ALBERTO VILLAR CAMPOS

Cuando no es filósofo, profesor de italiano o invierte en la bolsa, Rodrigo Pulgar prefiere pasar el día asumiendo un cargo que no le queda grande: el de rey de las tangaras. Es un tipo menudo, que ahora va muy abrigado, tiene ojos celestes vivaces y estas aves –traídas desde la selva y las montañas– parecen no prestarle mucha atención.

“Mi papá criaba canarios y pajaritos chuscos cuando era niño, y yo le ayudaba a cuidarlos”, recuerda. “De vez en cuando me traía algún ave de regalo. Me traía chambergos y yo les cortaba las plumas de las alas y los criaba en la tierra, como si fueran gatos”, confiesa.

“Cosas de la niñez”, agrega. Hoy, sin embargo, el Rodrigo adulto ha convertido parte de su casa en el hábitat perfecto de estos agilísimos pájaros de cabezas azules, amarillas y marrones que alimenta con una pasta seca de frutas y vitaminas, y dedica parte de su vida a la inconcebible tarea de domesticarlos. Empresa difícil, más no imposible, según se ve.

Muy cerca de este hombre, enjauladas y en filas perfectamente ordenadas, cientos de palomas, canarios, pericos y loros se desbocan en una pelea en la que, en vez de puños, golpean los cantos. Son una suerte de chillidos secos y ausentes de eco que, por cierto, no incomodan. En este pequeño salón de cortinas blancas del estadio Bonilla, en Miraflores, se realiza hasta mañana el 44° Campeonato Peruano de Ornitología.

“Nuestro objetivo es fomentar la crianza de aves, el desarrollo de la ornitología y también mejorar los estándares de crianza”, explica Héctor Ponce, vicepresidente de la Federación Ornitológica del Perú (FOPE), juez de canarios y, por supuesto, añejo criador a quien su mujer le ha pedido varias veces que nunca deje esta ocupación porque eso, de alguna manera, “lo tiene de buen genio”. Al igual que Ponce, Emilio Llosa se ha trazado metas ambiciosas como presidente de la FOPE. La principal es resucitar el interés que, en el pasado, traía consigo la crianza y exhibición de aves como las reunidas en este estadio.

Uno de los caminos –coinciden – es mejorar la calidad de las aves importando ejemplares de otros países. Lamentablemente, las leyes peruanas actuales ponen las mismas barreras tanto para quien busque traer miles de pollos como para quien pretenda ingresar media docena de canarios gloster. Debido a ello, muchos criadores recurren al contrabando para mejorar los cruces de sus especies. Se espera que todo eso cambie pronto, refiere Llosa.

Poco después de que esta conversación acabe, ambos empezarán un rito casi orquestal: ordenarán jaulas, amansarán canarios y rellenarán sus pequeños pocillos con alpiste. Pero antes Ponce subraya: “No hay diferencia entre criar un canario fino, un perro fino o un caballo fino”. Aunque la crianza de aves como estas no está tan desarrollada ni formalizada en la actualidad, se sabe que Lima, Arequipa y Cusco son los principales enclaves de estos buscadores de la belleza aviar.

El campeonato tendrá a decenas de ganadores en varias categorías y reúne a cerca de 600 aves de unos 50 criadores de la capital y de la Ciudad Blanca, pródiga en exigentes amantes de aves.

Ahora bien. ¿Cuánto presupuesto necesita aquel que quiera empezar a criar ‘purasangres’ con pico y alas? Llosa explica que una pareja de canarios puede bordear los 200 soles y su alimentación no sobrepasa los 8 soles al mes. El presidente de la FOPE es, por cierto, también criador: al año ‘saca’ entre 90 y 100 pichones de sus canarios adultos de color rojo, que son su especialidad.

“El costo de un canario frente a otro animal fino es el menor”, sentencia Ponce. Y agrega: “No necesitas mucho espacio y, con ellos, estás llevando la naturaleza a tu casa”.

Ya lo sabe: en el gran salón del estadio Bonilla, las aves se sienten en casa. Y quieren ser campeonas.