A veces, no sabemos reconocerlo en su momento, pero qué bueno es cuando ciertos planes cambian. Cuando el mundo se voltea; cuando el rumbo se deja al destino; cuando las cosas escapan a nuestro control y sencillamente suceden. No es por ponerme poética, pero algo así pasó con el cocinero peruano Jason Roman y la abogada francesa Sophie Andrieu en 2019. El año antes de la pandemia –¿cómo iban a saber lo que vendría?– fue el elegido para abrir las puertas de un acogedor bistró ubicado en lo que era entonces un hospedaje en una casona de Barranco.
La idea era ensayar allí lo que sería un proyecto mucho más ambicioso cuando volviesen a Francia, país que había sido su residencia hasta aquella fecha. Nada de eso pasó, claro. El covid lo removió todo y, aunque hubo una pausa llena de incertidumbre, poco a poco las cosas empezaron a ponerse en marcha. El hospedaje cerró pero Awicha se mantuvo. Y lo que ha venido después bien debe haber valido la pena.
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Jason Roman (nominado en la edición más reciente de los Premios Luces como mejor chef joven) en realidad empezó su camino con la música. Su talento con la trompeta lo llevó a formar parte de la Filarmónica Juvenil y a viajar a Estados Unidos para seguir cultivando ese don. Fueron la cocina y el amor –no son lo mismo, ¿acaso?– los que cambiaron su suerte.
Roman se enamoró del mundo gastronómico y junto a una francesa, abogada de profesión –a quien conoció en Nueva York– emprendió un viaje que aún no culmina. Primero se establecieron en Europa, tuvieron dos niñas, y luego volvieron al Perú con un plan trazado, temporal. Al comienzo de esta historia decíamos que a veces es mejor dejarlo todo en manos del destino y eso es lo que les terminó pasando a ellos con su Awicha.
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El bistró se surte de las influencias que han recopilado de distintos rincones, pero uno en especial: la cocina de la abuela de Jason, en su natal Huacho, con quien el chef creció y se formó en todo: desde sudados hasta carapulcras. El restaurante de su familia es famoso en la zona (Géminis), pero a Jason le toca escribir su propia historia. A su lado está Sophie. Frente a ambos, un futuro que parece prometedor.
Más sabores de Awicha:
- Vino y felicidad. La oferta en vinos, tal y como pasa con la carta, está viva, en constante movimiento. Al fondo del local verá casi todas las botellas colocadas en una estantería –bodegas españolas, francesas, italianas, argentinas, peruanas; en fin– y muchas salen por copa. Consulte y explore.
- El mundo dulce. Awicha es una deliciosa mezcla de referencias culinarias donde el perú y francia se encuentran en armonía. Hay, por ejemplo, una Tarta de queso horneada con frutos rojos (bautizada con el nombre de la casa; abajo, en foto) y un flan parisino de vainilla, con caramelo de manzana y sangría. ¿Más tentación? Qué tal un mousse de cacao peruano al 70%. Por supuesto, viene con crema montada de vainilla.
Datos de contacto
Dirección: Jr. Domeyer 296, Barranco
Teléfono: 921828779
Instagram: @awicha.restaurante
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