ELMER HUERTA

Hace unos días el soldado Bradley Manning fue condenado a 35 años de prisión por filtrar documentos secretos del servicio diplomático norteamericano y desencadenar el escándalo Wikileaks. Ya en prisión, ha pedido que se le cambie el nombre a Chelsea y quiere ser tratado de ahora en adelante como mujer. Este post trata sobre la disforia de género.

Ya desde los días del juicio, hace algunas semanas, estuve tentado a escribir una nota al respecto. Era claro por las informaciones periodísticas que Manning tenía problemas con su identidad de género, pero ningún medio de comunicación resaltaba ese hecho.

En el juicio se reveló que durante su servicio militar en Iraq, Manning le envió a su supervisor un correo electrónico titulado “Mi Problema” y en el cual le exponía su terrible sufrimiento con “un problema de mi vida que parece una pesadilla interminable”. El correo incluía la fotografía que acompaña este post, la foto de Manning con peluca rubia y los labios pintados. También se reveló en el juicio que en ocasiones mostraba un “estado catatónico” (aparecía como inmóvil y ausente), que reaccionaba con desmedida ira ante menores llamados de atención y que en una ocasión fue encontrado acurrucado en posición fetal con un cuchillo entre las piernas.

A pesar de tan dramáticas señales de perturbación en su salud mental, el supervisor declaró después que decidió no retirar a Manning del servicio porque necesitaba de sus servicios profesionales y porque “su trabajo estaba salvando vidas norteamericanas”.

El resto es conocido, Manning fue condenado y al día siguiente pidió ser tratado de allí en adelante como una mujer, quiere que se le llame Chelsea Manning y desea que se le empiece a tratar con hormonas femeninas. En el comunicado que le envió al programa “Today” de la cadena NBC hay una frase muy importante, la cual dice: “Yo pertenezco al género femenino y dada la forma en que lo siento, y que he sentido desde mi infancia, quiero recibir tratamiento hormonal lo antes posible”.

La palabra clave aquí es “pertenezco al género femenino… y lo he sentido desde mi infancia”, es decir que a pesar de lucir como hombre y tener pene y testículos, Manning se sintió siempre del género femenino y ese no es un sentimiento que se le haya ocurrido recién durante su vida adulta.

Y esa es la definición del término disforia de género, un término incluido en la última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales V.

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