Empezó prácticamente de cero, su primer negocio fue una pequeña distribuidora de películas en formato Betamax en Chiclayo. El negocio murió, pero no su necesidad de hacer empresa y de crear nuevas oportunidades para forjar sus propios proyectos. Es por eso que Mario Mustafá se trasladó a Tumbes en 1986 con la idea de instalar un hotel de playa. El destino lo llevó hacia la empresa de su suegro, quien tenía una langostinera en Piura. Inmediatamente su sentido emprendedor le generó la oportunidad de abrir su negocio en ese rubro.
¿Suerte? No necesariamente. Porque si hubiera recibido siempre la generosidad de la buenaventura no hubiera tenido desafíos, como aquella vez cuando se rompió un muro de su langostinera y perdió la cosecha del año.
Pero Mario Mustafá no es candidato a los premios LEC por criar langostinos, sino por crear una industria agroindustrial en el desierto. El ejecutivo empezó a regar sembríos con el agua de la langostinera que de otro modo se hubiera desechado.
“Hoy, en un terreno desértico, no solo hay langostinos sino también uva, piquillo, palta, jalapeño y quinua, productos que llegan a 38 países del mundo”, explica Mustafá. Entre los países que más demandan sus productos se encuentran EE.UU., España, China, Holanda y Rusia.
La empresa agroindustrial se llama Ecosac, cuenta con cinco mil colaboradores y dos plantas empacadoras de frutas. Pero nada de eso sería posible sin el talento humano, un factor que se buscó impulsar desde el inicio de cada proyecto empresarial. En Ecosac, la filosofía que orienta la gestión del recurso humano promueve la innovación constante de los procesos productivos y la conservación y el respeto por la naturaleza.
El empresario chiclayano también ha apostado por otros sectores de la economía: la agricultura, la industria, el turismo y el mercado automotor. Además de ser presidente de Ecosac y Langostinera La Bocana, también lo es de la cadena de hoteles Costa del Sol, Turismo Costa del Sol y Alsur Perú.