Cuando era el pibe que pasaba las tardes comiendo milanesa y tomando coca cola en el restaurant de su hermano mayor en la Ciudad Condal, Leo Messi solo tenía influencia directa en el equipo que elegía para jugar PES en su consola de Play Station. No imaginaba y mucho menos creía que en el futuro de ese muchachito, que lloraba en el vestuario por no salir en lista de la final de la Champions League 2006, cualquier cosa que hiciera tendría tantas repercusiones en tantas personas y lugares distintos. Hoy un simple gesto de la ‘Pulga’ puede traer consecuencias catastróficas como ocurre en el Barcelona.
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Es señalado, acusado y enjuiciado en público por lo más mínimo, como saludar o no a un compañero en la celebración de un gol o en el pico del rating mundial por anunciar que se quiere ir de FC Barcelona a un año de finalizar su vínculo. Esa es la imagen actual de Messi, quien responde en cancha anotando al Athletic de Bilbao tras recibir un misil a todocolor en la portada del Diario El Mundo: “555.237.619 euros, el contrato faraónico de Messi que arruina al Barza”.
El Diario Olé de Argentina, con la ironía porteña, retrucó un día después y puso en su tapa: “¿Querías las cifras de Messi? Acá las tenés. 650 goles, 260 asistencias y 755 partidos”. El club Barcelona, el actor de reparto en esta película dramática, replicó en su página web oficial actualizando las verdaderas estadísticas del argentino: 756 partidos, 650 goles y 280 asistencias.
La discusión, entonces, se ha centrado en números, euros, goles, sueldos y polémicas, y se ha alejado del verdadero debate. ¿Messi es solo un multimillonario goleador que juega en el Barcelona? ¿O es líder que el club que es “más que un club” le exige ser? Que hablen sus propios actos.
Signo de Leo
La biografía de Lionel Messi escrita por el periodista Guillem Balagué (Libros Cúpula, 2013) reseña la primera etapa de Leo en el FC Barcelona. Desde su arribo al primer equipo fue “adoptado” por el clan de brasileños que jugaban en el Barza. Ronaldinho, Sylvinho y Edmilson fueron una especie de hermanos mayores cuando el argentino recién era un potencial crack.
Viviría una experiencia similar años más tarde cuando Pep Guardiola ideó al mejor equipo blaugrana de la historia y le puso a Xavi Hernández y Andrés Iniesta de escuderos para repotenciar su fútbol. Por entonces la broma generalizada sobre el trío era que Messi no era Messi sin los dos españoles a su lado. En la selección argentina, por ejemplo, donde no cosechaba alegrías. Luego, tocó el turno de verlo al lado de Neymar y Luis Suárez, y juntos conformaron el mejor tridente del siglo XXI. La ‘MSN’ los apodaron y Messi alcanzó el pico de su rendimiento consiguiendo su quinto Balón de Oro y su cuarta Champions League.
Siempre rodeado de excelentes jugadores, que por un lado le brindaban protección, consejos y complicidad al momento del juego, y por otro colaboraron a encumbrar su leyenda en el FC Barcelona. ¿Qué sucedió entonces? Quizás la respuesta comience con la firma de ese último contrato que ha generado una polémica mundial.
Hacia finales del 2017, Messi extendió su vínculo con el FC Barcelona por cuatro años más, y lo hizo meses antes de que Andrés Iniesta partiera del club hacia el fútbol japonés. Hay que leer entrelíneas que ese jugoso contrato, al fin, lo convertía en el principal jugador y franquicia del club blaugrana.
Aquí puede estar una de las respuestas a la estratosférica cifra del salario establecido desde entonces. La rúbrica en el documento no significaba solo ser el mejor jugador pagado de todo el mundo, lo encumbraba -en realidad- como el capitán y máximo referente del vestuario catalán.
¿Quién era en ese momento Messi? El mismo jugador que es ahora. Influyente, necesario, líder y comprometido con la causa blaugrana. Y lo era en un camerino en el que parecía tener solo a Luis Suárez como aliado, mientras veía cómo el club dejó irse a Neymar y en un intento desesperado por cubrir el puesto fichaba a Dembelé (130 millones de euros, según Transfermarkt) y Coutinho (145 millones de euros).
Fue tan importante desde la firma de aquel contrato de la discordia que, en adelante, jugó 154 partidos y anotó 127 goles con 67 asistencias. Esto arroja un promedio de 1.3 en participaciones de goles por partido. Esa es la cifra más real y certera, no la que intentar calcular cuánto gana por hora y día y abre un agujero negro haciendo un comparativo con el sueldo mínimo de un obrero.
El líder que juega
Los que siempre han reclamado a un Messi más maradoniano y le festejan que se enfrente al VAR y la Conmebol o que le plante cara a un desafiante Gary Medel, deben buscar el penúltimo capítulo de la serie “Matchday: Dentro del FC Barcelona”, producida por Netflix. La escena es dentro del vestuario del estadio de Anfield y la ocasión es la semifinal de vuelta ante el Liverpool en Inglaterra.
“Vamos gente eh, vamos que estamos a un pasito, no dejemos desaprovechar esta oportunidad. Dale que estamos ahí. Vamos a salir fuerte. Lo de Roma (eliminación en Champions League el 2018) fue culpa nuestra, que no pase lo mismo. Eso fue culpa nuestra, de nadie más”, arengaba Messi mientras se acomodaba la cinta de capitán.
No hay señales de máxima efusividad en sus palabras, tampoco un brazo levantado o el grito en su voz. Es un momento de aliento simple, pero directo y sincero. Y aunque no alcanzó para sacar adelante la eliminatoria (Liverpool remontó con 4-0 la derrota 3-0 en España), ese es el mejor botón de muestra de lo que Messi puede ofrecer a sus compañeros antes de entrar al campo, dentro es el líder que comanda una ofensiva que busca ser letal.
Otro de los gestos por reconocer en el astro argentino es su protección hacia Ansu Fati. Impulsado por reconocer sus inicios en la calidad explosiva del juvenil, Leo ha tenido palabras de halago hacia él. “A mí me gusta mucho y trato de ayudarlo y apoyarlo. Es un futbolista fantástico y tiene lo que hay que tener para triunfar. Pero si lo miro desde mis ojos... Me gustaría sacarlo gradualmente como hicieron conmigo cuando empecé. Llevando las cosas bien y fácil. Poco a poco y sin presión. No podemos olvidar que solo tiene 16 años. Debe seguir disfrutando y que el ruido no tenga un impacto negativo en él, porque tiene la calidad para ser de los mejores”, dijo a Marca el día que recibió el Premio The Best 2019 de la FIFA, uno de los últimos galardones recibidos en su carrera.
La capa de protección de Messi también cubrió a Luis Suárez hasta que el Barza decidió abrirle las puertas del Camp Nou. La forma cómo se dio la salida no pasó de largo en las declaraciones que Leo dio en diciembre pasado. “Lo tenía decidido antes del despido de Luis Suárez (irse del club), pero me pareció una locura lo que hicieron, por cómo se fue. Se marchó gratis, pagándole su contrato y a un equipo que lucha por lo mismo que nosotros”, comentó en el Diario Sport.
De lo que hablaba la ‘Pulga’ en aquellas declaraciones es del famoso Burofax, donde comunicaba al FC Barcelona que decidía culminar el vínculo y partir a otro club. Las semanas de tensión terminaron con el Barza negándose a la salida y con Messi resignado a cumplir su contrato.
Por aquellas semanas de alto movimiento, Iván Rakitic abría la intimidad del camerino blaugrana en el programa El Desmarque. “Yo digo lo mío. Mi relación con ellos (Messi y Suárez) no ha sido nunca de amigos íntimos. Creo que en un grupo de 23 ó 24 futbolistas eso es difícil”, dijo el croata.
La respuesta de la ‘Pulga’ fue tan clara como la relación que llevó con el ahora jugador del Sevilla: lo ignoró. La interna del Barza también sufrió los estragos de la supuesta mala relación del argentino y el francés Antoine Griezmann. El delantero galo, que aparecía en un video jugando en un avión con Thiago (hijo mayor de Lionel), tuvo que salir a aclarar ante los medios que su vínculo con Messi gozaba de armonía.
A horas de haberse cerrado el mercado de pases de invierno en el fútbol europeo, las sospechas sobre el club que habría convencido de una transacción a Messi comenzará a ser una nueva novela. Al fin y al cabo, que se devele el último contrato buscando mancillar la imagen del crack es solo una señal de que el FC Barcelona pronto se quedará sin el mejor jugador de toda su centenaria historia.
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