El sacrificio de los hijos: ¿realmente tienen que dejar de lado su vida por atender a sus padres?

En el Perú, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (Inei), existen 633 mil 590 adultos mayores de 70 años y más que viven solos. Ellos representan el 38,4% del total de población de ese grupo de edad. Esto puede deberse debido a que los hijos no desean cuidar a sus padres cuando se hacen mayores. La duda es ¿realmente tenemos que retribuirles los cuidados que nos dieron? Es decir, ¿tenemos que sacrificar nuestra vida para cuidar a nuestros padres o puede haber un equilibrio?. Para responder estas dudas, Bienestar del Diario El Comercio conversó con el psicoterapeuta humanista y especialista en salud intercultural, Humberto Briceño, “Artesano de mentes”.

“No todos los padres “nos imponen” cuidarlos. Es natural que ellos, al envejecer necesiten de cuidados, pues se enferman y deterioran. Como los hijos gestionan los cuidados de sus padres es un tema en esta etapa familiar. La empatía por esta situación de parte de los hijos depende mucho del recuerdo que tengan de sus padres, muchos hijos eligen evitar cuidar a sus padres, por resentimientos, o bien porque ellos nunca les hicieron sentir igualmente responsables, o agradecidos”, explica el especialista

En realidad, según Briceño, cada persona tiene que preguntarse íntimamente ¿Qué le genera o sucede al plantearse el cuidado de sus padres? La respuesta puede revelar muchos pendientes, heridas y desencuentros que deben ser atendidos previamente.

Entregar la vida por nuestros padres

Hay personas que dedican su vida a cuidar a sus padres, esto de por sí es un acto de entrega, reciprocidad o devolución por el grado de agradecimiento que tiene el hijo, o quizá por sentir culpable, o bien por el grado de deterioro de los padres. Por ello, según Briceño, es importante que pensar en sí hay algo malo en cuidar demasiado, pensar, frente a la realidad y los hechos, ya que una persona no puede dejarse de lado por cuidar a otros, lo debe hacer por un acto de empatía.

Por otro lado, la ancianidad es un momento de vulnerabilidad vital, la fortaleza o fragilidad con que un ser humano atraviesa esta última etapa depende mucho de la personalidad y seguridad que haya logrado cultivar anteriormente.

“El decir “Me estás abandonando”, puede ser el recuerdo de una experiencia de abandono en la niñez, que se revive en distintas etapas de la vida. Los padres suelen “hacer sentir mal a sus hijos” para conseguir su atención, es importante que los hijos empaticen con la vulnerabilidad de sus padres, pero también busquen una comunicación que no se base solo en reclamos o exigencias. Existen formas sanas de pedir ayuda y de darla o negarse a darla, sin herirse en el proceso”, explica.

Consejos para tener un equilibrio

El especialista nos brinda algunos consejos para mantener un equilibrio entre cuidar a nuestros padres, sin dejar de lado la autonomía.

1. Cultivar esa autonomía: Ser autónomo implica saber estar para el otro, aprender a sostener y cuidad; o solo esperar ser nosotros los queridos o los consentimos de siempre. Debemos aprender a hacer cosas por nosotros mismos, ya que queremos mucho a nuestros padres, pero también es importante tener actividades qué hacer con amigos o pareja.
2. Poner límites en la comunicación: Saber cuando sí y cuando no puedo estar para mis padres es fundamental. Igualmente, cada caso es distinto, hay relaciones parentales que están marcadas por la violencia y en algunos casos el abuso, pedir comprender al otro, en estos casos resulta cruel y poco profesional. Sin embargo, en los casos donde los hijos sientes que hay razones para agradecer el cariño recibido, acompañarlos en la última etapa de sus vidas, no solo es bueno para los padres, sino también para los hijos mismos, que maduran y aprenden cosas fundamentales de la vida.
3. Asistir a terapia: Por un lado, sentirse presionado por cuidar a nuestros padres no es saludable, esto debe ser un acto sincero y voluntario. Si es que no queremos hacernos cargo de ellos en un futuro, es debido a que puede haber una herida o un tema no resuelto con ellos, por lo cual un especialista puede ayudar a resolverlo e investigar a profundidad sobre ello.

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