muy presente en nuestra sociedad. Las redes sociales, como Instagram y Tiktok muestran a personas con cuerpos hegemónicos y normativos, que se vean delgados y con simetría; la publicidad desde siempre hace lo mismo. Las películas, series o los medios tradicionales de comunicación tienden a tener menos diversidad corporal; generando estereotipos cuando alguien de talla grande aparece. Lo grafican como personas sin fuerza de voluntad, que comen mucho, sedentarios, entre otras cualidades que no necesariamente son así.
El estado de salud y de nutrición de una persona no solo se basa en la composición corporal, se deben evaluar otros puntos como exámenes bioquímicos, hallazgos físicos y clínicos, historia de alimentación y nutrición, historia del paciente, calidad de sueño, entre otros; y con todo eso recién se puede generar un diagnóstico sobre cómo está de salud; y no solo guiarse del tan famoso IMC.
No dietas restrictivas
Perder peso en poco tiempo es algo que muchas personas buscan, y los medios de comunicación e influencers lo saben y generar contenido que indican que haciendo tal o cual dieta lograrán su objetivo. Pero a largo plazo, puede generar más daño que beneficio.
Podemos definir a las dietas restrictivas como aquellas que limitan la cantidad de nutrientes y calorías para que el cuerpo esté en déficit calórico y pierda peso, cuando se hace una restricción muy grande y prolongada, se perderá masa muscular y agua. Quizás podrías pensar: “pero no importa con tal de entrar en ese vestido”; sin embargo, perder masa muscular es peligroso. Los músculos sostienen a nuestros huesos, tener baja masa muscular está relacionado con mortalidad.
Algunos ejemplos de dietas restrictivas son dietas detox, dietas bajas en carbohidratos, dietas de mil calóricas, dietas de un solo alimento, ayunos prolongados, entre otras. Muchas de ellas, no tienen evidencia científica, y se contradicen a organizaciones de nutrición.
Una de las consecuencias de las dietas restrictivas para la salud es que pueden generar un impacto negativo en la salud mental; debido a que las personas que siguen estas dietas suelen tener una mala relación con la comida, teniendo conductas obsesivas y desencadenando en trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia.
Otra de las consecuencias es que se reduce el nivel de energía de las personas y puede traer deficiencias nutricionales. Estas dietas eliminan grupos de alimentos o son pobres en energía y nutrientes. Por ejemplo, las dietas bajas en carbohidratos, podrían generar deficiencias en micronutrientes porque no se consume suficiente frutas y verduras, así como causar estreñimiento porque no se consume suficiente fibra. En el caso de las dietas detox podría generar fatiga, pérdida de masa muscular y desequilibrio hormonal.
Las dietas restrictivas no son sostenibles a largo plazo, y cuando una forma de comer no se puede mantener en el tiempo no genera adherencia y se volverá a comer como antes, generando el efecto rebote. Las personas que siguen una dieta restrictiva van a experimentar una pérdida de peso inicial, pero a medida que el tiempo pase, el organismo es capaz de adaptarse a la restricción calórica, y la pérdida de peso puede disminuir o detenerse. Eso puede generar frustración y que al dejar la dieta se recupera el peso perdido. En lugar de seguir dietas restrictivas, es importante adoptar un estilo de vida que sea equilibrado tanto en la alimentación como en la actividad física, sin dejar de lado la salud mental.
Salud en todas las tallas
Hace algunos años, surgió el modelo HAES (Health at Every Size), un movimiento que cada vez tiene más profesionales de la salud, pacientes y activistas que lo siguen y que rechazan el uso del peso, la talla y el IMC como únicos indicadores de salud. Además, consideran que es erróneo pensar que el peso es el resultado de elecciones personales, sin tomar en cuenta factores genéticos e incontrolables o involuntarios, como los ambientales.
En la revista académica “International Journal of Obesity”, un artículo indica que el modelo HAES, “aborda las amplias fuerzas que respaldan la salud, como el acceso seguro y asequible a la atención”. Promueve que no se caiga en la estigma de peso y que los profesionales de la salud no solo envíen a perder peso a sus pacientes, sin considerar que existen otros factores que deben evaluar para conocer su salud de forma integral.
En la revisión, los autores explican que el HAES, o salud en todas las tallas, “también ayuda a las personas a encontrar prácticas sostenibles que apoyen el bienestar individual y comunitario. Basándose en un marco de justicia social. El modelo HAES honra el poder curativo de las conexiones sociales y evoluciona en respuesta a las experiencias y necesidades de una comunidad diversa”.
Este modelo de no dieta, se orienta más por una alimentación intuitiva, basada en evidencia, que promueve que las personas atiendan y respondan a las señales fisiológicas de hambre y saciedad; así cómo determinar cuánto y cuándo comer. Todo esto entendiendo que existen alimentos que pueden afectar al organismo. Por ejemplo, conocer que existen algunos que puede traer problemas a la salud, como diabetes, alergias alimentarias, colesterol elevado, entre otros. No es comer por comer, pues, la función de un nutricionista con este enfoque es enseñar cuáles son los alimentos más ricos en nutrientes, mientras se logra un balance que ayude a que la persona esté saludable.
En el artículo “Intervenciones no pesocentristas y principios de salud en todas las tallas en el abordaje del sobrepeso y la obesidad. Revisión narrativa de la literatura” de la Revista de Nutrición Clínica y Metabolismo, la autora explica que “a lo largo de la formación académica de los profesionales de la salud, en especial, de la nutrición, se hace gran hincapié en la medición de los parámetros corporales como indicadores del éxito de diversos tratamientos. Los abordajes no pesocentristas enfocan la atención en la persona y no en el número al promover una educación alimentaria y nutricional para la realización de elecciones basadas en la calidad, en la autorregulación y en el empoderamiento”.
Cuando se habla de salud en todas las tallas, muchas veces se es cuestionado como si se fomentara la obesidad o cómo si se celebrara los malos hábitos; y no es así. Es entender que existe la diversidad corporal, y que hay personas con diferentes somatotipos, es decir que alguien por el tamaño de sus huesos (se mide con paquimetro en la antropometría), podría ser una persona grande, pero podría modificar sus hábitos para que esté lo más saludable posible, tenga buena masa muscular, valores de colesterol normales y ninguna enfermedad crónica no transmisible. Debemos recordar que el profesional de salud será quien decidida –según su paciente– qué enfoque utilizar, porque es el único que conoce realmente la historia clínica del paciente. Finalmente, debe quedar claro que no se está en contra de la pérdida de peso, sino de cómo durante años se ha hecho de todo para lograr un cuerpo delgado, poniendo en riesgo la salud.
Más información:
Compartimos datos de nutricionistas que tienen un enfoque no pesocentrista:
- Alejandra Izquierdo Saona. Instagram: @ale.integrale
- Melissa Paz. Instagram: @melipaznutricion
Compartimos datos de psicólogas con enfoque no pesocentrista:
- Daniela Alvarez. Instagram: @vivirenbalance Mafer Ravello: @psicobalance.pe
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