Un domingo perfecto se compone de dos factores fundamentales: buena comida y seres queridos cerca. Sospecho que en Omatsu esta ecuación se repite con frecuencia, cualquier día de la semana. Hace unos meses, de manera modesta —callada si se quiere— el chef y empresario gastronómico Kike Matsufuji abrió las puertas de su nuevo proyecto. Se trata de Omatsu, restaurante de cocina nikkei cuya base es la sazón casera, que hoy recibe a sus comensales en un nuevo local en San Isidro. La suya es una experiencia culinaria con la tradición japonesa como pilar y la creatividad nikkei como inspiración. Fusión sin confusión, explican.
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El espacio elegido no es ajeno a aperturas gastronómicas: antes de ser Omatsu fue Bunka, y previamente (durante muchos años) albergó al restaurante Bravo. La zona que comprende Conquistadores y Pardo de Aliaga concentra así a varios de los referentes de comida nikkei de la ciudad, con Omatsu como nuevo miembro de la lista. Muy cerca de allí se encuentran Hanzo San Isidro y Osaka, además de Shizen, que está ubicado justo al frente. Cada uno de ellos tiene un concepto propio, y la oferta no hace más que enriquecerse en el distrito.
Quienes conocen la distribución del local recordarán que tiene un comedor principal, una segunda zona ubicada en una suerte de altillo —donde hoy se encuentra el sushi bar— que alberga unas cuantas mesas más, y un tercer espacio de estilo más casual, cerca de las ventanas. El tipo de visita dependerá de lo que se busque: ya sea probar las delicias en makis, nigiris, sashimi o temakis de la barra, o para dejarse seducir y abrigar por las preparaciones familiares de los Matsufuji. Cada uno elige, pero sugiero hacer una combinación de ambas.
Imposible visitar Omatsu y prescindir de sus nigiris, tan perfectos que se pueden comer con las manos de un solo bocado. Hay trece alternativas en la carta, muchas de ellas con toques criollos, como salsas de ají amarillo o anticuchera. La mesa siempre será más completa cuando se piden platos para compartir, y aquí hay una variedad realmente tentadora: desde una ensalada de tofu y palta con ajo crocante, o unas canastas de masa gyoza frita rellenas de arroz shari y tartare de pescado con spicy mayo, hasta unos caracoles de mar guisados a fuego lento, con shoyu.
En la carta hay verdaderas joyas en cuanto a los fondos, que incluyen tres clases de ramen, un bacalao en su punto con salsa de miso dulce, o un sakana shitakemushi: pescado blanco al vapor, salsa de hongos shiitake y cerdo molido. El mejor consejo que puedo dar es que consulten por las especialidades, y terminen la visita con un cheesecake de matcha. De verdad, inigualable. //
Misma generación
Al frente de Omatsu se encuentran los hermanos Kike y Yumi Matsufuji, herederos de una tradición gastronómica realmente impresionante. Ambos son hijos de César Matsufuji, uno de los fundadores del emblemático local de Matsuei, espacio pionero de comida japonesa y nikkei en el país. Su inspiración viene de las recetas familiares, pero también de los platos más célebres de la época dorada de dicho restaurante.
El toque de nobu
Los famosos amigos e itamaes Nobu Matsuhisa y Toshuiro Konishi formaron parte de Matsuei en sus comienzos. Hoy, muchas de sus recetas se rescatan en Omatsu, como el famoso bacalao marinado en salsa de miso dulce a la brasa de Nobu, servido al estilo de Omatsu.