¿Empresarios socialmente comprometidos?
Camino a un evento lancé un tuit: “Empresarios peruanos socialmente comprometidos, ese es nuestro sueño”, y en un instante las redes sociales se dividieron radicalmenteUn grupo de respuestas vino de quienes considero quizá como los “no creyentes”. Decían que la responsabilidad social es la forma de lavarse la cara (o la conciencia) de los empresarios a los que les sobra la plata o quieren estar en la foto. También decían que es para quienes quieren esconder tras lindos proyectos sociales el hecho de que sus negocios contaminan, ofenden o incumplen con lo ofrecido.
Otro grupo juzgaba y señalaba con nombre propio casos de conductas no socialmente comprometidas, por decir lo menos. Y es que hoy todavía vemos cada caso de falta de visión o de angurria insana, que provoca llamarlos para decirles que se den cuenta de lo que hacen (o dejan de hacer) contra su reputación, su marca y sobre todo contra el futuro de sus negocios y el desarrollo del país. Creo que el tema está vinculado a la madurez empresarial y humana de cada quien.
Felizmente también hubo quienes daban hurras al sueño de tener los empresarios, emprendedores y ejecutivos más socialmente comprometidos de la región. Aquellos comprometidos no solo con su bolsillo, sino con la gestión ética de sus empresas y con los grupos de interés con los que se relacionan: con sus empleados, clientes, proveedores, comunidad, medio ambiente, la legalidad y, por supuesto, sus propios accionistas.
Yo iba en camino a inaugurar la feria de proyectos de RS de Perú 2021 y justamente tenía ganas de seguir tuiteando sobre estos temas. Y es que en verdad creo y trabajo junto a muchos otros por este sueño: que nuestro país tenga la clase empresarial más socialmente comprometida de la región, incluyendo– por supuesto– a las pymes. Imaginen por un instante si todos ellos colaboraran así de directamente con el desarrollo económico y social del Perú. ¡Nada nos pararía!
Pero soy lo suficientemente lúcida para entender que este cambio cultural tiene posibilidades de impactar básicamente en los bien intencionados– a los no éticos no los cambia nadie– y en la opinión pública, para que cerremos filas en la condena social a quienes no actúan con ética, responsabilidad o respeto. Para que no seamos complacientes, resignados o cómplices mudos de los abusos de los incorrectos o de los socialmente muy indiferentes.
Pero mejor aun, para celebrar y reconocer a aquellos que valoran el compromiso social como su mejor estrategia de negocios y de desarrollo del país. Para que este sea el estándar de la nueva normalidad, y sirva de modelos aspiracionales a los jóvenes y a quienes quieren hacer las cosas bien.
Muchos de esto se puede ver en el portal de proyectos de responsabilidad social de Perú 2021(www.peru2021.org). Este es un repositorio de lo que se hace para ayudar a enfrentar la pobreza y la desigualdad. Sirve también para compartir experiencias y modelar conductas éticas y ver, por ejemplo, cómo se comportan aquellos que valoran el compromiso social como su mejor tarjeta de presentación y reciben reconocimientos como el Distintivo Empresa Socialmente Responsable.
Creo que siempre habrá incrédulos o indiferentes, pero el sueño es que cada vez seamos más los empresarios, emprendedores y ejecutivos que estamos socialmente comprometidos. ¡El Perú no espera menos de nosotros!