LOURDES FERNÁNDEZ CALVO

Hace seis meses, un grupo de siete escolares de entre 15 y 16 años descubrió que detrás de su colegio habían vivido los incas.

Decidieron visitar el lugar, pero el complejo arqueológico, construido hace más de 500 años, era un basural.

La huaca Puruchuca, ubicada en la urbanización San Francisco, en Ate, fue construida por la cultura preínca Ichma y sus palacios albergaron a Túpac Yupanqui. Sin embargo, hoy además de ser un depósito de desperdicios, es utilizada como cancha de fútbol.

Algunos vagabundos tienen a la huaca como escondite perfecto para consumir licor.

“No sabía que había una huaca tan cerca y que estuviera tan descuidada. Me ha dado mucha pena encontrarla así. Es nuestra cultura, nuestra historia”, cuenta con desazón Luis Ángel, uno de los siete alumnos de cuarto de secundaria del colegio Alpamayo. Dice esto mientras retira la maleza clavada en la tierra.

JÓVENES VOLUNTARIOS Desde mediados de junio, Luis Ángel y un grupo de alumnos decidieron participar voluntariamente en la limpieza y el cuidado de la huaca a la que hoy llaman con cariño La Puruchuca. “Hasta le han hecho una canción y la van cantando cuando vienen”, cuenta Pedro Schmitt, coordinador del bachillerato internacional del colegio.

El profesor Schmitt precisa que la invitación para recuperar la huaca llegó desde el Ministerio de Cultura con el programa Huaca Limpia, Huaca Viva.

Luego de fotografiar el estado actual de la huaca y presentarla a sus alumnos, 25 de ellos levantaron la mano. Al inicio, solo 7 se integraron al proyecto.

Cada jueves por la tarde los adolescentes visitan la huaca armados de herramientas de jardinería. El profesor y los arqueólogos del ministerio los acompañan.

Durante una hora, los escolares luchan por cortar la maleza que ha crecido aceleradamente en la plaza central del sitio. Ninguno de ellos había realizado este trabajo antes, pero ya se sienten expertos. “Trabajamos fuerte para sacarla a flote”, afirma Diego, mientras toma un descanso breve.

Luis Béjar, arqueólogo del programa del sector Cultura, asegura que son dos los principales problemas que aquejan a la huaca: la falta de vigilancia y un cerco perimétrico, y la presencia de un canal de agua que ha colapsado y hace crecer maleza. “Se han hecho excavaciones que han ocasionado daños irreversibles”, lamenta Béjar.

En el exterior de la huaca, solo existe un cartel azul donde se lee “zona intangible”. Pocos o nadie, aparte de los alumnos, visitan este complejo.

¿Qué más falta para protegerla? “Conciencia”, dice Pedro. “Nosotros podemos venir con la mejor voluntad, pero hay muchas cosas por arreglar que no podemos hacer”, insiste el escolar. Mientras tanto, el grupo ha pensado en hacer un pequeño corto en el que un personaje siniestro entra a ensuciar la huaca y ellos logran rescatarla. “Serán como unos pequeños héroes”, finaliza el profesor.