Maxim Vengerov y su trascendente paso por Lima
Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
El virtuoso violinista Maxim Vengerov nos visitó por primera vez y tuvo el tiempo de conocer la ciudad. El llegó invitado por la Sociedad Filarmónica de Lima para presentarse dentro de su temporada de abono. Ni bien aterrizó tuve el placer de conversar con él en una larga y muy rica entrevista en la cual me expuso claramente sus objetivos, motivaciones y expectativas con esta visita, así como su interesante visión de la vida como músico, y como la lleva alrededor del mundo.
Vengerov, una persona muy asequible, simpática, graciosa y amena, tiene muchísimas historias que contar. Su visita fue bien aprovechada ya que aceptó dar una clase maestra a estudiantes y jóvenes intérpretes del Conservatorio Nacional de Música e integrantes de orquestas juveniles, como la del Conservatorio o la Sinfónica Nacional Juvenil.
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La Masterclass
La cita fue este lunes por la mañana en el auditorio Santa Úrsula, en la cual durante dos horas y media, trabajó con seis participantes. El primero presentó el concierto de Tchaikovsky, los dos siguientes el de Mendelssohn, y los tres siguientes obras de Bach. Con cada uno de ellos Vengerov fue minucioso detallando errores y defectos, y recomendando mejoras en la interpretación con ejemplos muy didácticos y amenos. Otros estudiantes que fueron como observadores escucharon minusiosamente los consejos que daba en artista.
Dentro de estos consejos dados por el maestro, fueron recurrentes el no forzar ni tensar el cuerpo, sino tocar con la mayor naturalidad posible, soltar los brazos y mejorar la técnica en ciertos pasajes con ambas manos. Algo que Vengerov me dijo en la entrevista y que lo aplicó en esta Masterclass es que le sugirió a los participantes buscar conectarse con la naturaleza, y buscar referentes en la historia y en los grandes violinistas de todos los tiempos.
Mientras trabajaba con el participante en la pieza de Mendelssohn, un talentoso violinista menor de edad, Vengerov le pregunta “Alguna vez has ido a la ópera”, el chico responde “no”. “Pues, anda a la ópera”. Este me pareció un ejemplo poderoso, del cual se desprende un consejo muy importante, a lo cual quisiera acotar algo que siento que adolece en los jóvenes de nuestro medio. El talento es un don, que cuando lo tenemos nos puede abrir las puertas de la virtuosidad y el éxito. Pero la clave del triunfo no recide solo ahí, sino en que como intérpretes tenemos que ampliar nuestra cultura general a todas las artes posibles. No podemos como músicos quedarnos sólo en la práctica de la música, hay que apreciar y buscar en otras artes, en la naturaleza, el teatro, la pintura, literatura, poesía, danza, y demás. Siento que muchos músicos jóvenes se dedican tanto a practicar su instrumento que carecen de curiosidad por explorar otras artes y así no tienen mayores recursos que los ayudarán a formar carácter y enriquecer su arte. Nuestro medio nacional es uno difícil, en el cual impera el conformismo, el ánimo derrotero, la falta de conexión con el resto del mundo, la falta de competitividad y mucha basura distractora. Eso es un problema que tenemos en nuestra sociedad, vivimos en un medio que nos aplasta, nos hace pensar que la corrupción es normal, donde el envidioso de al lado nos frena, creamos prejuicios y no somos auténticos. Los chicos de ahora no sólo no son conchudos sino que carecen de iniciativa para aprender nuevas cosas. Creo que la clave de eso es vivir y madurar lo mas pronto que se pueda.
Esto no es difícil, no necesitamos tener mucho dinero para ir a conciertos o ver obras de teatro u otras artes. Tampoco necesitamos mucho dinero para viajar y ver otras realidades, el mundo de hoy está conectado y todo se encuentra en internet. Hay conciertos y eventos de entrada libre, si queremos ver arte las grandes obras maestras están en internet, podemos leer a los grandes clásicos gratis también en la red…no hay excusa para no conocer tantas cosas positivas que nos enriquecen.
Ese es mi consejo para los jóvenes. Seamos conchudos, atrevidos y arriesgados, tengamos personalidad y desterremos los prejuicios, he ahí la clave del éxito y lo que nos hará destacar de la masa. Este consejo no sólo va para los estudiantes que recién empiezan. Es algo recurrente que veo en artistas profesionales, incluso en productores de espectáculos. Solo hacen lo suyo y no participan de lo que otras compañías o grupos hacen. Los músicos solo van a lo suyo, los actores sólo ven sus obras y las obras de sus amigos, etc. Es necesario desterrar esos vicios, que creo que nos limitan como sociedad que no ha despegado todavía. No nos engañemos con chauvinismos de crecimiento. Nuestro país sigue siendo subdesarrollado mientras nuestra sociedad sea una con todos estos defectos.
Gracias a Vengerov y otros artistas que nos visitan y nos muestran una excelencia en su arte, podemos contagiarnos de esta fiebre y avanzar hacia el verdadero desarrollo, no el ficticio que nos venden los medios locales y nos tiene aletargados.
El recital con Vag Papian
Este martes fue un día histórico. Maxim Vengerov al violín, junto con el armenio Vag Papian al piano, ofrecieron uno de los recitales mas energéticos y ricos que yo recuerde. Como ya me había anunciado Vengerov cuando conversamos, el programa que presentaron en Lima fue muy especial, ya que no era el clásico en el cual presentan un par de sonatas y algunos regalos. Aquí quisieron hacer algo diferente, presentando un complejo y muy completo panorama de lo que es la música de cámara para violín y piano.
Conociendo de sobra la carrera y trayectoria de Vengerov, es preciso decir que Vag Papian también es un artista con amplia carrera y gran virtuosidad. Estudió en un grupo de élite en el Conservatorio de San Petersburgo, y en 1984 fue invitado por Valery Gergiev a formar parte de la Filarmónica de Armenia, de la cual fue su director. Ha dirigido orquestas en todo el mundo y durante años ha sido compañero de Maxim Vengerov en recitales sobre los escenarios mas importantes. También fue el primer profesor de dirección de Vengerov, por lo que su conexión en la interpretación es profunda.
El programa consistió, en la primera parte, en dos sonatas poderosas: Primero la Sonata en la mayor de Cesar Franck, pieza romántica de gran calibre y un gran ejemplo de la Escuela Francesa. Pieza virtuosa en la que Vengerov pudo lucir todos los recursos del violín, con mucha fuerza pero también exquisito lirismo y precisión. Papian dió una interpretación no tan modesta, sino con mucha fuerza y expresión, simulando un gran cuerpo orquestal en el acompañamiento. Acto seguido pasaron a la Sonata no. 1 en fa menor de Sergei Prokofiev, obra oscura escrita por el autor durante su estancia en Estados Unidos, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Las características eran mucho mas minuciosas, de temperamento serio y directo, con muchos matices. Fue una gran contraparte de la primera sonata, y ambas mostraron la variedad del espectro musical. Esta primera parte fue realmente grande y profunda. El público estuvo concentrado y exaltado al final.
En la segunda parte Vengerov se dirigió al público para explicar en qué consistía este programa tan diferente y particular. Iba a ofrecer una serie de obras cortas escritas por violinistas virtuosos de los siglos XIX y XX y antes de cada obra iba contando divertidas anécdotas sobre las piezas y sus autores. Le advirtió al público que tenían mucha música preparada, así que esperaba que tuvieran tiempo suficiente por delante. El público se emocionó.
Inició esta parte con dos piezas de Johannes Brahms: El Scherzo de la Sonata FAE y la Danza Húngara no. 2. Luego siguió el aire folklórico con la Danza Eslava no. 2 de Dvořák, en arreglo del famoso violinista Fritz Kreisler. Vengerov destacó que esta obra fue interpretada en su tiempo por el legendario violinista Mischa Elman, al cual admira profundamente y es su héroe. El programa con estas danzas se volvió mucho mas fresco y de ambiente cabaretesco.
Seguidamente interpretaron una bellísima obra, Legende, Op. 17, del violinista polaco Henryk Wieniawski, quien cautivó al público en su época. Este artista llevó la herencia de la Escuela Francesa a Rusia, invitado por Rubinstein, de la que salieron grandes talentos como Heifetz o Oistrakh.
Seguidamente vinieron dos piezas, Schön Rosmarin y Liebesfreud, del violinista Fritz Kreisler. Este intérprete se presentaba en recitales junto al pianista Sergei Rachmaninov, durante la primera mitad del siglo XX.
A continuación, Vengerov interpretó solo al violín el Caprice no. 24 de Niccolò Paganini, quizá el mas famoso violinista de la Escuela Italiana. Esta pieza fue brillante y muy difícil, y la interpretación de Vengerov fue tan perfecta que arrancó una gran ovación cuando aún no la había terminado.
Vengerov nos contó luego que, así como grande fue Paganini, también lo fue el belga Eugène Ysaÿe, quién escribió bellísimas sonatas para violín solo, y fue una pena que no haya compuesto un concierto para violín y orquesta. De este autor, interpretó la sonata Ballade no. 3, obra también brillante como la de Paganini, pero con un estilo propio. Franck y Debussy escribieron obras dedicadas a este artista, lo cual nos muestra su grandeza.
Antes de la última pieza del programa, presentaron un ´encore´. Este fue la pieza “Après un rêve”, del francés Gabriel Fauré, inspirada y famosa obra del repertorio.
Para terminar, presentaron el Estudio en forma de vals, de Camille Saint-Säens, transcrita por Eugène Ysaÿe para violín y piano.
Así terminó el programa oficial. Con lo que, ante los gritos y ovación, Vengerov y Papian volvieron rápidamente para los “Encores”. Generosa y emocionadamente ofrecieron las danzas húngaras no. 1 y 5 de Johannes Brahms, las más famosas de su serie de 21 danzas. En estas obras Vengerov se permitió improvisar pasajes virtuosos que exaltaron al público nuevamente.
El público enfervorizado gritaba y quería mas. El recital llevaba ya mas de dos horas y media. Finalmente, Vengerov, emocionado, dijo que esta fue para ellos una noche mágica y muy especial, y regaló la famosa Méditation de la ópera Thaïs de Jules Massenet.
Cuando llegúe a su hotel la mañana del sábado para entrevistarlo, lo primero que escuché en el lobby fue un pasaje de la Méditation, interpretada por Vengerov mientras era fotografiado. Cerrar con esta misma obra en el recital para mi completa una extraordinaria experiencia con este mágico artista.
El público, en su mayoría admiradores y estudiantes de violín bloquearon las puertas de salida del Santa Úrsula gritando y esperando que el artista salga para tomarse fotos con el. Las monjas deben haberse despertado de la bulla, pero espero hayan sido tolerantes con la experiencia tan rica e histórica que se vivió este martes allí.
En términos de variedad de programa, maestría y virtuosidad demostrada, debo decir que este ha sido el mejor recital que Lima ha visto en varios años, de un artista vigente que no ha perdido su toque ni estilo, mucho menos su potencia y energía. En este sentido creo que el artista logra su objetivo, de desconectarnos de las preocupaciones y distracciones del mundo actual, y llega a conectarnos de forma exitosa con nuestra esencia. El electrizante Vengerov nos dejó una noche para el recuerdo.