Australianos clonan embriones de una rana extinta que daba a luz por la boca
Por Pamela Montes I. A mediados de marzo, la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, anunció que sus científicos lograron lo que se pensaba imposible: producir embriones clonados de una rana ya desaparecida de la tierra. Durante cinco años, el equipo del proyecto Lázaro, intentó cientos de veces hasta lograr activar el material genético muerto de la única especie de rana conocida por dar a luz por la boca. Si quieres saber más sobre este tema, sigue leyendo.
La ‘Rheobatrachus silus’, natural de Australia, fue descubierta en 1972 y llamó la atención por ser una especie que convertía su estómago en un útero. Después de poner los huevos, la hembra los tragaba y suspendía su alimentación y digestión por seis semanas, mientras sus huevos pasaban a ser renacuajos. Luego, una vez alcanzado su desarrollo, la madre regurgitaba y expulsaba alrededor de 25 crías.
Lamentablemente, esta especie tan particular desapareció del planeta. “La ‘Rheobatrachus silus’ fue declarada extinta en 1981. Las extinciones de especies han sucedido siempre, pero estos anfibios se han visto afectados por problemas como contaminación ambiental, destrucción de su hábitat, enfermedades, entre otros en los últimos años. Esto ha llevado a que un tercio de las especies de este grupo se encuentren realmente amenazadas”, explica a El Comercio Roberto Elías Piperis, responsable del Laboratorio de Vida Silvestre de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
El último ejemplar de este anfibio falleció en un laboratorio en 1983, pero antes –en 1970– se usó una congeladora convencional para guardar tejidos del animal. Este método, a diferencia de la criogenización daba pocas opciones de éxito pues los tejidos estaban muertos.
Para revertir esta situación, los científicos del proyecto Lázaro, liderados por el paleontólogo Mike Archer, utilizaron el núcleo muerto de las células de la ‘Rheo-batrachus silus’ para insertarlo en los huevos de otra especie de rana a la que previamente se le había retirado el núcleo.
Sorprendentemente algunos se dividieron espontáneamente hasta llegar a etapa embrionaria.
Aunque estos embriones murieron a los pocos días, y no se convirtieron en renacuajos, para Archer es importante haber confirmado que las células contienen el genoma de esta rana. Por tanto, con este material, ahora vivo, se espera que la clonación prospere indefectiblemente.
“Ahora tenemos nuevas células criopreservadas de la rana extinta para su uso en experimentos de clonación. Hemos hecho la primera clonación con cruce de especies”, dice el profesor en el comunicado de la Universidad del Sur de Gales.
Pero esta manipulación genética no está libre de críticas y observaciones. En el 2009 se logró revivir brevemente a una cabra española extinta en el 2000, pero cuyo ADN sí se había criogenizado. Se utilizó el método empleado con la oveja Dolly y el feto vivió solo unos minutos.
Varios grupos ambientalistas se mostraron en contra. David Wildt, científico del Parque Zoológico Smithsonian, dijo en su momento que habían medidas más prácticas y lógicas para rescatar a especies en extinción.
En concordancia, el peruano Elías destaca los avances en biología molecular, pero piensa que estos experimentos no son suficientes para contrarrestar el gran problema de la extinción.
“De nada servirán técnicas como esta si no se corrigen los problemas que están originando esta disminución de las poblaciones. Podemos intentar revivir a todas las especies pero si estas no encuentran un ambiente adecuado en donde desarrollarse habremos trabajado en vano”, apunta Elías.
Traer de vuelta al tigre de Tasmania
En You Tube se pueden ver videos de Benjamín, el último tigre de Tasmania del planeta, fallecido en 1936 en el zoológico de Hobart. La existencia de estos marsupiales se remonta a cuatro millones de años atrás. Una investigación de la Universidad de Adelaida (Australia) encontró que el hombre había sido el causante de su extinción.
Entre 1886 y 1909, el gobierno de Tasmania ofrecía recompensas por su caza. La desidia en torno a este animal era tan alta, que cuando Benjamín falleció –porque sus cuidadores lo dejaron durmiendo a la intemperie– se deshicieron del cuerpo sin preservarlo. El profesor Mike Archer, el líder del proyecto Lázaro, trabaja también en la recuperación del ADN de este animal.
En un museo encontró a una cría de seis meses del marsupial, conservada en un envase con formol, pero debido a que un buen número de curiosos la manipularon por años, las muestras de los tejidos presentaban alta contaminación. Sin embargo, han hallado un ADN de mejor calidad en los dientes de esta cría.
Sin embargo, se desconocen las consecuencias ecológicas en torno a una eventual reintroducción de estos animales.
Para Ysabel Montoya Piedra, PhD y directora científica de Laboratorios Bio Links, resulta necesario evaluar el impacto negativo en el medio ambiente y para la propia supervivencia de estos animales.
“Estos animales clonados serían idénticos genéticamente y no habría biodiversidad en su especie. Me parece que los esfuerzos científicos deberían dirigirse a clonar órganos humanos como corazones, riñones e hígados para ser trasplantados sin depender de donantes”, indica la doctora Montoya.