“El budismo zen llegó al Perú no como una moda intelectual. Mucho menos, como algo exótico o una tendencia ‘new age’. El budismo llegó para acompañar. Para brindar sostenimiento a los inmigrantes japoneses frente a su esfuerzo, sacrificio y labor en los campos. Para aliviar su carga durante el sufrimiento que podrían pasar en las haciendas”, sentencia el venerable Senpo Oshiro, mientras rememora la esencia de la llegada al Perú del budismo Soto Zen.
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Esta rama del budismo, que se diferencia de las demás por su espíritu en la meditación silenciosa (de la expresión ‘shikantaza’, que significa simplemente sentarse), cumplió 120 años en el país hace unos días, como una asociación sin fines de lucro cultural, religiosa y asistencial. La misión se destaca como la primera en toda América del Sur del budismo zen, que ya se encuentra presente en otros países del continente como Argentina, Brasil, Colombia y Paraguay.
La comunidad zen en el Perú realiza prácticas de meditación y además transmite las enseñanzas budistas y apoya a las familias nikkei. “También, desarrollamos actividades ceremoniales, sociales e interreligiosas”, explica Oshiro. De hecho, y gracias a las donaciones de un grupo de inmigrantes japoneses y con mucha perseverancia, en 1907 el budismo Soto Zen fundó el primer templo Nanzenji en América del Sur, ubicado en la provincia de Cañete. Al año siguiente, lograron establecer también el primer colegio japonés de la región, bautizado como escuela Santa Bárbara.
El 29 de julio de 1903 arribó al puerto del Callao la embarcación Duke of White. A bordo, llegaba el segundo contingente de inmigran - tes japoneses que venían a trabajar al Perú en campos de caña de azúcar y algodón. Con ellos, llegó también el primer monje Soto Zen: el venerable Taian Ueno (presente en la fotografía del folleto en esta postal), como soporte espiritual y gran apoyo de los inmigrantes.
-VERDADERO PROPÓSITO-
Las actividades de la comunidad budista Soto Zen están abiertas a la comunidad nikkei, practicantes zen e interesados en general. Cada mes, el grupo inaugura clases de principiantes para aquellos que quieren conocer más de esta rama del budismo y, sobre todo, de la meditación.
Sobre los frutos de esta práctica, V. Senpo Oshiro subraya la importancia de tener en claro este mensaje: “No hay que enfocarse en los beneficios. Eso hace que la práctica pierda sentido. El zen es justamente eso: ir más allá de la pérdida o la ganancia”. Para quienes aún no saben si animarse a formar parte, Oshiro les recuerda: “El camino empieza desde el interés y la curiosidad. Lo importante es atreverse a dar el primer paso”.
Los informes están disponibles a través de la página www.sotozenperu.com, y también puede enviar sus consultas a través del e-mail sotozen120@gmail.com. Lo siguiente es tomar acción hacia el cambio. //