IÑIGO MANEIRO

Es uno de los valles más generosos del mundo. Desde el lugar donde estamos se ve amplio, luminoso y soleado. Las montañas que lo rodean son semiáridas y, entre todas ellas, destaca uno, Ventarrón. Está orientada hacia el norte y en sus faldas se aprecian tres colores, gris azulado en la base, amarillo en el centro, y rojo en la cumbre. También se observan fallas geológicas que parecen formar una red o tela de araña, el animal mítico, presagio de lluvias en muchas culturas.

El valle está surcado por dos ríos, y el mar se encuentra a unos 20 kilómetros. Junto a la montaña de colores se encuentra un apacible pueblo en el que vive con su familia y trabaja desde hace cinco años el arqueólogo Nacho Alva, dirigiendo las investigaciones y los trabajos de campo que han cambiado el conocimiento del origen cultural del norte. Estamos en la huaca Ventarrón, dentro de un valle de 12 km2 en los que también abundan otros centros ceremoniales y templos del precerámico.

EL DISEÑO NACE DE LA MONTAÑA Los trabajos de arqueología han permitido entender qué ocurría en Lambayeque antes de Moche y Sicán. Ventarrón, con más de cuatro mil años de antigüedad, contemporáneo a Caral, es el origen cultural de este departamento. La enorme huaca, que tiene tres fases claramente marcadas, guarda en su interior los primeros murales policromados de América, pinturas que, imitando a la montaña sagrada, están hechas de azul, amarillo y rojo. Además, su construcción también es novedosa en la costa del Perú, por las técnicas y materiales utilizados, originarios del mismo valle y sus ríos. El paisaje se mimetiza en el trabajo arquitectónico. Es quizá la primera construcción cuyo diseño nace de este entorno natural que la rodea. Estas sociedades vivían de la pesca y la agricultura, sus campos acogieron algodón, maíz, tubérculos y raíces comestibles que hicieron de Ventarrón el gran centro comercial, administrativo y ceremonial del arcaico superior, el lugar donde también se domesticaron plantas y animales.

Como consecuencia de un colapso climático se trasladaron, hacia el 1600 A.C. a un lugar cercano, Collud Zarpán. En él se mantiene la arquitectura monumental y los grabados. En uno de ellos se ve una figura que recuerda a la araña, el dios creador de las redes y que, después, sería el Aia Apaec de los moche. Por ello, Nacho considera que este lugar funcionó como centro religioso, en el que se han encontrado ofrendas, con animales provenientes de la selva. Este año Ventarrón va a tener un museo de sitio donde se exhibirán los restos arqueológicos encontrados. Además, los pobladores locales, con apoyo del Fondo Contravalor Perú-Francia, trabajan como guías de sitio y ofrecen una gastronomía hecha con los productos del valle. Todo para ofrecer una experiencia de viaje, donde se integran naturaleza y cultura, el valle y los primeros pobladores del norte.

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