Salzburg Chamber Soloists este 16 de mayo
(Difusión SFL) Continuando con su Temporada de Abono 2015, la centenaria Sociedad Filarmónica de Lima presenta este sábado 16 de mayo en el Auditorio Santa Úrsula a la agrupación Salzburg Chamber Soloists, que llegará acompañada del pianista Andreas Klein como solista.
El programa que ofrecerá es el siguiente: Adagio y fuga para cuerdas en do menor, KV. 546 de W.A. Mozart, Concierto para piano N° 4 de L. van Beethoven; Preludio de la ópera Tristán e Isolda, de R. Wagner en un arreglo para cuerdas por S. Gürtler; y Noche transfigurada Op. 4, de A. Schöenberg.
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Salzburg Chamber Soloists
En 1991, el violinista Lavard Skou-Larsen y un grupo de músicos colegas decidieron formar un ensamble inusual, cuyo objetivo era interpretar música de cámara orquestal con la libertad que caracteriza a los solistas. Su inspiración fue el inolvidable Sandor Végh, cuyo carisma ha sido una considerablemente influencia para muchos miembros del grupo.
Ya en su primer año de existencia, la orquesta realizó su primera gira por los Estados Unidos y Canadá, y gracias a su éxito surgieron invitaciones para numerosos conciertos con celebridades como Boris Belkin, Mischa Maisky, Michel Dalberto, Rodolfo Bonucci, Jean-Bernard Pommier, Giora Feidman y Alexander Lonquich. Otro gran suceso fue la participación de la orquesta en La Folle Journée Mozart en Nantes (Francia), en 1995.
Desde entonces, se han presentado en el Concertgebouw; la Philharmonie de Berlín; el Théatre des Champs-Elysées, París; la Tonhalle de Zurich; el Teatro Municipal de Río de Janeiro; Teatro Colón, y otras importantes salas de concierto.
Los Salzburg Chamber Soloists suelen presentarse regularmente en numerosos festivales, entre ellos el de la Academia Chigiana de Siena; el Turku Musikfestival de Finlandia; el Festival Mozart en Würzburg; el Schubertiade de Roskilde; el MIDEM de Cannes; y el Salzburger Kulturtage.
En Enero de 2002 el grupo realizó una gira por Alemania junto a la actriz Senta Berger, interpretando Las 8 estaciones de Antonio Vivaldi y Astor Piazzolla. Un especial suceso en el año 2003 consistió en una gira por Alemania junto a Giora Feidman, interpretando klezmer judío junto a tango argentino.
En el 2006, celebrando el aniversario de los 250 años del nacimiento de Wolfgang Amadeus Mozart, la orquesta realizó 17 conciertos en Salzburgo en el prestigioso Grosser Saal des Mozarteums.
Desde el 2008 la orquesta toca regularmente en el concierto de apertura de la Academia Internacional de Verano del Mozarteum/Salzburgo, en calidad de orquesta residente.
En el 2013 debutaron en Nueva York en el Metropolitan Theater. Para la temporada 2014/15 actuarán como ensamble de música de cámara oficial en el ciclo de conciertos “Resonancia” de Le Havre, Francia.
Andreas Klein, piano
El pianista de origen alemán Andreas Klein se ha distinguido como un artista dinámico y convincente, gracias a su dominio de una amplia gama de colores tonales e imaginativas interpretaciones. El New York Times se ha referido a Klein como “Un artista fascinante… hace que los silencios suenen como música”.
La carrera de Andreas Klein como solista lo ha llevado a los lugares más prestigiosos del mundo, desde el Wigmore Hall de Londres, la Filarmónica de Berlín, el Carnegie Hall de Nueva York y el Alice Tully Hall, al Kennedy Center de Washington DC. Se ha ganado elogios de la crítica por sus actuaciones en ciudades como Berlín, Roma, Milán, Berna, Leipzig, Dresde, Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Washington DC y la Ciudad de México.
Su repertorio incluye todos los conciertos de Mozart y Beethoven. Asimismo, ha colaborado con algunos de los mejores conjuntos de la actualidad. Durante el año del Aniversario de Mozart, realizó el Concierto de Mozart KV 415 con la orquesta de cámara Salzburg Chamber Soloists a lo largo de todo Estados Unidos. El Washington Post escribió “el articulado y fluido pianismo del inteligente solista Andreas Klein conjugó bellamente con el sonido de la orquesta en esta obra cristalina” en respuesta a su actuación en el Kennedy Center junto a la orquesta de cámara Festival Strings Lucerne.
En el 2009, se unió nuevamente a la agrupación Salzburg Chamber Soloists en una conmovedora interpretación de la versión para cuerdas del Concierto para Piano Nº 4 de Beethoven. Klein interpretó el mismo concierto junto al Kammerakademie Neuss, en Düsseldorf y recientemente se unió al Cuarteto Casals interpretando el Quinteto para piano de Schumann en las principales ciudades de Estados Unidos.
Las grabaciones de sus discos han recibido grandes elogios de la crítica, de directores y presentadores por igual. El Deutschland Sender y la radio DS Kultur registraron y conservaron sus interpretaciones de obras de Busoni, Ginastera, y Stravinski para sus archivos.
Andreas Klein se graduó en la Escuela Juilliard y complementó sus estudios con el legendario Claudio Arrau y Nikita Magaloff. Copias de su disertación sobre los Estudios de Chopin se encuentran en las bibliotecas de la Sociedad Chopiniana de Viena y Leipzig, y descargables en la Biblioteca de la Universidad de Rice.
Programa
W.A. MOZART (1756 – 1791)
Adagio y fuga para cuerdas en do menor, KV. 546
L.VAN BEETHOVEN (1770 – 1827)
Concierto para piano N° 4 (arreglo para cuerdas por S. Gürtler)
RICHARD WAGNER (1813 – 1883)
Introducción de Tristán und Isolde
A. SCHÖNBERG (1874 – 1951)
Noche transfigurada Op. 4
Notas al Programa
Wolfgang Amadeus Mozart (1756 – 1791)
Wolfgang Amadeus Mozart nació en Salzburgo, Austria, el 27 de enero de 1756. Fue el hijo menor de Ana María Pertl y de Leopold Mozart, un músico que prestaba servicios en la corte del Príncipe-arzobispo de Salzburgo. Desde muy niño, Wolfgang mostró su condición de genio musical pues era capaz de interpretar obras leídas a primera vista, de improvisar y de componer. Consciente de que su hijo era un niño prodigio, Leopold lo llevó de gira por diversas ciudades europeas en las que Wolfgang impresionó a los aristócratas por su habilidad para tocar el clavecín y otros instrumentos. Sus presentaciones públicas empezaron con un concierto en la Universidad de Salzburgo realizado en setiembre de 1761, es decir, cuando tenía cinco años de edad. En enero de 1762, pocas semanas antes de cumplir los seis años, Wolfgang se presentó con su hermana Nannerl en Múnich ante el príncipe elector de Baviera. Unos meses después (setiembre de 1762), toda la familia emprendió un viaje más largo que la llevó a Passau, Linz, Viena y Bratislava. En Viena los hermanos Mozart tocaron para la emperatriz María Teresa y alcanzaron un éxito notable en diversos salones aristocráticos. Los viajes continuaron en los años siguientes pues Leopold supo sacar el máximo provecho de las presentaciones de sus hijos. Múnich, Augsburgo, Mannheim, Maguncia, Frankfurt, Coblenza, Aquisgrán fueron ciudades visitadas por los Mozart, cuyos pobladores tuvieron el privilegio de escuchar a los precoces y talentosos músicos que se dirigían a París. El éxito en Francia fue notable: pasaron dos semanas en Versalles, donde tocaron para Luis XV en varias oportunidades. En París, el niño Wolfgang publicó cuatro sonatas para clave. Se trataba del caso insólito de un compositor que a tan temprana edad (siete años, dice el texto de la publicación de las sonatas) viera impresas obras suyas (eran las obras K. 6,7, 8 y 9).
Los éxitos continuaron en Londres con conciertos ante el rey Jorge III y la reina Sophie Charlotte, conocedores y amantes de la música, y con difíciles pruebas musicales a las que se sometió Wolfgang, quien las venció con solvencia inexplicable en un niño. Por aquellos tiempos, el joven músico inició la creación de sinfonías y obras vocales. Después de haber pasado quince meses en Londres, los Mozart fueron a los Países Bajos, donde también permanecieron varios meses. Volvieron a París y luego emprendieron el lento regreso a Salzburgo, ciudad a la que llegaron a fines de noviembre de 1766, tras haber estado en Dijon, Lyon, Ginebra, Lausana, Berna, Zúrich, Augsburgo y Múnich. El viaje había tomado más de tres años, durante los cuales el niño Wolfgang había ampliado sus horizontes vitales y musicales. Si bien su padre fue su único maestro, el contacto con artistas de otros lugares resultó muy provechoso para el niño, quien empezó a forjarse una voz propia en el terreno de la composición. En la estancia en Londres había conocido a Johann Christian Bach, de quien recibió una fuerte impresión e influencia. Los tres viajes que posteriormente realizó a Italia dejaron en él nuevas enseñanzas. Muy útiles le fueron los contactos con Sammartini y, en especial, el Padre Martini, con el cual trabajó el contrapunto. El interés del joven Mozart por la ópera se acrecentó por esa época y obras suyas de ese género se estrenaron con éxito en Milán en 1771 (Ascanio en Alba) y en 1772 (Lucio Silla).
En 1773, de vuelta a Salzburgo, empezó Wolfgang Mozart a trabajar en la corte del nuevo Príncipe-arzobispo, Hieronymus von Colloredo, con el cual nunca mantuvo relaciones muy armoniosas. Nuevos viajes lo llevaron a Múnich, Viena, Augsburgo y Mannheim, ciudades en las que se sentía libre de su tiránico empleador de Salzburgo. En 1778 se dirigió a París cargado de esperanza en compañía de su madre. Sin embargo, esta murió sorpresivamente, lo que sumió a Wolfgang en una crisis seria ahondada por la indiferencia de quienes de niño lo habían tratado con tanta benevolencia. Vuelto a Salzburgo en 1789, obtuvo el puesto de organista de la corte de su antiguo amo. Pronto las tensiones se agudizaron tanto, que el joven músico decidió trasladarse a Viena (1781).
En 1782, sin el consentimiento de su padre, quien había desempeñado por años un papel importante en el rumbo de la vida de Wolfgang, este se casó en Viena con Constanze Weber. Dos años después, encontró en el movimiento francmasónico la acogida de la que no había disfrutado durante los años de profundo aislamiento en el que se encontraba como artista, según ha hecho notar Alfred Einstein en su famoso libro sobre Mozart.[1]
En los años siguientes, a pesar de la creación de grandes obras maestras, algunas de las cuales lograron impresionante acogida, como las óperas Las Bodas de Fígaro y Don Giovanni, en sus estrenos en 1786 y 1787 en la generosa ciudad de Praga, la vida de Mozart se volvió difícil. Una economía precaria y una salud cada vez más deteriorada lo hicieron padecer intensamente hasta el momento de su muerte, la que se produjo en Viena en la noche del 4 al 5 de diciembre de 1791, cuando este genio contaba con solo 35 años.
Aunque su vida fue breve, la obra de Mozart es amplísima y abarca una gran variedad de géneros: óperas, música sacra, sinfonías, conciertos para instrumento solista y acompañamiento de orquesta, abundante música de cámara, obras corales, canciones, etc.
El Adagio y fuga para cuerdas en do menor (K.546) data de junio de 1788. Previamente, a fines de 1783, Mozart había compuesto una versión de esa fuga para ser interpretada en dos pianos, la cual figura con el número 426 en el catálogo Köchel. El autor la transcribió para cuarteto de cuerdas y le añadió un adagio a modo de preludio que anticipa y destaca el carácter trágico de toda la obra.
Desde niño, Mozart se había educado en el contrapunto y lo había usado con habilidad en diversas composiciones; sin embargo, fue su amistad con el Barón van Swieten la que le permitió conocer las grandes obras de J.S. Bach y G. F. Haendel. El referido noble poseía una rica biblioteca donde se conservaban manuscritos de esos importantes compositores, y a la cual Mozart tuvo acceso cuando contaba con 26 años de edad. El estudio de las obras de esos dos grandes compositores barrocos alemanes enriqueció notablemente al joven músico de Salzburgo.
El Adagio, en ritmo de 3/4, se despliega a lo largo de 52 compases en los que las notas en staccato, el ritmo y las alternancias entre matices piano y forte crean una cierta tensión y generan un clima de expectativa. Riqueza cromática y osadas modulaciones otorgan a esta intensa pieza un carácter muy especial. Después de un calderón, y sin solución de continuidad, se presenta la extraordinaria fuga a cuatro voces, la que, salvo detalles mínimos repite a la compuesta para dos pianos en 1783. Esta pieza de gran complejidad abarca 119 compases en ritmo de 4/4 y tempo Allegro. Su estilo es severo y el tema a partir del cual está construida encierra elementos cromáticos abundantes. En esta fuga, según Adélaïde de Place, Mozart emplea “con un arte particularmente acabado los procedimientos de la disminución y de la inversión”.[2] Ella se refiere a los recursos que usa el compositor para presentar en ciertos pasajes el tema (sujeto) a partir del cual elabora la extraordinaria arquitectura de esta fuga. Cabe destacar que la interpretación de esta obra por un conjunto orquestal más grande que un cuarteto de cuerdas permite apreciar en ella una peculiar y bella riqueza sonora.
La fuga se inicia con la presentación del tema en los instrumentos más graves (violonchelos y contrabajos), luego toman el tema, sucesivamente, grupos de instrumentos con registro menos grave (violas), instrumentos más agudos (violines segundos y finalmente primeros violines). Después de una compleja construcción, hacia el final la pieza se vuelve especialmente intensa y culmina con potentes acordes en dinámica fortissimo.
Ludwig van Beethoven (1770 – 1827)
Ludwig van Beethoven nació en Bonn el 16 de diciembre de 1770. Desde niño manifestó una notable disposición para la música. Debido a ello, el padre, tenor de la corte obsesionado por el ejemplo de Mozart, quiso hacer de él un prodigio, por lo cual lo obligó a estudiar sin consideración. En 1778 lo presentó en Colonia en un concierto de piano y en 1781 lo llevó en una gira de conciertos por Holanda, la que fue un fracaso. Beethoven recibió lecciones de Pfeiffer, van der Eeden, Rovantino, Koch y Zeese. Neefe lo hizo estudiar elClave bien temperado de J.S. Bach, y las sonatas de Karl Philipp Emmanuel Bach y de Muzio Clementi.
En el invierno de 1786 estuvo en Viena, donde conoció a Mozart, quien le dio algunas clases y comentó: «Escuchen a este joven; no lo pierdan de vista que alguna vez hará ruido en el mundo». La enfermedad de su madre lo hizo volver a Bonn, donde ella murió en 1787. Obligado a hacerse cargo de sus hermanos, se vio en la necesidad de pedir el retiro de su padre y que se le entregara la pensión correspondiente para que no fuese despilfarrada. Las penas y sufrimientos que pasó fueron considerables. Sin embargo, encontró un generoso consuelo en la familia Breuning, y llegó a sentir un afecto especial por la gentil Eleonora, a quien dio clases de música a cambio de conocimientos de literatura. Ella se casaría más tarde con el Dr. Wegeler, y Beethoven mantuvo con ellos una estrecha amistad durante toda su vida. Asimismo, halló un decidido protector en el conde Waldstein, hombre de gran cultura y pianista distinguido, que había ido a residir a Bonn por razones políticas; este personaje, después de haber oído a Beethoven, lo proclamó como el heredero legítimo de Mozart y Haydn y lo ayudó eficazmente para que pudiera radicarse en Viena recomendándolo para que se abriese camino.
En 1792 Beethoven dejó Bonn, ciudad que nunca olvidaría. Llegó a Viena en noviembre con gran número de obras, la primera de ellas escrita a los diez años, y las publicó más tarde, después de haberlas revisado o refundido en otras que compuso en esa ciudad. Las recomendaciones que traía le abrieron los salones aristocráticos. Recibió clases de Haydn, Schneck, Salieri, Schuppanzigh, Albrechtsberger y Aloys Föster. Su primer concierto como pianista lo dio el 30 de marzo de 1795; pero su presentación ante el gran público con sonado éxito se concretó el 2 de abril de 1800. La gloria parecía sonreírle; sin embargo, ya había experimentado los síntomas de su penosa enfermedad, la sordera, desde 1796. A todos los sufrimientos que había soportado, se añadía ahora la tortura física y psicológica de ir perdiendo el sentido más necesario para su profesión. No obstante, su carrera como prolífico compositor comenzó a afianzarse y ya en esa época los rasgos de su carácter estaban bien definidos. Su sensibilidad se manifiesta en exaltados impulsos de fuerza, de alegría, de tristeza y de profunda melancolía, que arrancan del corazón y que hacen vibrar las cuerdas de sus semejantes.
Beethoven compuso cinco conciertos para piano y orquesta, los cuales corresponden a los números de opus 15, 19,37, 58 y 73. El cuarto de ellos, el opus 58, en sol mayor, fue escrito entre 1805 y 1806 e interpretado por primera vez públicamente el 22 de diciembre de 1808 en Viena en una función cuyo programa incluía la Quinta y la Sexta Sinfonías del mismo compositor.
El Concierto N° 4 consta de tres movimientos. El primero de ellos, Allegro moderato en compás de 4/4 y tonalidad de sol mayor, se inicia originalmente con una intervención del instrumento solista en dinámica piano y con carácter dolce que se extiende por cinco compases. Después de esta breve intervención, pasa el tema a la orquesta, la que lo amplifica notablemente y luego lo lleva gradualmente a dinámicas forte y fortissimo. La orquesta presenta después un hermoso segundo tema. Varias ideas secundarias van apareciendo. El piano se encargará de aprovecharlas transformándolas constantemente en su primera intervención larga, la cual está cargada de riqueza musical. Según M. Mila, “… el piano, que tras de los compases iniciales, puestos al principio, casi como un epígrafe, había callado ante la orquesta, comienza su desarrollo, en una de las más prodigiosas manifestaciones de fantasía musical, toda ella poéticamente conmovida, que se conocen. La entonación general sigue siendo la de una beatitud suave, como embriagada de sí misma, unas veces vibrando en un canto desplegado, ora rebosante de figuras de júbilo vivísimo, otras veces dirigiéndose con rápidos pasajes de carácter rapsódico y otras hallando encantadas sonoridades, que ya encierran en germen los elementos poéticos del virtuosismo pianístico de Liszt”.[3]
El segundo movimiento, Andante con moto, está compuesto en la tonalidad de mi menor y en compás de 2/4. En esta pieza tan intensa, contrastan las intervenciones alternadas de la orquesta y del solista. Empieza la orquesta en dinámica forte interpretando acordes en staccato que encierran un carácter imperioso. En el quinto compás calla la orquesta; en el sexto, el piano solo en dinámica pianissimo, con entonación molto cantabile y toque ligado, canta una melodía tierna de aire suplicante. El contraste es total: a la fuerza de la orquesta se opone la dulzura del piano. Después de una decena de alternancias entre el poder orquestal y la súplica del piano, este se suelta en la entonación de una hermosa línea melódica no interrumpida por la orquesta. Tres trinos sucesivos sobre fasostenido, la y do interpretados con incremento de la intensidad inician una intensa cadenza que finalmente regresa a la dinámica pianissimo. La orquesta vuelve a sonar, pero ahora muy breve y tenuemente. En los últimos dos compases se escuchan en la orquesta tres acordes de la tonalidad de mi menor, al último de los cuales se superpone un arpegio del piano suplicante.
Sin solución de continuidad, sigue el tercer movimiento, un Rondó, en tempo vivace, compás de 2/4 y tonalidad de sol mayor. Esta pieza vivaz introduce una atmósfera que contrasta con el dramatismo del movimiento precedente. Su arquitectura sigue el modelo de construcción A-B-A-B-A-B. Cabe destacar que el empleo de arpegios quebrados, de abundantes pasajes en semicorcheas, de trinos dobles y trinos triples otorgan un carácter muy brillante al movimiento final de este concierto, el cual concluye con una vibrante coda rica en matices dinámicos: en los últimos 19 compases se transita de pasajes de arpegios en tresillos interpretados en dinámicapianissimo hacia el fortissimo final, en el que se afirma con júbilo la tonalidad de sol mayor.
Richard Wagner (1813 – 1883)
Richard Wagner nació el 22 de mayo de 1813, en Leipzig. Su padre, Karl Friedrich Wilhelm Wagner, murió seis meses después del nacimiento del futuro gran músico. En 1814 su madre, Johanna Pätz, se trasladó a Dresde y se casó con el pintor retratista Ludwig Geyer, quien falleció en 1821.
El inquieto joven Richard realizó estudios en la Kreuzschule de Dresde desde 1822. Por aquella época entró en contacto con las obras de los antiguos hombres de letras griegos. En 1824 inició estudios de piano, pero su campo de interés ya era la ópera: entonces se mostraba entusiasta admirador de la obra de Weber. Cuando su familia dejó la ciudad de Dresde (1826), él permaneció en esa ciudad, descuidó los estudios y se concentró en la creación de una tragedia (Leubald), obra que completó en 1828 en Leipzig, ciudad a la que había ido para reunirse con su familia. A partir de entonces, atraído por la música de Beethoven, intenta la composición musical. En los años siguientes realiza estudios de violín, teoría, armonía y contrapunto, y completa diversas obras cortas. En 1832 compone su Sinfonía en do mayor, dos oberturas y otros trabajos musicales, y empieza a escribir libretos para óperas pues pensaba que solo podría componer música para sus propios libretos.
Luego vinieron estancias en Wurzburg (1833) y en Magdeburgo (1834), donde asumió el cargo de director de orquesta y conoció a Minna Planer, con quien inició una relación sentimental que lo llevó al matrimonio el 24 de noviembre de 1836. Las dificultades económicas obligaron a la pareja a tomar la decisión de abandonar Magdeburgo y a trasladarse a Königsberg y luego a Riga. En 1838, Wagner empezó la creación de Rienzi, una gran ópera, pensando en presentarla en una importante plaza como París. Después de pasar por Londres, el 20 de agosto de 1839, él y Minna llegaron a Francia. En París, Wagner conoció a un grupo importante de artistas entre los que se encontraban Hector Berlioz y Franz Liszt. Este último acogió al compositor alemán e influyó positivamente en la vida y la obra de Wagner.
Un nuevo viaje, en 1842, llevó a Richard y Minna de regreso a Alemania. El 20 de octubre se estrenó en Dresde, con rotundo éxito, la ópera Rienzi: había nacido un gran músico para el público. Los años siguientes fueron muy productivos, pero la participación de Wagner, en 1849, en movimientos políticos revolucionarios al lado de M. Bakunin, lo llevó al destierro. Weimar, donde se encontraba su amigo Franz Liszt, París y Zúrich, fueron los lugares donde encontró refugio. Su prestigio como compositor por aquellos tiempos fue creciendo y los éxitos se sucedieron en diferentes teatros de Europa.
Sin embargo, no faltaron en la vida de Wagner los momentos de dificultad económica y las situaciones conflictivas en el aspecto sentimental: la separación de Minna, su peculiar amistad con la esposa de Otto Wesendonk, y el romance con Cosima Liszt, joven hija de Franz y esposa del director de orquesta Hans von Bülow, discípulo de Liszt.
El rey Luis II de Baviera, entusiasmado con la obra de Wagner, lo apoyó económicamente y secundó los proyectos del compositor, lo que generó al soberano dificultades políticas dentro de su reino.
En 1882 estrenó su ópera Parsifal cuando su salud estaba muy deteriorada. El 13 de febrero de 1883 falleció en Venecia por una enfermedad del corazón que arrastraba desde tiempo atrás.
Wagner fue autor de una notable cantidad de óperas importantes por su calidad y por la influencia que ejercieron en el curso posterior de ese género; pero también creó obras orquestales, música coral, canciones, piezas para piano y algunas otras para diferentes instrumentos. Asimismo, realizó arreglos, revisiones, o transcripciones de creaciones de Beethoven, Donizetti, Gluck, Halévy, Mozart, Palestrina y Rossini. Además, destacó como director de orquesta y como escritor, pues publicó decenas de ensayos y textos de variados géneros, algunos de ellos de carácter polémico.
Los intereses artísticos de Wagner eran tan amplios, que incluso intervino en la concepción del Teatro de Bayreuth, lugar ideado especialmente para la representación de sus óperas que fue construido con diversos aportes, entre ellos los muy generosos del excéntrico rey Luis II de Baviera.
La ópera Tristán e Isolda, una de las obras maestras del género, inspirada en una leyenda celta, se estrenó en Múnich el 10 de junio de 1865, en el Teatro de la Corte. Esta obra, que había sido compuesta entre 1857 y 1859, ejerció gran influencia en los compositores de las generaciones siguientes ya que percibieron en ella el inicio de un lenguaje musical que abandonaba la armonía tradicional. El Preludio de esta ópera, pleno de un lenguaje basado en el empleo de armonías tensas, cromatismos insistentes, un tejido polifónico y variadas modulaciones, es muy complejo y original. Desde el punto de vista de la forma musical, está construido con gran libertad. Durante el desenvolvimiento de la pieza se pueden apreciar continuos contrastes de temas, tonalidades, matices, dinámicas y ritmos que sugieren o expresan los más variados sentimientos que puede vivir el ser humano en la experiencia del amor, desde el apasionamiento desbordado hasta la serenidad. Sebastian Gürtler es autor de tres arreglos del Preludio de Tristán e Isolda, uno de ellos para orquesta de cuerdas.
ARNOLD SCHÖNBERG (1874 – 1951)
A. Schönberg nació en Viena el 13 de setiembre de 1874 en el seno de una familia de origen judío. Fue uno de los pioneros de la composición atonal y creador de la revolucionaria técnica del dodecafonismo, predecesora del serialismo. Desde niño interpretaba el violín. Curiosamente este importante creador, que ejerció gran influencia en la música del siglo XX, fue en la práctica un compositor autodidacta. La única enseñanza formal que recibió fue la de Alexander von Zemlinsky, quien le dio algunas clases de contrapunto. Alcanzó una técnica impecable gracias al estudio de los grandes maestros, desde Bach hasta Mahler, quien se convertiría en su protector y admirador. Su primera obra maestra fue el sexteto para cuerdas titulado Noche transfigurada (1899), en el que unió las tendencias programáticas de Brahms y Wagner. La cantata Gurrelieder (1900-11) y el poema sinfónicoPelleas y Melisande (1903) se enmarcaron en un estilo propio del romanticismo tardío. En su Primer cuarteto para cuerdas (1905) mostró una intensidad expresiva más controlada. Una crisis personal y la tendencia hacia un mayor cromatismo lo llevaron a abandonar la tonalidad en algunas partes de su Segundo cuarteto para cuerdas (1908) y en Das Buch der hängenden Gärten (1909). Durante este período expresivo nació la Segunda Escuela de Viena, un grupo de compositores encabezado por Schönberg, entre los cuales se encontraban Alban Berg y Anton Webern. A ellos se los conocía como la Trinidad Vienesa. Al ver que los músicos empleaban una armonía en la que la disonancia no encontraba lugar, Schönberg creó el dodecafonismo, sistema de doce notas, a las que ordenó en una escala cromática especial. Estas tienen el mismo valor y no están sometidas a un centro tonal.
Si bien en 1926 obtuvo el puesto de profesor en la Academia de Artes de Prusia, Berlín, en 1933 se vio obligado a emigrar a los Estados Unidos por el nazismo. Se dedicó a la enseñanza, a la aplicación y perfección de su técnica, y continuó su vasta producción musical, que comprende desde óperas, música orquestal, vocal, de solista y de cámara, hasta música religiosa. Falleció en Los Ángeles en 1951.
La primera obra maestra y una de las más apasionadas de Schönberg fue concebida en tan solo tres semanas.Noche transfigurada Op.4 (1899) es un sexteto de cuerdas que constituye un poema sinfónico inspirado en el poema Mujer y mundo de Richard Dehmel. El mismo autor trabajó en 1917 una versión para orquesta de cuerdas que revisó en 1943. La obra comprende cinco secciones encadenadas que aluden a la relación de un hombre enamorado y una mujer que le confiesa que está esperando un hijo de otro hombre. La música no pretende narrar los hechos, sino comentar la situación emotiva de los personajes.
La primera parte (muy lento) presenta en la tonalidad de re menor un paseo nocturno bajo la luz de la luna. La segunda (más animado) presenta un tema de marcado sabor dramático que corresponde a la confesión de la espera del hijo de otro hombre. Surge, entonces, un largo pasaje en el cual la mayor intensidad recae en el diálogo entre las cuerdas agudas y las graves. La tercera sección retoma brevemente el tema de introducción: es la espera de la reacción del hombre. Esta parte culmina simbólicamente en la alejada tonalidad de mi bemol menor. Luego de su primera reacción, en la cuarta sección, el hombre afirma que el amor que siente por su amada es tan grande, que está dispuesto a hacer de aquel niño su hijo. La obra se afirma en un luminoso remayor y las cuerdas susurran con sordina el segundo tema principal de la obra. En esta parte, en la que triunfa el amor, vuelve el primer tema, pero “transfigurado” por su tratamiento en modo mayor. La quinta sección corresponde a una extensa coda que cierra este himno a la naturaleza y el amor.
(Textos de Carlos Gatti Murriel, Profesor del Departamento de Humanidades de la Universidad del Pacífico y del Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú).