Los peces se agrupan por tamaños en un cardumen gracias a impulsos químicos
Los cardúmenes son esas masas de peces que demuestran habilidades comunicativas elevadas para nadar todos hacia el mismo sentido, dispersarse de improviso y agruparse de nuevo sin chocarse. Una reciente investigación descubrió que, gracias a impulsos químicos, los peces pueden reconocer a otros de sus mismas características y tamaño, para agruparse en un cardumen homogéneo.
La ciencia ya había estudiado el carácter gregario de estos peces, pues estas agrupaciones masivas obedecen a un mecanismo de defensa contra los depredadores. Resulta que el riesgo individual disminuye si los depredadores están frente a un número elevado de presas potenciales casi idénticas porque no saben a cuál elegir. Hay que recordar que antes de iniciar un ataque necesitan fijar una presa.
La investigación para descubrir este enigma estuvo a cargo de Ashley Ward, de la Universidad de Sidney, en Australia, y Currie Suzanne, de la Universidad Mount Allison, de Canadá.
Las investigadoras encontraron que, además de las señales sensoriales como el olfato para localizar cardúmenes cercanos, los peces utilizan también señales químicas para agruparse por tamaños similares.
“Sabemos que el sentido del olfato está muy desarrollado en los peces y que son sensibles a pequeñas diferencias en la firma química liberada por los demás. Entonces, ¿podrán oler cuán grandes son ellos mismos y utilizar esto como una plantilla para evaluar el tamaño de los demás? Parece que sí”, declaró Ashley Ward sobre el trabajo publicado en la revista especializada “Behavioral Ecology and Sociobiology”.
El equipo internacional estudió dos especies de peces gregarios y los expuso a una serie de experimentos que incluía una variedad de señales químicas provenientes de peces de la misma especie de distintos tamaños.
Las señales químicas, explican las especialistas, están compuestas por las moléculas que los peces emiten constantemente en su entorno.
Conocer su propio tamaño
En los resultados, las dos especies de peces gregarios tenían una marcada preferencia por las señales químicas que provenían de los peces con un tamaño similar.
Los peces no se agruparon con peces más pequeños o más grandes que ellos. El estudio sugiere que debido a este mecanismo los peces son capaces de conocer su propio tamaño, porque está en función de las medidas de los otros ejemplares de su especie, por los que tiene referencia química.
“El uso de estas señales químicas favorece la formación de bancos de arena para confundir a los depredadores, así como un mejor y coordinado patrón de comportamiento”, dice Ward.
La unión hace la fuerza Para protegerse de un depredador grande como el tiburón, los peces forman un escudo compacto. Se juntan formando una mancha negra por donde no pasa la luz. Así confunden al animal que está al acecho.
Confundir al enemigo Cuando el tiburón se lanza hacia el cardumen, ellos pueden dispersarse en forma acompasada y forman un gran orificio en el mar, por donde el depredador pasará muchas veces sin tener la suerte de cazar un pez.
Explosión demográfica Los grupos de peces favorecen la localización en equipo de las zonas de alimentación y permiten una reproducción más activa. Así, aseguran el crecimiento del número de ejemplares.