Mucha gente hoy en día recurre a las vitaminas de una forma muy rápida, como si fueran una especie de panacea, un energizante o el necesario ‘boost’ mañanero para empezar un nuevo día. De hecho, en un informe publicado en El Comercio, registra que se vive un boom en la venta de estos productos: las importaciones de suplementos nutricionales ascendieron a US$ 40.8 millones hasta junio del 2024, y en los últimos 5 años crecieron 35%. Pero los combos vitamínicos que se venden en farmacias son mucho más que una bebida energizante o un poderoso café. De hecho, no cumplen con esa función en absoluto y deben tratarse con cuidado. Las vitaminas son compuestos orgánicos esenciales que el cuerpo humano necesita en pequeñas cantidades para mantener procesos metabólicos fundamentales. Y cada vitamina cumple funciones específicas.
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“Los seres humanos tenemos dos tipos de nutrientes, los macronutrientes y los micronutrientes. Los macronutrientes son los carbohidratos, las proteínas, las grasas, que nos van a aportar energía. Las vitaminas están en el campo de los micronutrientes y reciben ese nombre porque la cantidad que el cuerpo necesita de estas vitaminas, minerales, es muy chiquitita”, explica la nutricionista Carolina Castrillón (IG: @carocastrillonnutri).
Sin embargo, existe una serie de riesgos vinculados a la falta de guía o asesoría a la hora de ingerir vitaminas, sea de forma simple o a través de combos multivitamínicos. “Tanto el déficit como el exceso de consumo pueden tener efectos significativos para la salud, por lo que es importante comprender los riesgos asociados”, señala Nandy Vega, subdirectora médica de Mapfre. En el caso de las deficiencias vitamínicas, la sintomatología depende de la vitamina ausente o escasa en el organismo. “Por ejemplo, la deficiencia de vitamina A puede afectar la visión, mientras que la deficiencia de vitamina D está relacionada con problemas óseos. Por otro lado, el consumo excesivo de vitaminas, especialmente las vitaminas liposolubles, puede generar toxicidad en el cuerpo debido a su acumulación”.
Para Giuliana Saldarriaga, nutricionista clínica oncológica de Clínica Internacional, los riesgos asociados a la falta y el exceso de vitaminas dependen de lo que se consume. “En el caso de déficit, los síntomas son muy variados dependiendo de la vitamina, pero puede ir desde una fatiga hasta casos como anemia, ceguera nocturna, infecciones, hormigueo en manos y pies, entre otros”. Señala además que el exceso de vitaminas puede ocasionar piel seca, hipercalcemia, cálculos renales, entre otras manifestaciones.
Es importante anotar que el consumo de vitaminas o suplementos vitamínicos está condicionado a factores como la edad y el sexo del individuo. Una misma dosis no afecta a todos por igual y se requiere supervisión médica para saber la cantidad correcta. “El requerimiento en realidad es diferente en cada etapa de vida. Mientras somos más pequeños, el requerimiento es menor. Mientras que somos mayores, el requerimiento es, lógicamente, superior. Por ejemplo, la vitamina C para mujeres tiene un requerimiento de 75 miligramos y para hombres es de 90. El requerimiento en niños es un poco menor. Varía con la persona. Y en el caso de embarazadas es diferente. Cada persona tiene un requerimiento distinto según su grupo etario y género”, apunta la nutricionista Castrillón.
La importancia del magnesio
No todas las vitaminas son potencialmente peligrosas. La vitamina C es considerada una de las más nobles para la salud. Aquí influye si las vitaminas son hidrosolubles o liposolubles. Las hidrosolubles, como su nombre lo indica, necesitan agua para absorberse y se eliminan con la orina. Hidrosolubles son la famosa vitamina C y todas las del complejo B, desde la B1 hasta la B12. En el caso de las liposolubles son las vitaminas A, D, E y K, que necesitan grasa, y hay que tener más cuidado porque pueden generar toxicidad si no se consumen adecuadamente.
Luego está el asunto del magnesio, otro micronutriente, en este caso mineral, muy popular. “El magnesio es un mineral con diferentes funciones y beneficios para nuestro organismo: ayuda a mantener un adecuado funcionamiento de los músculos y nervios, contribuye a mejorar problemas de estreñimiento o digestivos, también ayuda a disminuir la ansiedad y el estrés, entre otros”, indica la especialista Saldarriaga. Pero, al igual que las vitaminas, antes de automedicarse, es mejor consultar con un médico que le asesore y le indique cuál es el camino correcto hacia la buena salud.