La selección peruana Sub 17 enfrenta este viernes a Ecuador por el Sudamericano de la categoria. La bicolor necesita ganar sus últimos dos encuentros para clasificar al Mundial. (Foto: AFP)
La selección peruana Sub 17 enfrenta este viernes a Ecuador por el Sudamericano de la categoria. La bicolor necesita ganar sus últimos dos encuentros para clasificar al Mundial. (Foto: AFP)
Redacción DT

Por: Kenyi Peña Andrade

"Los técnicos de inferiores les gritan a los más chicos y eso, años más tarde, provoca inseguridad en el jugador peruano". La frase es de Marco Moschella Coello, psicólogo con amplia experiencia en el campo deportivo. En su descripción no es difícil imaginarnos al típico entrenador crispante, colérico y mandón. Ese que se mueve con postura rígida en la zona técnica durante los 90 minutos y tiene un discurso de comandante militar en el vestuario. Ese que grita mucho pero dice poco. Sin embargo, lejos de ese molde, tan anticuado en un mundo futbolístico de hoy que exige que los estrategas tengan alma de docente, sobre todo en categorías formativas, se encuentra Carlos Silvestri.

"Tranquilidad, seguimos jugando", indica el técnico de la selección peruana Sub 17, llevándose los índices a la cabeza e imitando el ya tan conocido "pensá" del profesor Ricardo Gareca. ¿Cuál era momento del partido? Cuando sus muchachos caían 2-0 ante Paraguay en un duelo ya resuelto por la tercera fecha del hexagonal. Como se dice líneas arriba, el entrenador, antes que saber de fútbol, debe ser profesor, debe saber enseñar. Caso contrario, varios periodistas -que saben mucho sobre esto y no se niega- también tendrían derecho a ponerse el buzo y dirigir. Y no necesariamente es así.

En momentos calientes del partido, el técnico siempre pide mesura. (Foto: AFP)
En momentos calientes del partido, el técnico siempre pide mesura. (Foto: AFP)

Porque si el jugador se molesta, se pone nervioso y pierde los papeles en un partido caliente, el técnico debe enseñarle a mantener la calma y sus indicaciones deben ser más analíticas que viscerales, con un bloque de hielo en el pecho y en la cabeza. Y esto es recurrente en el ex técnico de Cantolao. Cuando todos perdíamos la compostura al ver a Joao Grimaldo no controlar el esférico como se debe ante los guaraníes, Silvestri aplaudía, lo animaba a corregir su error. Y no solo eso, también le comunicó al juvenil un corto, contundente y reconfortante mensaje: "ya está, vamos para adelante".

¿Pero quién es el hombre que con la paz de un monje lidera al grupo que nos podría llevar a jugar el segundo Mundial en esta categoría? Para comenzar, la identificación es la palabra idónea para definir el lazo entre Silvestri y sus dirigidos. Si a la mayoría de sus jugadores le ha costado llegar a esta Sub 17 -la familia de Celi tuvo que hacer polladas para comprarle un par de chimpunes, por ejemplo-, el caso del técnico no es muy diferente.

En clubes de fútbol peruano, su último paso fue por Cantolao. (Foto: AFP)
En clubes de fútbol peruano, su último paso fue por Cantolao. (Foto: AFP)

Como futbolista, a Carlos siempre le costó ganarse un lugar, como le cuesta a todo futbolista que milita en un equipo chico y con las carencias que esto conlleva. Fue guardameta del Melgar y Deportivo Wanka, pero también del San Agustín y del casi siempre mal administrado dirigencialmente Deportivo Municipal, en el que su papá fue presidente. Es decir, siempre defendiendo el arco de equipos modestos. Como técnico no fue diferente, le tocó dirigir a la reserva de Universitario de Deportes y a un Deportivo Cantolao en la siempre complicada Segunda División, en la que salió campeón. Un luchador, un tipo con el que mañana más tarde se le puede recriminar sobre malos cambios o replanteos, o sobre su elección de los once titulares, pero no sobre una carrera llevada dignamente en el césped y con el buzo puesto. Siempre regaló profesionalismo.

"Me acuerdo que en los últimos años en Muni ya estaba inducido a seguir la carrera. Fue una gran decisión", indica el técnico en una entrevista de abril del año pasado. A la sombra del perfil bajo, Silvestri se ha llevado bien con el anonimato y a la indiferencia de los medios. “Las evaluaciones no deben hacerse en función de lo que se obtiene, sino en función de lo que se merece. Cuando se hace en función de lo que se obtiene, y lo que se obtiene no es merecido, se corre un grave riesgo de interpretar lo que se está evaluando”, dijo alguna vez el gran Marcelo Bielsa. Y en el caso de Silvestri pocas veces se le detectan cosas positivas.

En base a este pensamiento del famoso técnico argentino podemos asegurar que el actual conductor de la Sub 17 tiene varias virtudes que vienen escritas con letras pequeñas en su currículum. Entre ellas, quemó todas las etapas que son necesarias para que un técnico crezca mejor formado, con mayor experiencia y con más armas en lo futbolístico. "He dirigido todas las categorías y todos los equipos que se puede conducir. Dirigí al Virgen de Chapi en la Segunda, luego al América Cochahuayco, después a la reserva de la 'U'. Fui asistente, luego técnico por algunos partidos del primer equipo crema. Empecé con chicos de 12 años, luego de 12".

Silvestri dirigió la reserva de Universitario de Deportes  y, en algunos partidos, también al primer equipo (Foto: AFP)
Silvestri dirigió la reserva de Universitario de Deportes y, en algunos partidos, también al primer equipo (Foto: AFP)

El segundo mérito de Silvestri es haber tenido la capacidad para pasar mucho tiempo en una sola institución. Una virtud enorme en un fútbol peruano en el que respetar los procesos le importa un pepino a los directivos y presidentes de los clubes. El dirigente nacional confía mucho en su trabajo. En Cantolao, por ejemplo, estuvo casi tres años. Y en Ate, en  Universitario, quizá en uno de los clubes más complicados para trabajar a largo plazo, Silvestri, como lo dijo en sus declaraciones, se mantuvo toda una vida con el buzo puesto.

“Ellos saben los grados jerárquicos, pero eso nunca se pone de manifiesto. No es un tema de autoridad, sino más de relaciones humanas”. Estas palabras, del mismo Silvestri,  son la que más definen su método: el de la confianza al jugador por encima de todo. Porque cuando el público te chifla por un mal pase, el rival te supera y la manecilla del reloj te enloquecen en medio del encuentro, no hay nada mejor para un chico de 17 años que voltear la cabeza y encontrarse con la mesura del profesor Silvestri. No será el mejor técnico peruano, pero nadie podrá discutirle que méritos hizo para conducir a la selección Sub 17 que está con un pie y medio en el  Mundial de Brasil. 

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