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El primer año de Dina Boluarte en cinco indicadores económicos

La presidenta peruana enfrenta una de las desaceleraciones económicas más severas en poco más de dos décadas, con la economía peruana en el terreno de la recesión. Repasamos algunos indicadores detrás de su primer año de gestión.

No ha sido un primer año fácil para Dina Boluarte. En medio de las tumultuosas circunstancias que la llevaron a convertirse en presidenta, Boluarte y su Gabinete Ministerial asumieron las riendas de un país con latentes tensiones políticas y sociales; condiciones meteorológicas esperadas –El Niño costero– e imprevistas –el paso del ciclón Yaku–; y una economía que, aunque crecía, ya registraba signos de desaceleración. Si bien los analistas ya anticipaban un inicio de año retador, lo que ocurrió fue peor a lo esperado: el Perú entró en recesión.

La economía peruana va camino a cerrar su peor caída en 25 años –sin contar la pandemia–, mientras que las medidas que fue implementando el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) no tenían el impacto deseado. Hoy hacemos un balance con cinco indicadores económicos que reflejan esta golpeada coyuntura, y que demuestran la urgencia de contar con acciones que reviertan este escenario.

  • Comportamiento de la economía (PBI)
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  • Empleo
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  • Inversión privada
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  • Expectativas empresariales
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  • Recaudación tributaria
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Comportamiento de la economía (PBI)

En diciembre del 2022, cuando Boluarte asumió la presidencia, la producción nacional cerró el año con un avance mensual de 1%. Y si bien ello permitió que el Perú se mantenga como uno de los líderes regionales en crecimiento económico, la actividad económica ya demostraba una desaceleración progresiva.

Fue entonces cuando iniciaron protestas sociales contra Boluarte en diversos puntos del país, con una mayor presencia en regiones del sur. Los bloqueos de carreteras y paralizaciones de algunas actividades llevaron a que, en enero, la economía peruana registre su primera caída mensual tras 22 meses de crecimiento ininterrumpido. El Banco Central de Reserva (BCR) llegó a estimar que el impacto de las manifestaciones restó un 4% al PBI de enero, golpeando también al desempeño económico de febrero.

Más adelante, aunque hubo dos meses de magro crecimiento -marzo y abril-, la recuperación que aseguraba el gobierno no pudo sostenerse. Es así que, desde enero hasta setiembre, la actividad económica nacional ha caído en siete de 10 meses. Cuando ya era inevitable, y tras reiteradas alertas de expertos y economistas, el MEF pudo reconocer que Perú se encontraba en recesión.

A la fecha, las últimas proyecciones apuntan a que el PBI del 2023 cerrará este año en terreno negativo. “Creo que los números negativos nos van a acompañar hasta fin de año. En el mejor de los casos, podría ser cero en diciembre. Si diciembre es cero, estamos ya en -0,5% en el año”, dijo el socio de Macroconsult, Elmer Cuba, en una entrevista con El Comercio.

Empleo

Como consecuencia del debilitado escenario económico, el crecimiento de los puestos de trabajo en el sector privado a nivel nacional ha mantenido un descenso a lo largo del año. Mientras que en diciembre del 2022 la tasa de expansión fue de 6%, para setiembre esta llegó apenas a 1,24%, según datos del Banco Central de Reserva.

Asimismo, de acuerdo a cifras del INEI, el empleo nacional acumula tres trimestres consecutivos en caída, con alrededor de 125.000 peruanos que se quedaron sin trabajo al mes de setiembre. Mientras tanto, un mapeo elaborado por el Instituto Peruano de Economía (IPE) mostró que el empleo retrocedió en 15 de las 26 principales ciudades del Perú; siendo las más afectadas las ubicadas al sur: el epicentro de las protestas a inicios de año.

Todo ello lleva a estimar al IPE que, descontando el 2020, el empleo sufrirá este 2023 una caída de 0,7% siendo su mayor retroceso en al menos dos décadas.

Inversión privada

Boluarte recibió una inversión privada que ya estaba de capa caída: el indicador retrocedió un 0,5% en el tercer trimestre de 2022, durante el gobierno de Pedro Castillo, tras trimestres de continuo crecimiento, y cerró los últimos tres meses del año con una caída de 4,1%. Entre enero y marzo de este 2023, la inversión privada colapsó un 12%, reflejando el impacto de menores inversiones mineras, protestas sociales y desconfianza aún generalizada.

Nuevamente, tanto el MEF como el BCR anticipaban mejoras -aunque no sustanciales- mientras avanzara el año. Sin embargo, ello no ocurrió: la inversión privada volvió a retroceder con fuerza entre abril y junio, con lo cual el indicador anotó uno de sus peores semestres desde 1999, y la misma tendencia negativa se mantuvo al cierre del tercer trimestre. A la fecha, ya se prevé que la inversión privada acumule seis trimestres continuos de retroceso al cierre del 2023.

Son diversas las razones detrás de este pobre desempeño, como el pesimismo empresarial generalizado (ver el indicador de expectativas empresariales) y la inexistencia de nuevas inversiones mineras que cambien el panorama en el corto plazo. Pero de mantenerse el deterioro de uno de los indicadores más importantes para la economía peruana, las posibilidades de recuperación con la rapidez deseada son mucho más lejanas.

Expectativas empresariales

Las expectativas empresariales se enlazan directamente con el pobre desempeño que ha registrado la inversión privada a la fecha. De hecho, una encuesta elaborada por el BCR ha demostrado cómo el sector privado mantiene perspectivas poco optimistas sobre la economía en el corto plazo; un escenario que no ha cambiado desde hace más de dos años.

De acuerdo al sondeo del Banco Central, la expectativa de las empresas sobre la economía a tres meses se encuentra por debajo de 50 puntos –valor considerado como pesimista-, y el panorama negativo se mantiene desde abril del 2021. En cuanto a las expectativas sobre la economía a un año -aunque aún están en el tramo optimista- se mantienen en tres meses continuos de descenso y están a punto de entrar a terreno pesimista.

Frente a expectativas poco auspiciosas, el problema del bajo crecimiento sería complicado de resolver. Así lo consideró el exministro de Economía, Alonso Segura, en entrevista con este Diario. “El Gobierno la tiene complicada. Hereda unas expectativas deprimidas de la gestión anterior, pero han sido incapaces de levantarlas. Esta recesión tiene elementos temporales y choques transitorios, pero en realidad tiene componentes más estructurales. Esta pérdida de confianza no parece tan momentánea”, dijo.

Recaudación tributaria

La mayoría de especialistas anticipaba un desempeño negativo de la recaudación tributaria a lo largo del 2023, tras un 2022 atípico en términos de ingresos. Este año, el Perú ha enfrentado menores precios de metales y de importación, y una desaceleración económica que también ha impactado en los ingresos del fisco. Pero la ausencia de medidas para revertir este escenario deja dudas sobre si Perú podrá elevar sus ingresos y su presión tributaria en el corto plazo; así como las posibilidades de que se cumpla con la regla fiscal en adelante.

En conversación con El Comercio, Luis Alberto Arias, economista y expresidente de la Sunat, considera que el MEF sobreestimó la recaudación tributaria para este 2023. “No ha habido ninguna medida para revertir este panorama; más bien, hubo algunas iniciativas alineadas a reducir el IGV (impuesto general a las ventas) a hoteles y restaurantes que sin duda ha impactado a la recaudación de este año”, agrega.

A su vez, Arias critica que se haya obligado al Banco de la Nación a transferir S/1.000 millones al Tesoro Público como adelanto de las utilidades de este año, frente al riesgo de que el Perú no cumpla con la meta fiscal de este 2023. “Puedes cumplir con la meta adelantando ingresos, postergando devoluciones y embalsando gastos; de alguna manera, haciendo maquillaje. Pero eso es sumamente riesgoso para el 2024, que tiene una regla fiscal menor”, precisa.

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