El robot Curiosity, que aterrizó hoy con éxito en Marte tras un viaje de 567 millones de kilómetros, es el explorador móvil más complejo enviado por la NASA al espacio.
Mientras que las anteriores investigaciones llevadas a cabo en Marte con las naves Viking I y II y los robots Spirit y Opportunity se centraron en la búsqueda de agua, el objetivo de Curiosity es buscar rastros de vida durante los próximos dos años.
Para ello, el robot está equipado con el Laboratorio Científico Marciano (MSL), compuesto por una decena de instrumentos de análisis para examinar el suelo, las rocas y la atmósfera marciana, que incluye un láser para pulverizar fragmentos de rocas que le puedan obstaculizar y un instrumento diseñado para detectar compuestos orgánicos.
El Curiosity ha sido ensamblado en un robot Rover con 6 ruedas que mide 2 metros de alto, 2,7 metros de ancho y 3 metros de largo, y pesa casi una tonelada, cinco veces más que sus predecesores Spirit y Opportunity.
El explorador tiene una fuente nuclear de energía que le permitirá seguir operando por todo un año marciano, equivalente a unos 23 meses de la Tierra. El costo de la misión es de alrededor de 2.500 millones de dólares.
La exploración en el suelo de Marte comenzó en 1997 con la misión Pathfinder, que llevó al planeta el vehículo Sojourner, desde el cual la humanidad recibió las primeras imágenes en detalle de ese planeta.